Séneca y el estoicismo

Unos años más joven que Filón, Séneca representa al estoicismo nuevo, imperial o romano por su localización, que se caracteriza por un abandono creciente de los planteamientos lógicos y físicos y por una dedicación clara a las cuestiones morales acorde con el espíritu práctico de los romanos.







Nacido en Córdoba el año 4 a.C., recibe su educación en Roma, siempre cerca de la alta aristocracia imperial. Ya célebre cae,en desgracia ante Mesalina, primera esposa de Claudio,y es exiliado a Córcega. En el 49 d. C. es llamado a la corte de Claudio y Agripina, la segunda mujer de éste, le confía la educación de Nerón. Implicado en la conjura de Pisón, muere por orden del emperador abriéndose las venas el año 65.






De las muchas cartas que Séneca dirigió a Lucilio, la número LXV, que lleva por titulo "De la causa primera", es tal vez de las más claras en cuanto a su concepción del logos.






Después de un breve preámbulo, Séneca explica a Lucilio la doctrina estoica sobre los diversos tipos de causalidad:






Dicen nuestros estoicos, como tú sabes, que hay dos cosas en la naturaleza de las que todo se hace: la causa y la materia. La materia yace inerte, preparada para todo, ociosa si nadie la mueve. Por el contrario, la causa, esto es, la razón [ ratio-logos], da la forma a la materia, la vuelve a lo que quiere y de ella saca varias obras. Debe, pues, haber de donde se haga algo y después quién lo haga. Esto es la causa; aquello la materia.






Para los estoicos, por lo que puede leerse, todas las cosas constan de "aquello que se hace" y de "aquello que lo hace". Esto último, en sentido estricto, es lo único que puede concebirse como causa.






En seguida, Séneca pasa a comparar esta doctrina con la de las escuelas tradicionales. Para Aristóteles:






La primera causa es la materia, sin la cual nada pued e ser hecho; la segunda es el agente. La tercera es la forma que se imprime a cada obra, como la estatua; a ésta la llama eidos. Todavía se añade una cuarta: el fin de toda obra.






Por lo que respecta a Platón, Séneca descubre cinco tipos de causas, las cuatro aristotélicas y una quinta, la ejemplar, que Platón llama "idea":






[... ]ésta [refiriéndose a la ejemplar] es a lo que mira el artista para hacer lo que se proponía. Nada importa si el ejemplar está por fuera, y a él vuelve los ojos, o por dentro, concebido y puesto por él mismo. Dios tiene dentro de si estos ejemplares de todas las cosas y abarca con su mente el número y la medida de todo loque ha de hacerse; está lleno de estas figuras que Platón llama los inmortales, inagotables ideas [ ...] Son, pues, cinco las causas como Platón dice: aquello de lo que (i dex quo); aquello por lo que (id a quo); aquello en lo que (id in quo); aquello conforme a lo que (id ad quod); y aquello para lo que (id propter quod).






Al revisar la doctrina tradicional, Séneca termina por cuestionarse si toda esta multiplicación de causas para explicar la realidad en verdad comprenden demasiado o, por el contrario, comprenden muy poco. Si por causa se está entendiendo tanto en Platón como en Aristóteles todo aquello sin lo cual no puede hacerse algo, son pocas las que dicen. En tal caso, tendrían que poner el tiempo, el lugar, el movimiento, etc. Si por causa se entiende la causa primera y general, no debemos afirmar más que una, la razón, de la cual todas dependen. Porque si nos referimos a la forma, ésta es parte de la causa, pero no es la causa; si nos referimos a la causa ejemplar, ésta no es más que un instrumento del que se vale la causa; y si hablamos del fin, ésta es una causa accesoria pero no eficiente.






En síntesis, regresando a la postura inicial, Séneca concluye:






[ ... ] todas las cosas son hechas de la materia y de Dios. Dios las gobierna, y rodeándolo le siguen como a su rector y guía. Pero quien hace, que es Dios, es más poderoso y más excelente que la materia, que recibe la operación de Dios. El lugar que Dios tiene en este mundo, lo tiene el alma en el hombre. Lo que es allí la materia, es en nosotros el cuerpo; que sirvan, pues, los peores a los mejores.






Dos siglos más tarde, Diógenes Laercio recuerda y nos confirma esta doctrina:






Según los estoicos, se dan dos principios en el universo: el principio agente (activo) y el principio paciente (pasivo). El paciente es la substancia sin cualidad, la materia; el principio agente es la razón, el logos, que está en ella, Dios, porque Dios, que es eterno, organiza cada cosa mediante la materia.






Así pues, tenemos por un lado la materia (id ex quo) y por otro el logos, razón o Dios (id a quo): principio pasivo y principio activo.






Por otra parte, según nos refiere el mismo Diógenes Laercio:






Llaman naturaleza tanto a lo que contiene el mundo como a lo que produce las cosas terrestres. La naturaleza es una manera de ser que se mueve por sí misma según razones seminales produciendo y conteniendo las cosas que en ella hacen a tiempos definidos y formando cosas semejantes a aquellas de las que se separó.






El logos, entonces, gobierna y ordena la materia, no como principio extrínseco a la misma sino como principio intrínseco, produciendo y conteniendo las cosas que nacen en la naturaleza según "razones seminales". El logos aparece como razón espermática (spermatikós logos).






Sin embargo, este logos spermatikós debe comprenderse en el contexto de la física estoica materialista: el mundo todo no tiene más que cuerpos y dado que todo es materia, todo en el mundo constituye una unidad. Todo está en todo en armonía universal, así, el mismo logos humano no es sino un fragmento de la razón cósmica. Coherente con este materialismo, el estoicismo resalta la doctrina sobre las "nociones comunes", que Crisipo sistematizó en la Stoa antigua y que, nuevamente, ejercerá una notable influencia en Tertuliano, a través de Séneca, Seneca noster, como le llamaba el africano.






Las nociones comunes son aquellas nociones propias del sentido común. Estas nociones se forman a temprana edad y el niño ya las posee todas a los 14 años, aproximadamente. No son ideas innatas sino que nacen de la experiencia sensible y de acuerdo a su razonamiento natural. Constituyen la materia fundamental para una lógica concreta y vital, no abstracta y desencarnada. Así, por ejemplo, bastaría observar el orden del universo y familiarizarse con él para tener la noción de un dios ordenador. El hombre que negara a Dios sería un insensato, un apasionado al que le faltaría esa razón natural necesaria para la sabiduría. La noción de Dios se obtiene así por un conocimiento empírico, opuesto al conocimiento conceptual-filosófico.






En síntesis, podemos llegar a las siguientes ideas:






--para Séneca, y en general para los estoicos, sólo existen dos causas que explican la realidad de las cosas: ex quo (materia) y a quo (logos); la causa a quo no es causa eficiente en sentido estricto, puesto que supone la materia preexistente. Más bien se trata de una causa generadora o motriz; causa movens pero no eficiens;






--la causa a quo, el logos, está en la materia, organizándola a través de las razones seminales. La inherencia de este logos spermatikós nos permite concluir en un monismo materialista, en el cual la misma razón humana no es sino parte del logos universal; por último,






--en coherencia con tal materialismo, la lógica concreta se funda sobre "nociones corriunes" obtenidas por experiencia sensible.