Eduardo Rojas Ovalles, Portador de las Culturas Nacionales

La cultura popular venezolana pierde a uno de sus grandes exponentes, Eduardo Rojas Ovalles, Portador de las Culturas Nacionales en la categoría Imaginario Popular, quien falleciera este 07 de octubre a los 87 años de edad. En tanto el Ministerio del Poder Popular para la Cultura a través del Instituto del Patrimonio Cultural, complacido de haberle reconocido en vida, se unen al duelo y se compromete en el resguardo de su obra que ya le hizo inmortal.


Entre más de 2000 cultores, don Eduardo fue seleccionado en el 2008 como Portador de las Culturas Nacionales, declaratoria que le acompañaron otros 11 representantes del saber popular, y como tal fue proclamado en un acto efectuado el 20 de octubre de 2008 en el Teatro Teresa Carreño.






Su infinito conocimiento sobre los santos lo llevó a volcar su creatividad artística hacia la realización de tallas de madera con la religiosidad como único tema. Sus manos dieron forma y personalidad a trozos de madera que con trabajo, se convirtieron en hermosas tallas religiosas. Nació en las cercanías de La Grita en el año 1922, pero la mayor parte de su vida la pasó en Bailadores.






Recibió el Premio Nacional de Arte Popular, galardón que recibió, en la década de los 80 el gran Juan Félix Sánchez.






Su vida es retratada en la obra de Eduardo Planchart Licea, publicación que forma parte de la serie “Testimonios”, del Fondo Editorial “Cátedra Bolivariana” del Inmucu Rivas Dávila. Esta loable iniciativa fue concebida con la intención de difundir su vida y obra. Planchart definió su trabajo de esta manera: “su lenguaje plástico se caracteriza por la tensión entre lo vivido, lo soñado, entre el cristianismo y nuestro pasado ancestral, entre la realidad y la dimensión de lo simbólico. Cada escultura se identifica por la delicadeza de su tallado y la búsqueda de la perfección en los más mínimos detalles de la indumentaria corporal. Las tallas son recubiertas con preciosa policromías, destacando los toques finales de pinceladas de oro y plata que bordean los ropajes, y sus recubrimientos son adornos simbólicos. En términos generales domina en su escultura el hieratismo…”






Los pobladores de Bodoque y Bailadores sin duda extrañarán su caminar con sombrero y bastón por los alrededores de esas localidades recogiendo plantas curativas que guardaba en su bolsillo. El IPC le rinde homenaje, procurando hacer trascender su memoria y resguardando todo el legado a las generaciones futuras.