Una conversación con JOSÉ VIÑALS, Entrevista con el pájaro



Aunque los datos de nacimiento son indispensables para comenzar a ubicar a José Viñals, lo son quizá en menor medida que para otros autores, en parte porque las mudanzas a las que se ha sometido a lo largo de su vida, cargan algunos lugares, algunas fechas de su biografía con el acento crítico de los nuevos comienzos. De hecho, cuando José Viñals habla de su nacimiento en 1930 en un pequeño pueblo de la Córdoba argentina (Corralito), uno no tiene la sensación de encontrarse ante la primera línea de su relato, sino en mitad de una aventura ya iniciada que explica su llegada al mundo en ese lugar y en esa fecha. Tal vez, esta sensación tiene que ver
con el lugar desde el que habla (Jaén, España) y con que desde el inicio uno intuye que, en algún momento de su narración, se verá forzado a explicar cómo y por qué se realizó este tránsito. Sus entrevistas y notas biográficas añaden, inmediatamente después de los datos de su nacimiento, que fue hijo de españoles (extremeña y catalán) emigrados a Argentina, como si en este dato encontrásemos respuesta anticipada a nuestras preguntas. La migración de sus antepasados y su propia migración se convierte pronto en uno de los argumentos esenciales en la vida y también la obra de este poeta. Así, por ejemplo, los tres tomos del libro que le dio a conocer en España, Poesía Reunida (Jaén, 1995) dejan patente la huella de su itinerancia al repartir su producción en tres bloques derivados del lugar y el tiempo de la escritura: Argentina 1963-1968, Colombia 1970-1972 y España 1985-1993.






Argentina, entre muchas otras cosas esenciales para su vida, fue el lugar de la iniciación a la poesía, en la que los hoy clásicos de la modernidad francesa, Rimbaud y Baudelaire a la cabeza, jugaron, como en el caso de muchos de sus compañeros de generación, un papel formativo esencial. En Buenos Aires, a mediados de los años 60, comenzó a adentrarse en el mundo editorial –ámbito profesional en el que se ganó la vida a un lado y otro del Atlántico– y a relacionarse estrechamente con artistas plásticos. También en Buenos Aires en 1969 publicó un primer libro de poemas, Entrevista con el pájaro. Lo dio a conocer la prestigiosa editorial Losada y con él obtuvo una repercusión tan notable que todavía hay quien recuerda a José Viñals en esos (o estos) lares, precisa y solamente por este sorprendente poemario. Este no fue, sin embargo, el único libro que dio a las prensas del país: un año más tarde aparece su primera novela (Nicolasa verde o nada) y, en el año en que se establecerá en Bogotá, el libro de poemas Coartada para Dios. Los motivos de este traslado fueron estrictamente personales y la estancia en el país relativamente corta –dos años; sin embargo, la huella de este primer traslado fue indeleble pues, en palabra del autor, “fue Colombia el país del conocimiento y la más alta experiencia de vida”. Allí redactó dos poemarios que continúan la indagación iniciada en Argentina, Jaula para Juan y 72 lecciones de ignorancia. Pero estos libros también inauguran un largo paréntesis de silencio público para su poesía que solo se vio roto en 1995 con la publicación en España de la poesía escrita hasta la fecha.


A su regreso a Argentina, se encuentra en una situación personal cada vez más compleja, derivada de las persecuciones y coacciones que, como muchos otros, él y su familia comenzaron a sufrir. José había sido un militante de izquierdas desde su adolescencia cordobesa; su actuación en 1973 contra el gobierno golpista de Augusto Pinochet en Chile, le colocó en el punto de mira de las fuerzas represoras de su propio país. Cuando la situación fue personal y profesionalmente insostenible, él y su familia se vieron obligados a dar un nuevo salto, esta vez con destino a España. Como hijo y nieto de españoles no le fue difícil recuperar su ciudadanía; otra cosa, por supuesto, fue establecerse junto a su mujer y una de sus hijas. José ha contado en otras entrevistas un tipo de peripecias que a otros muchos emigrantes o exiliados les resultarán familiares: las estrecheces económicas de los primeros años y los traslados consecutivos que siguieron a su llegada a Madrid en 1979. Finalmente en 1983, los servicios de publicación de la Diputación de Jaén le extendieron la posibilidad de incorporarse de manera estable a su plantilla. Desde entonces, pese a algunas idas y venidas (Madrid, Alcira, Torredonjimeno) Jaén se ha convertido en su casa. Allí nos encontramos con él un día de julio del 2004 y comenzamos la conversación en el punto donde termina esta nota.






Pregunta: En textos propios y entrevistas, has repasado otras veces lo que supuso


vitalmente tu traslado a España, ¿podrías ahora darnos una idea de lo que la primera década de esa estancia supuso para tu poesía?


Respuesta: Esos fueron unos años de fuerte aprendizaje en los que entiendo que logré captar la naturaleza del idioma castellano que se habla en España, diversa de la naturaleza del castellano que se habla en Latinoamérica, considerando que la lengua


es una esfera con un hemisferio que es España y otro hemisferio que es Latinoamérica. Hay que hacerse cargo de ambos para tener la posibilidad de hallar el genio de esta lengua. A mí me costó mucho tiempo perder la lengua natal e incorporarme a la lengua castellana que se habla en España. Porque aquella lengua era la materia con que yo trabajaba, eran mis pomos de óleo y no me encontraba con unos pomos equiparables a los que teníamos en Latinoamérica. Me resultó bastante difícil, pero creo que la connaturalización del castellano de España se fue haciendo progresivamente, a fuerza de integrarse uno; no a fuerza de hacer experimentos literarios, sino de integrarse uno en la vida social española. En cuanto a la difusión de mi obra, la publicación de los tres tomos que recogen mi poesía hasta 1993 (Poesía reunida, Jaén, Ayuntamiento, 1995), me abrió las puertas de las editoriales españolas. Por entonces escribí un ciclo, quizá una tetralogía; no constituyen propiamente una unidad, sino cuatro obras que se fueron vinculando internamente: Milagro a Milagro (Hiperión, 1999) Prueba de artista (Libros del Oeste, 2000), La Prosa del bastardo (Montesinos, 2001) y Transmutaciones (Visor,


2000). Este es un bloque de gran interés para mí; ahora bien, es en el último libro de Poesía reunida, Alcoholes y otras sustancias, donde se inicia una nueva visión de la poesía que he mantenido desde entonces


P: ¿Hubo una reconstrucción de la poética?


R: Exacto. Eso me pasó de una manera llamativa.


P: Desde el punto de vista de la forma, de la estructura del poema, ¿qué es lo que cambió?


R: A lo largo de mi vida he tenido algunos grandes modelos. Uno de los modelos de los que hablo es Aloysius Bertrand [1807-1841] y su maravilloso y único libro Gaspar de la noche Libro que, por otra parte, Baudelaire trató de imitar cuando escribió el “Spleen de Parí’92s”. Ese mismo libro es capital en mi formación y yo también quería escribir un poema en prosa con la autonomía, la delicadeza, la gracia y la profundidad que tenía la obra de Bertrand. El Gaspar de la noche muestra, a la manera de Rembrandt y Callot, las dos caras antitéticas del arte: la del hombre de pensamiento encerrado en su gabinete y la del lansquenete sinvergüenza –que representaría Callot. Eso es lo que yo me planteé en Alcoholes y otras substancias, escrito aquí, en Jaén, precisamente. En esa época aparecen otros grandes modelos, los últimos que yo he tenido en mi vida: Saint John Perse [1887-1975] y un poeta lituano casi desconocido en España, Lubicz Milosz [1877-1939]. Yo tenía en mi cabecera un libro de Milosz que se llama Salvas de Primavera, en una maravillosa traducción de Lizardo Gaultier; traducción argentina, en versículos. A mí me atraía muchísimo formalmente la propuesta de Saint John Perse y la de Milosz; además, en relación a esta transformación, debería mencionar a un tercer autor que me ofreció nuevos caminos de interés para el espíritu: Henri Michaux [1899-1984]. Estas son las bases en que se asienta este último proceso de transformación.


P: Hablando sobre modelos y tradiciones, en una ocasión dijiste algo que nos parece muy interesante: ¿cómo vamos a ser los latinoamericanos unos grandes métricos o a tener una gran vinculación formal con la tradición española si nos hemos formado leyendo traducciones de poesía en inglés y francés? Los poetas que has mencionado no escriben en español.


R: Claro, Saint John Perse es de la isla de Guadalupe, donde se habla francés. La tradición yo la asocio con la multiplicidad. La primera gran apertura que se produjo en mi vida en relación con la creación poética viene por mi contacto con los, digamos, neosurrealistas; por ellos penetro en la vía francesa, que era en Argentina extraordinariamente vital. Pero yo no leo el francés, yo leo la poesía traducida, y


muy bien traducida, por cierto, en Argentina. La estética de la traducción no es la del


poema original. Pero eso no me pasa solamente a mí, ni solo a los argentinos, le pasa


a la mayor parte de los poetas latinoamericanos. A los colombianos también; un poeta como Álvaro Mutis debe mucho a las traducciones. Yo no reniego de este aporte, al contrario, me ha servido muchísimo, sobre todo a partir del momento en


que descubro… (¿descubro? ¡un carajo! )… a partir del momento en que el versículo


se me evidencia como una vía formidable para alcanzar lo sensible, perceptible, que se pliega y toca, toca el mundo, el mundo positivo y el mundo negativo al mismo tiempo. Entonces comienzo a escribir toda la obra posterior casi exclusivamente en versículo.


P: Aunque tu poesía ya se articulaba en torno a la prosa con anterioridad, como se puede ver en los tres tomos de la Poesía reunida: desde tu primer libro, Entrevista con el pájaro, nos damos cuenta de que hay poco verso.


R: Así es, predomina la prosa. Y además en Entrevista con el pájaro está el género aforístico que yo comienzo a trabajar a partir de William Blake, por un lado, y por otro, a partir de un gran poeta argentino, ya bastante conocido, que es Antonio Porchia [1885-1968]. Hizo también un libro único que se llama Voces y es precioso. Conozco varios de sus aforismos prácticamente de memoria.


P: Para completar el panorama que nos estabas ofreciendo, vale la pena notar que también estos últimos años han sido muy fructíferos para tu poesía. ¿Qué es lo que ha impulsado tu escritura más reciente?


R: Trabajo ya los últimos años en la jubilación, que me hace más fácil todo. Me


retiré, por problemas de salud, más o menos temprano del destino laboral y escribí muchísimo, estoy todo el día escribiendo. Se han publicado libros como Animales,


amores, paisajes y blasfemias, se publicó El cielo… y el recorrido continúa con otros títulos, aún inéditos como Aduana. Además se abren otros caminos: por un


lado, escribo Hablar con extraños. Este libro tiene que ver con una especie de aforismo


de Elías Canetti que dice que hay que escuchar a los demás, hay que dejarlos que hablen y saber escuchar; y hay que hablar con extraños, con extranjeros, con la gente que uno no conoce; si llega un momento donde uno no puede hacer eso, ha comenzado la muerte. Por otro, publico dos libros más, uno de narrativa que se llama Rumias, graznidos y gorjeos, y otro de fragmentos a la manera de Novalis, Huellas dactilares; este último lo componen pensamientos fundamentalmente orientados al examen de la ideología y el arte. Después acaeció un grave problema de salud: dos intervenciones quirúrgicas –dos, graves, serias ambas–, las estancias en la Unidad de Vigilancia Intensiva, la obsesión de la muerte inminente… Vino un momento cuando no podía salir del pantano y no escribí nada más que cosas que tuvieran de alguna manera la naturaleza de la despedida. Me preguntaron, cuando presenté un libro de poemas breves que se llama El túnel de las metáforas, por qué eran tan breves: es el texto que cabe en una lápida. Esa era su estética. En esos momentos escribí Elogio de la Miniatura, y después El Túnel de las Metáforas. A partir de entonces empecé a liquidar esos fantasmas que me había traído conmigo desde la Unidad de Terapia Intensiva. Cuando eso sucedió, pude escribir con más libertad y otro sentido, especialmente lo que he terminado ahora, Mi ritrovai per una selva oscura. El título es cita del segundo verso de la Divina Comedia y los poemas enfocan con distancia del fenómeno de la muerte.


P: El poema con que se cierra el libro, el número XXVII (Cuando acabe la luz./Cuando acabe el sonido./Cuando el olor acabe…) es una sobrecogedora despedida.


R: Es una despedida en toda la regla. He podido trabajar en esa dirección en este último período. Y ahora estoy con nuevos proyectos: escribí unas canciones para ver si se les puede poner música y ahora estoy trabajando en un libro que se llama, Que es de Salomón. Este libro se propone simplemente ser una especie de Cantar de los cantares de la ancianidad, donde, en lugar de ese mundo juvenil propio del texto bíblico, se cante ya pasada la vida.


P: ¿Podrías hablar ahora de tu poética en un sentido más general? ¿Cuál es tu aproximación básica a la poesía?, ¿qué elementos articulan esta relación primaria con el origen del poema?


R: Yo creo que en primer lugar viene una actitud de estar en estado de poesía, que es como decir en estado de gracia. Eso implica también un estado de silencio, pero al mismo tiempo de percepción, de estar atento a las voces que llegan de alguna parte –y no misteriosa– y que tu recibes. Yo creo que la poesía no tiene que ver con la literatura, sino con el espíritu. Y el enfoque entonces es la espiritualidad. Esto podría desembocar incluso en la mística, aunque este es un aspecto en el que yo no estoy, porque tengo una formación totalmente materialista. Yo creo que el espíritu es una quintaesencia de todas las energías humanas, incluidas hasta las de carácter genético. Así como hay poesía literaria, hay poesía psíquica y hay poesía visceral. Hay una cantidad de enfoques para la poesía, pero yo creo únicamente en el espiritual. Y ese enfoque percibo en un amigo como Antonio Gamoneda.


P: Este estar abierto a escucharlo todo es especialmente interesante en relación


a tu poesía; en ella se puede encontrar que estás atento tanto a lo mas alto, como a lo corporal, e incluso escatológico; uno encuentra, reunida en el versículo, esa compleja yuxtaposición que caracteriza tu poesía.


R: Sí, espero que sí. Se trata de incluirlo todo y darle carta de ciudadanía; en el


versículo incluso hasta lo grosero… Y reivindicarlo. Todo en el mismo lugar. Uno


espera poder decir cosas que no han sido dichas, percibir situaciones muy “humanas”. Es más, podría ser mucho más preciso y decir, situaciones sociales, sociopolíticas, socioculturales… diría incluso cuestiones de clase –clasistas, en consecuencia que todavía no están a la luz del día. Vosotros habéis celebrado conmigo un poema sobre la mujer, “Mujer de amor con mi apellido” (de Animales, amores, parajes y blasfemias). Ahí está todo el mundo mezclado, el semen, la mierda, la espiritualidad, la gracia… Y bueno, eso es lo que me toca a mí, es lo que me ha tocado en el reparto, y es lo que yo percibo.


P: En tu poesía hay otro elemento fundamental en el que nos gustaría detenernos, tu relación con la vanguardia.


R: Hay un aforismo en Huellas dactilares que dice, “Si la vanguardia no es de


izquierda, no es vanguardia, si la izquierda no es de vanguardia, no es izquierda”. Yo creo que la izquierda plantea la obligación de la vanguardia. Y uno no debe confundirse,


porque hay una vanguardia que en rigor es una retaguardia y que está investida y disfrazada con las formas de la vanguardia; por ella pasan muchas de esas cosas como las instalaciones o los happenings, que han hecho retaguardia y no vanguardia. Pintores como Jackson Pollock han hecho vanguardia, pero junto con él está Andy Warhol que me parece que no es vanguardia, sino retaguardia. Entonces creo que la vanguardia es una obligación. De la vanguardia surge una codicia, una dulce codicia de poeta, que es la de percibir en lugares en sombra. Metiendo una sonda como decía [Carl Gustav] Jung; ahí está enterrado el arquetipo y uno quiere echarle la sonda y pescarlo y sacarlo a la luz….


P: Vayamos desde este punto a la cuestión del lugar, de la geografía y de cómo lo poético conecta, o no, con el contexto donde se escribe. ¿Cuál es tu situación en España? ¿Cómo sitúas tu poesía en este entorno?


R: Al perder contacto con los orígenes, no has perdido solamente ciertos signos del lenguaje, del habla, has perdido, además, una flora, una fauna, una geografía. En España hay un pájaro muy bonito, la urraca, que es negra con manchas blancas. En Argentina está también la urraca pero es gris clarita, casi blanca con manchas negras, exactamente lo opuesto, como el negativo y el positivo de una fotografía. Al perder el contacto con el mundo originario pasan muchas cosas esenciales; tienes que buscar un nuevo aprendizaje, tienes que hacerte cargo de que aquí existe una oropéndola que no existía en tu geografía. Tienes que entrar en universos que son nuevos, y que son nacionales, y así se vuelve enriquecedor el proceso de extranjerización, no de otra manera. Pero debes hacerte cargo de todo eso, aprender el nombre de las plantas más inmediatas, saber que lo que aquí se llama buganvilla, en Argentina se llama Santa Rita, y que en Michaux también existe y se llama clemátide… Yo creo que todo esto enriquece el universo del poeta.


P: Y ¿Cuál es tu relación con los otros poetas que pueblan este lugar y este lenguaje,


con los poetas castellanos y con otros poetas de la Península?


R: Yo tengo contacto con la mayoría. Bueno, con la mayoría no. Con los que a mí me interesan, que no son tantos. Yo he aprendido mucho de ellos. He aprendido de los jóvenes, dónde están los fundamentos aunque sea en estado embrionario. Yo he aprendido de un poeta como Gamoneda. Gamoneda para mí es un maestro también. Yo estoy bien con los poetas españoles. Además ahora, leyendo los libros de los certámenes de poesía en los que participo, leo muchos libros que vienen de Latinoamérica y de otras partes del mundo… de Estados Unidos, hasta de Israel, y tengo preferencia por la poesía que se escribe en España. Nadie me dice de dónde provienen estos libros, pero no tengo dudas de cuándo se trata de un poeta latinoamericano o de uno español; y puedo decirte de que país latinoamericano proceden.


P: A propósito de esto, ¿se puede entender a José Viñals como un poeta español?


R: Tengo 25 años de ciudadanía española. Vivo aquí, tengo aquí a mis amigos,


los diálogos los tengo aquí. En cambio de aquel lugar está perdido todo para mí, está todo muy lejano, no aparezco ni siquiera en los catálogos de las librerías. Yo me he


olvidado de alguno de ellos y ellos se han olvidado completamente de mí. De manera


que asumo con bastante alegría la ciudadanía española. No me he sentido libre para hacer juicios negativos sobre España hasta que no he tenido la ciudadanía, hasta


que no la he convertido en sangre mía. Ahora tengo nietos españoles, nacidos en esta tierra. Yo no tengo ningún interés en el regreso. Mi padre y mi madre se fueron de España a Argentina, y siempre pensaron en el retorno; ellos no pudieron retornar, pero nos dejaron como un implícito mandato a los hijos de que viniéramos a España.


P: Se puede decir que tú ya tenías contacto con España por tus padres.


R: Sí, por mis padres. Nosotros vivíamos en una isla, en una ínsula, en el campo donde vivíamos con mis abuelos. Cuando murió mi padre yo tenía tres años y nos fuimos del pueblo, Corralito, a la chacra, como se llama allá. Eran todos extremeños, mis abuelos, mi madre…


P: Pero luego tú encontraste la lengua pública, la que se hablaba en Córdoba, en Buenos Aires.


R: Sin duda, sin duda, pero también fueron múltiples desarraigos, porque me empezaba a arraigar en un lugar y me iba a otro sitio. Era itinerante y eso me ha traído dolor. Yo no me quiero ir de España. He cambiado de lugares en España pero no me quiero ir de aquí. Mi vida está destinada a terminar en este país y por eso me gustaría que me reconocieran como un poeta español. No reniego de mi origen latinoamericano porque tengo la doble nacionalidad y una tercera que no pude tener y que procuré tener y que fue la de Colombia.


P: Esto lo expresas como una voluntad, o deseo, pero ¿qué tipo de recepción tiene esto entre tus coetáneos españoles?


R: Para ellos soy argentino, soy latinoamericano, y eso, que es una anécdota, se ha convertido en una señal y, para mí, casi en un estigma.


P: ¿Un estigma?


R: Sí, porque yo no quisiera que fuese así. Mi hermano vive en Buenos Aires, pero cuando yo le escribo me cuesta volver a decirle “vos”, “ché”, “mirá”.... Yo le escribo como español… son 25 años.


P: Efectivamente, la crítica que se hace de tu poesía en España se orienta hacia


una definición que se acerca a lo que se podría decir una estética o tradición latinoamericana más que española. ¿Qué opinas?


R: Los modelos que tuve en algún momento y que originaron en mí, vamos a decir, una disposición para la poesía, fueron gente como Saint John Perse, Lubicz Milosz o Henri Michaux... Aunque, claro ¿era latinoamericano Saint John Perse? Me acuerdo que hablé con un amigo mío, el poeta argentino Luis Tudesco, le digo que siempre he intentado llegar a escribir como Saint John Perse; “¡Saint John Perse! –responde– Lo siento: él era un aristócrata y tú un plebeyo”. Tenía toda la razón del mundo. Es cierto. Mi poesía tiene eso que vosotros notáis: hay en ella operaciones espirituales mezcladas con la vida real o lo escatológico, lo visceral y pudendo… eso viene de mi clase, ese es mi tributo a mi clase, a la clase popular a la que yo pertenezco, a la clase por la cual me gusta el fútbol ….


P: Queda claro entonces que el lugar donde se produce la recepción de tu poesía


es España, pero en cuanto a su concepción, ¿también la ubicas en España, o es más abierta?


R: No, eso es latinoamericano. Y, a lo mejor, escueta y vulgarmente argentina.


P: ¿Y te sientes vinculado con la gran tradición de la poesía española que va desde el Siglo de Oro hasta Antonio Machado y Juan Ramón?


R: Sí, fue muy fuerte en los años juveniles, especialmente con Garcilaso, Góngora y Quevedo; con Lope también.


R: No es difícil notar, en buena parte porque tú mismo lo has mencionado, la coincidencia con algunos rasgos que presiden las poéticas de ciertos coetáneos españoles, como la atención a la prosodia, donde coincides con Gamoneda; con él se da otra hermosa coincidencia cuando dices que la poesía nombra lo que no ha sido dicho.


R: La poesía también es un acto de resistencia, es un acto de conciencia. Es una cosa muy grande la poesía.






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Anales de Literatura Hispanoamericana, 2008, vol.37.










José Viñals, poeta argentino nacido en Corralito, Córdoba, Argentina.


-1930-2009-





Día Internacional del Músico - 22 de noviembre


Durante más de mil años, Santa Cecilia ha sido una de las mártires de la primitiva Iglesia más veneradas por los cristianos. Su nombre figura en el canon de la misa. Las "actas" de la santa afirman que pertenecía a una familia patricia de Roma y que fue educada en el, cristianismo. Solía llevar un vestido de tela muy áspera bajo la túnica propia de su dignidad, ayunaba varios días por semana y había consagrado a Dios su virginidad. Pero su padre, que veía las cosas de un modo diferente, la casó con un joven patricio llamado Valeriano. El día de la celebración del matrimonio, en tanto que los músicos tocaban y los invitados se divertían, Cecilia se sentó en un rincón a cantar a Dios en su corazón y a pedirle que la ayudase. Cuando los jóvenes esposos se retiraron a sus habitaciones, Cecilia, armada de todo su valor, dijo dulcemente a su esposo: "Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel del Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el ángel se enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio si me respetas, el ángel te amará como me ama a mí." Valeriano replicó: "Muéstramelo. Si es realmente un ángel de Dios, haré lo que me pides." Cecilia le dijo: "Si crees en el Dios vivo y verdadero y recibes el agua del bautismo verás al ángel."







Valeriano accedió y fue a buscar al obispo Urbano, quien se hallaba entre los pobres, cerca de la tercera mojonera de la Vía Apia. Urbano le acogió con gran gozo. Entonces se acercó un anciano que llevaba un documento en el que estaban escritas las siguientes palabras: "Un solo Señor, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todo y en nuestros corazones." Urbano preguntó a Valeriano: "¿Crees esto?" Valeriano respondió que sí y Urbano le confirió el bautismo. Cuando Valeriano regresó a donde estaba Cecilia, vio a un ángel de pie junto a ella. El ángel colocó sobre la cabeza de ambos una guirnalda de rosas y lirios. Poco después llegó Tiburcio, el hermano de Valeriano y los jóvenes esposos le ofrecieron una corona inmortal si renunciaba a los falsos dioses. Tiburcio se mostró incrédulo al principio y preguntó: " ¿Quién ha vuelto de más allá de la tumba a hablarnos de esa otra vida?" Cecilia le habló largamente de Jesús. Tiburcio recibió el bautismo, y al punto vio muchas maravillas.






Desde entonces, los dos hermanos se consagraron a la práctica de las buenas obras. Ambos fueron arrestados por haber sepultado los cuerpos de los mártires. Almaquio, el prefecto ante el cual comparecieron, empezó a interrogarlos. Las respuestas de Tiburcio le parecieron, desvaríos de loco. Entonces, volviéndose hacia Valeriano, le dijo que esperaba que le respondería en forma más sensata. Valeriano replicó que tanto él como su hermano estaban bajo cuidado del mismo médico, Jesucristo, el Hijo de Dios, quien les dictaba sus respuesta. En seguida comparó, con cierto detenimiento, los gozos del cielo con los de la tierra; pero Almaquio le ordenó que cesase de disparatar y dijese a la corte si estaba dispuesto a sacrificar a los dioses para obtener la libertad. Tiburcio y Valeriano replicaron juntos: "No, no sacrificaremos a los dioses sino al único Dios, al que diariamente ofrecemos sacrificio." El prefecto les preguntó si su Dios se llamaba Júpiter. Valeriano respondió: "Ciertamente no. Júpiter era un libertino infame, un criminal y un asesino, según lo confiesan vuestros propios escritores."






Valeriano se regocijó al ver que el prefecto los mandaba azotar y hablaron en voz alta a los cristianos presentes: "¡Cristianos romanos, no permitáis que mis sufrimientos os aparten de la verdad! ¡Permaneced fieles al Dios único, y pisotead los ídolos de madera y de piedra que Almaquio adora!" A pesar de aquella perorata, el prefecto tenía aún la intención de concederles un respiro para que reflexionasen; pero uno de sus consejeros le dijo que emplearían el tiempo en distribuir sus posesiones entre los pobres, con lo cual impedirían que el Estado las confiscase. Así pues, fueron condenados a muerte. La ejecución se llevó a cabo en un sitio llamado Pagus Triopius, a seis kilómetros de Roma. Con ellos murió un cortesano llamado Máximo, el cual, viendo la fortaleza de los mártires, se declaró cristiano.










Cecilia sepultó los tres cadáveres. Después fue llamada para que abjurase de la fe. En vez de abjurar, convirtió a los que la inducían a ofrecer sacrificios. El Papa Urbano fue a visitarla en su casa y bautizó ahí a 400 personas, entre las cuales se contaba a Gordiano, un patricio, quien estableció en casa de Cecilia una iglesia que Urbano consagró más tarde a la santa. Durante el juicio, el prefecto Almaquio discutió detenidamente con Cecilia. La actitud de la santa le enfureció, pues ésta se reía de él en su cara y le atrapó con sus propios argumentos. Finalmente, Almaquio la condenó a morir sofocada en el baño de su casa. Pero, por más que los guardias pusieron en el horno una cantidad mayor de leña, Cecilia pasó en el baño un día y una noche sin recibir daño alguno. Entonces, el prefecto envió a un soldado a decapitarla. El verdugo descargó tres veces la espada sobre su cuello y la dejó tirada en el suelo. Cecilia pasó tres días entre la vida y la muerte. En ese tiempo los cristianos acudieron a visitarla en gran número. La santa legó su casa a Urbano y le confió el cuidado de sus servidores. Fue sepultada junto a la cripta pontificia, en la catacumba de San Calixto.










Esta historia tan conocida que los cristianos han repetido con cariño durante muchos siglos, data aproximadamente de fines del siglo V, pero desgraciadamente no podemos considerarla como verídica ni fundada en documentos auténticos. Tenemos que reconocer que lo único que sabemos con certeza sobre San Valeriano y San Tiburcio es que fueron realmente martirizados, que fueron sepultados en el cementerio de Pretextato y que su fiesta se celebraba el 14 de abril. La razón original del culto de Santa Cecilia fue que estaba sepultada en un sitio de honor por haber fundado una iglesia, el "titulus Caeciliae". Por lo demás, no sabemos exactamente cuándo vivió, ya que los especialistas sitúan su martirio entre el año 177 (de Rossi) y la mitad del siglo IV (Kellner).






E1 Papa San Pascual I (817-824) trasladó las presuntas reliquias de Santa Cecilia, junto con las de los santos Tiburcio, Valeriano y Máximo, a la iglesia de Santa Cecilia in Transtévere. (Las reliquias de la santa habían sido descubiertas, gracias a un sueño, no en el cementerio de Calixto, sino en el cementerio de Pretextato). En 1599, el cardenal Sfondrati restauró la iglesia en honor a la Santa en Transtévere y volvió a enterrar las reliquias de los cuatro mártires. Según se dice, el cuerpo de Santa Cecilia estaba incorrupto y entero, por más que el Papa Pascual había separado la cabeza del cuerpo, ya que, entre los años 847 y 855, la cabeza de Santa Cecilia formaba parte de las reliquias de los Cuatro Santos Coronados. Se cuenta que, en 1599, se permitió ver el cuerpo de Santa Cecilia al escultor Maderna, quien esculpió una estatua de tamaño natural, muy real y conmovedora. "No estaba de espaldas como un cadáver en la tumba," dijo más tarde el artista, sino recostada del lado derecho, como si estuviese en la cama, con las piernas un poco encogidas, en la actitud de una persona que duerme." La estatua se halla actualmente en la iglesia de Santa Cecilia, bajo el altar próximo al sitio en el que se había sepultado nuevamente el cuerpo en un féretro de plata. Sobre el pedestal de la estatua puso el escultor la siguiente inscripción: "He aquí a Cecilia, virgen, a quien yo vi incorrupta en el sepulcro. Esculpí para vosotros, en mármol, esta imagen de la santa en la postura en que la vi." De Rossi determinó el sitio en que la santa había estado originalmente sepultada en el cementerio de Calixto, y se colocó en el nicho una réplica de la estatua de Maderna.










Sin embargo, el P. Delehaye y otros autores opinan que no existen pruebas suficientes de que, en 1599, se haya encontrado entero el cuerpo de la santa, en la forma en que lo esculpió Maderna. En efecto, Delehaye y Dom Quentin subrayan las contradicciones que hay en los relatos del descubrimiento, que nos dejaron Baronio y Bosio, contemporáneos de los hechos. Por otra parte, en el período inmediatamente posterior a las persecuciones no se hace mención de ninguna mártir romana llamada, Cecilia. Su nombre no figura en los poemas de Dámaso y Prudencio, ni en los escritos de Jerónimo y Ambrosio, ni en la "Depositio Martyrum" (siglo IV). Finalmente, la iglesia que se llamó más tarde "titulus Sanctae Caeciliae" se llamaba originalmente "títulus Caecilia", es decir, fundada por una dama llamada Cecilia.










Santa Cecilia es muy conocida en la actualidad por ser la patrona de los músicos. Sus "actas" cuentan que, al día de su matrimonio, en tanto que los músicos tocaban, Cecilia cantaba a Dios en su corazón. Al fin de la Edad Media, empezó a representarse a la santa tocando el órgano y cantando.





La Revolución Bolivariana y la Paz






Conozco bien a Chávez; nadie como él sería más renuente a derramar la sangre entre venezolanos y colombianos, dos pueblos tan hermanos como los cubanos que viven en el este, el centro y el extremo oeste de nuestra Isla. No tengo otra forma de expresar el grado de hermandad que existe entre venezolanos y colombianos.










La calumniosa imputación yanki de que Chávez planea una guerra contra la vecina Colombia llevó a un influyente órgano de prensa colombiano a publicar el pasado domingo, 15 de noviembre, bajo el título de “Tambores de guerra”, un despectivo e injurioso editorial contra el Presidente venezolano, donde se afirma entre otras cosas que “Colombia debe tomar con toda seriedad la que constituye la más grave amenaza a su seguridad en más de siete décadas pues esta proviene de un Presidente que, además, es de formación militar…”










“La razón -prosigue- es que cada vez son mayores las posibilidades de una provocación que puede ir desde un incidente fronterizo hasta un ataque contra instalaciones civiles o militares en Colombia.”










Más adelante el editorial añade como algo probable “…que Hugo Chávez intensifique sus ataques contra los ‘escuálidos’ -remoquete con el que identifica a sus opositores-, y trate de sacar del poder municipal o regional a quienes lo contradicen. Ya lo hizo con el alcalde de Caracas… y ahora quiere intentarlo con los gobernadores de los estados fronterizos con Colombia, que rehúsan someterse a su férula… Un choque con fuerzas colombianas o la acusación de que elementos paramilitares planean acciones en territorio venezolano puede ser la excusa que necesita el régimen chavista para suspender las garantías constitucionales.”










Tales palabras sirven solo para justificar los planes agresivos de Estados Unidos y la burda traición a su Patria de la oligarquía y la contrarrevolución en Venezuela.










Coincidiendo con la publicación de ese editorial, el líder bolivariano había escrito su artículo semanal “Las líneas de Chávez”, en el cual enjuicia la impúdica concesión de siete bases militares a Estados Unidos en suelo de Colombia, un territorio que posee 2 050 kilómetros de frontera con Venezuela.










En ese artículo, el Presidente de la República Bolivariana, explicó con valentía y lucidez su posición.










“…lo dije este viernes en el acto por la paz y contra las bases militares de Estados Unidos en suelo colombiano: estoy en la obligación de llamarlos a todos y todas a prepararnos para defender la Patria de Bolívar, la Patria de nuestros hijos. Si no lo hiciera, estaría cometiendo un acto de alta traición… Nuestra Patria es hoy libre y la defenderemos con la vida. Venezuela nunca más volverá a ser colonia de nadie: nunca más estará de rodillas frente a invasor o imperio alguno… el gravísimo y trascendente problema que tiene lugar en Colombia no puede pasar inadvertido por los gobiernos latinoamericanos…”










Más adelante añade conceptos importantes: “…todo el arsenal bélico gringo, contemplado en el acuerdo, responde al concepto de operaciones extraterritoriales… convierte al territorio colombiano en un gigantesco enclave militar yanki…, la mayor amenaza contra la paz y la seguridad de la región suramericana y de toda Nuestra América.”










“El acuerdo… impide que Colombia pueda ofrecerle garantías de seguridad y respeto a nadie: ni siquiera a los colombianos y colombianas. No puede ofrecerlas un país que ha dejado de ser soberano y que es instrumento del ‘nuevo coloniaje’ que avizorara nuestro Libertador.”










Chávez es un verdadero revolucionario, pensador profundo, sincero, valiente e incansable trabajador. No llegó al poder mediante un golpe de Estado. Se sublevó contra la represión y el genocidio de los gobiernos neoliberales que entregaron los enormes recursos naturales de su país a Estados Unidos. Sufrió prisión, maduró y desarrolló sus ideas. No llegó al poder a través de las armas a pesar de su origen militar.










Tiene el gran mérito de haber iniciado el difícil camino de una Revolución social profunda partiendo de la llamada democracia representativa y la más absoluta libertad de expresión, cuando los más poderosos recursos mediáticos del país estaban y están en manos de la oligarquía y al servicio de los intereses del imperio.










En solo 11 años, Venezuela logró los más altos avances educacionales y sociales alcanzados por un país en el mundo, a pesar del golpe de Estado y los planes de desestabilización y descrédito impuestos por Estados Unidos.










El imperio no decretó un bloqueo económico contra Venezuela -como hizo con Cuba- tras el fracaso de sus golpes sofisticados contra el pueblo venezolano, porque se habría bloqueado a sí mismo dada su dependencia energética del exterior, pero no ha renunciado a su propósito de liquidar el proceso bolivariano y su generoso apoyo en recursos petroleros a los países del Caribe y Centroamérica, sus amplias relaciones de intercambio con Suramérica, China, Rusia, y numerosos Estados de Asia, África y Europa. La Revolución Bolivariana goza de simpatías en amplios sectores de todos los continentes. Duele especialmente al imperio sus relaciones con Cuba, después de un bloqueo criminal contra nuestro país que ha durado ya medio siglo. La Venezuela de Bolívar y la Cuba de Martí, a través del ALBA, promueven nuevas formas de relaciones e intercambios sobre bases racionales y justas.










La Revolución Bolivariana ha sido especialmente generosa con los países del Caribe en momentos sumamente graves de crisis energética.










En la nueva etapa que vivimos, la Revolución en Venezuela se enfrenta a problemas enteramente nuevos que no existían cuando, hace casi exactamente 50 años, triunfó en Cuba nuestra Revolución.










El tráfico de drogas, el crimen organizado, la violencia social y el paramilitarismo, apenas existían. En Estados Unidos no había surgido todavía el enorme mercado actual de drogas que el capitalismo y la sociedad de consumo han creado en ese país. Para la Revolución, en Cuba no significó un gran problema combatir el tránsito de drogas e impedir su introducción en la producción y consumo de las mismas.










Para México, Centroamérica y Suramérica estos flagelos significan hoy una creciente tragedia que está lejos de haber superado. Al intercambio desigual, el proteccionismo y el saqueo de sus recursos naturales, se sumaron el tráfico de drogas y la violencia del crimen organizado que el subdesarrollo, la pobreza, el desempleo y el gigantesco mercado de drogas de Estados Unidos han creado en las sociedades latinoamericanas. La incapacidad de ese país imperial y rico para impedir el tráfico y consumo de drogas, dio lugar en muchas partes de América Latina al cultivo de plantas cuyos valores como materia prima para las drogas superaban muchas veces el de los demás productos agrícolas, creando gravísimos problemas sociales y políticos.










Los paramilitares de Colombia constituyen hoy la primera tropa de choque del imperialismo para combatir la Revolución Bolivariana.










Por su origen militar, precisamente, Chávez conoce que la lucha contra el narcotráfico es un vulgar pretexto de Estados Unidos para justificar un acuerdo militar que responde por entero a la concepción estratégica de Estados Unidos al finalizar la guerra fría, para extender su dominio del mundo.










Las bases aéreas, los medios, los derechos operativos y la impunidad total otorgada por Colombia a militares y civiles yankis en su territorio, no tienen nada que ver con el combate al cultivo, la producción y el tráfico de drogas. Este constituye hoy un problema mundial; se extiende ya no solo por los países de Suramérica, sino también comienza a extenderse al África y otras áreas. Reina ya en Afganistán, a pesar de la presencia masiva de las tropas yankis.










La droga no debe ser un pretexto para establecer bases, invadir países y llevar la violencia, la guerra y el saqueo a los países del Tercer Mundo. Es el peor ambiente para sembrar virtudes ciudadanas y llevar la educación, la salud y el desarrollo a otros pueblos.










Se engañan los que creen que dividiendo a colombianos y venezolanos tendrán éxito en sus planes contrarrevolucionarios. Muchos de los mejores y más humildes trabajadores en Venezuela son colombianos, y la Revolución les ha llevado educación, salud, empleo, derecho a la ciudadanía y otros beneficios para ellos y sus seres más queridos. Juntos, venezolanos y colombianos defenderán la gran Patria del Libertador de América; juntos lucharán por la libertad y la paz.










¡Los miles de médicos, educadores y demás colaboradores cubanos que cumplen sus deberes internacionalistas en Venezuela estarán junto a ellos!










Fidel Castro Ruz, Noviembre 18 de 2009.











Santiago Kovadloff: “Se sufre cuando se puede hacer algo con el dolor”


"El Enigma del Sufrimiento", aborda desde un fuerte vuelo poético y filosófico, uno de los misterios humanos más intensos: el dolor. Para el autor el hombre sufriente es aquel que enfrentándose al padecimiento logra asumir la carga, recuperar el protagonismo y transformar así su interioridad.








Nadie es ajeno al dolor y sin embargo muy poco sabemos de él. Todos en algún momento de nuestras vidas hemos sido trastornados por un dolor intenso: amoroso, físico o psíquico. Si bien el dolor es algo muy íntimo y personal, pues cada uno de nosotros lo vive y siente de un modo particular, no por ello deja de pertenecer a la experiencia universal, en la medida que todos hemos sido y somos expuestos a él.



Para Santiago Kovadloff lo que distingue a unos hombres de otros es su manera específica de afrontar el dolor. "El Enigma del Sufrimiento" expresa la necesidad del pasaje del dolor al sufrimiento como camino ineludible hacia la libertad.



Con una musicalidad digna de alguien que también es poeta y traductor, su prosa aborda la problemática del dolor situándola en distintos escenarios de la historia e interrogando en cada uno de estos momentos a grandes personajes míticos atravesados por el dolor.



Así desfilan por las páginas del ensayo figuras como Job, Eloísa, Abelardo, Montaigne, Descartes, y hasta las Madres de Plaza de Mayo, entre otros. También aborda desde una perspectiva muy novedosa una nueva interpretación de la vejez y la muerte.



El autor se ocupa de desentrañar el lugar del otro en la construcción de la propia felicidad. Examina distintos dolores y se detiene ha reflexionar sobre el dolor de la tierra y los nuevos desafíos que imponen al hombre el deterioro del ambiente. En esta entrevista intima Santiago Kovadloff nos invita nuevamente a indagar sin miedos en los misterios profundos del corazón.



-¿Cuál es la tesis central que recorre "El Enigma del Sufrimiento"?



-Este libro fue concebido como una tentativa de distinguir entre el dolor y el sufrimiento. El dolor se caracteriza como aquel padecimiento que avasalla al sujeto, sea cual fuere su forma: amoroso, psíquico, físico o moral.



Como tal normalmente aniquila y arrebata al sujeto del protagonismo de su vida y lo convierte en alguien que está a merced de la intensidad de lo que padece. Mientras que el sufrimiento se caracteriza como aquello que el sujeto puede hacer con el dolor, es decir la capacidad que tiene de transformar esa pasividad a la que lo obliga el dolor en una actividad que capitaliza el dolor y lo convierte en una herramienta de reconstrucción de la propia vida.



-¿Tiene este libro relación con alguno de sus anteriores?



-"El Enigma del Sufrimiento" forma parte de una trilogía que compone junto a "El Silencio Primordial" y "Lo Irremediable".



-¿Qué influencia ejerce la poesía en sus planteos filosóficos?



-Escribir es ante todo poner de manifiesto la intensidad con que uno vive un problema o un concepto. La intensidad de la enunciación nos da pruebas de la veracidad de la preocupación. Creo que no se trata de escribir sobre nada sino desde todo.



Y escribir desde algo es poner en juego la profundidad con que uno habita una cuestión. He buscado siempre que la poesía, entendida como la puesta de manifiesto de la intensidad privilegiada de la enunciación, esté presente en lo que escribo.



-¿Cómo fue el proceso de escritura de "El Enigma del sufrimiento"?



-Este es un libro que compuse a lo largo de siete años. Porque encontré y perdí la brújula del mismo varias veces. Los libros van naciendo a través de notas, de pequeños apuntes, en principio disgregados o fragmentados que no responden al anhelo general que uno quisiera brindar, sino que se presentan como indicios de una búsqueda y un hallazgo.



Este libro nació así. Yo había compuesto el ensayo inaugural del libro entre los 57 y 59 años y el último capítulo lo compuse a los 64 años. Cada uno de los capítulos fue naciendo y estancándose paulatinamente.



-El ensayo está dividido en escenarios…



-Si así es, el bíblico, el medieval, el moderno y el actual. Cada uno de esos escenarios trata de exponer modalidades de la viabilidad o no del pasaje del dolor al sufrimiento. Por ejemplo en el escenario bíblico el estudio que dediqué a Job, esta centrado en la convicción de que logra ese pasaje. No lo logra en cambio Caín y la Torre Inconclusa evidencia también una dificultad muy grande para lograr este pasaje.



En el escenario medieval Eloísa lo logra y parece ser que Abelardo no lo consigue. En el moderno Montaigne lo consigue y Descartes no lo consigue. Y en el actual, la agonía de la Tierra es un ensayo que mostraría que este pasaje, en la relación del hombre con la Tierra, no estaría cumplido.



-Dedica un capítulo para hablar especialmente sobre Madres de Plaza de Mayo…



-Sí, las Madres protagonizaron une experiencia totalmente infrecuente en la historia de Occidente. Que es justamente la de haber transitado de la impotencia y el dolor personal a un sufrimiento compartido mediante el hallazgo de un hijo simbólico que lograron construir para poder inscribir su impotencia en un terreno de potenciación.



Más allá de lo político y de lo ideológico, ese pasaje me parece que es un fenómeno de total originalidad cultural y espiritual en la vida de una nación, y la Argentina lo tuvo.



-¿Cómo distinguiría la tristeza de la melancolía?



-Bueno, un hombre triste no es un hombre deprimido, es alguien que guarda en sí la huella del padecimiento y lo ha convertido en vida. La melancolía hipoteca una vida en la ausencia de aquello que se perdió, que se fue. La melancolía es destitutiva, la tristeza es constitutiva. Estar triste es estar, estar melancólico es estar ausente.



-En uno de los apartados realiza una novedosa interpretación de la vejez y la muerte…



-Sí, planteo la posibilidad de reconsiderar la paradoja de nuestro tiempo, en la que los hombres podemos vivir cada vez más años pero la vejez tiene cada vez menos sentido. Este para mí es un contraste desgarrador. Hoy a los viejos se los ha marginado como testigos de valores vigentes. Son fundamentalmente criaturas que demandan nuestro cuidado, pero no necesariamente figuras a las que recurrimos para conocer el mundo donde vivimos.



Considero que a partir del momento en el que alguien se sabe envejeciendo, aparece el gran desafío de trabajarse a sí mismo para poder alcanzar el desarrollo de esa última gran aventura que es la visión de conjunto que uno puede tener de aquello que ha recorrido y ha vivido. Es un derecho saber decir adiós mediante un balance que le infunde a la propia trayectoria una inteligibilidad muy especial.



Por otra parte, la muerte no es algo que va a sobrevenir. Uno viviendo se va muriendo y deja de morir cuando expira. Para poder morirse hace falta estar vivo. ¿Que es uno cuando ha dejado de morir? : "es pura exterioridad". Uno es nadie.



-También examina con detenimiento el "dolor de la Tierra" ¿a qué se refiere con ello?



-Creo que el hombre está ante el desafío de saber si puede trabajar para transformar el dolor de la Tierra. La Tierra agoniza bajo el avasallamiento brutal de una cultura que ha convertido el planeta en objeto de dominio. Hemos perdido la vivencia de que la Tierra es nuestra casa.



El hombre es simultáneamente el habitante de un lugar y el habitante paradójico del infinito, por que la Tierra no está en ningún lugar. El hombre es el habitante de una casa que él no creó y es al unísono el que no tolera ser criatura entre criaturas y aspira a ser el creador y el amo.



Si nos excedemos, como lo hemos hecho, la Tierra se desquitará del hombre mostrándole que su ruina es la del hombre. Porque la Tierra envenenada es el hombre envenenado. La conversión de esta tragedia, es decir la posibilidad de que le restituyamos a la Tierra el cuidado que nos debemos a nosotros mismos tal vez sea una posibilidad incierta. Quizás porque la tecnocracia ha hecho del hombre un ser sin capacidad de diálogo con su entorno.



-¿De dónde proviene la convicción de ver al sufrimiento como posibilidad de realización?



-Pertenezco a un pueblo y a una cultura que no se ha resignado a darle la última palabra al dolor y ha convertido sus pesares en materia de esperanza. El judío confía en una interpretación más y cree que es posible volver a empezar. El holocausto no tuvo la última palabra.



Por otro lado está la experiencia psicoanalítica que permite sustraerse a las zonas de estancamiento espiritual. Poder transformar la impotencia en una potencia relativa. Y también esta convicción surge de mi experiencia como padre y amante. Uno como padre es una figura insatisfactoria para sus hijos, tarde o temprano es desplazado.



Y esta derrota, no obstante, es un triunfo extraordinario. El padre que logra proveer a sus hijos de elementos para que, unidos a los propios, se autonomice, es un padre que con su fracaso como figura hegemónica logra su triunfo como figura paterna.



Y por último el amor. Ser amado implica ser conocido por alguien como uno mismo no puede conocerse. Cuando uno es amado pierde el monopolio de la propia identidad, no me agoto en la significación que me atribuyo, por que para otro significo algo que no puedo significar para mí.



-¿Hay en su propuesta una revalorización del ascetismo como conducta moral? ¿Cómo establecería un diálogo entre su mirada y un filósofo como Nietzsche?



-No diría que mi propuesta esté en comunión con el ascetismo. El ascetismo implica una renuncia al placer. Para mí el problema no está en el placer mismo sino más bien en el goce desmedido. En términos puramente analógicos yo no me privaría nunca de un vaso de licor y sin embargo sí de una botella repleta.



El ascetismo cree que el espíritu puede lograrse en la medida en que prescinda del riesgo del encuentro sensual con la vida. En este punto yo estaría más inclinado a pensar como Nietzsche. Lo que se trata de buscar no es una actitud ascética sino tal vez una intensidad equilibrada. Toda experiencia de la vida implica el riesgo de la desmesura, es más fácil caer en la desmesura y advertirlo y volver a la mesura que presumir que uno no va a caer.



-Finalmente, ¿cómo siente que han sido recibidas sus ideas en una sociedad saciada por búsquedas antagónicas a sus propuestas?



-Nada es más extraño que la propia palabra tenga sentido para otro. Es extraordinario y es incomprensible. Yo no puedo creer hasta hoy, y he escrito casi veinte libros, que mis palabras tengan sentido para otras personas. Me sorprende y me conmueve infinitamente y me llena de perplejidad.



En este punto debo decirle que para mi sorpresa a los tres meses de editada la primera edición de "El Enigma del Sufrimiento", se volvió a reeditar, y lo mismo ha ocurrido con todos mis libros. Claro que me satisface que sea así, sobre todo por que eso implica la existencia de un repertorio de lectores que comparten conmigo ciertas convicciones y anhelos.



Pero no me engaño, yo no soy un best seller, ni tampoco soy un autor confiable en una sociedad primordialmente orientada hacia el consumo y el hedonismo y la concepción del tiempo como instrumento que debe ser aprovechado.



Si una de las aspiraciones de un escritor es ser reconocido como un semejante por otros, yo puedo decirle que me ha ocurrido. Pero si sumamos, cosa que no me interesa, le podría decir que soy menos conocido que otros. Sin embargo, cuál es la dimensión del reconocimiento: la intimidad. Lo que mis lectores me han devuelto es intimidad y no frivolidad.



En este sentido también hay que decir que la vocación de un escritor que es filósofo consiste, en resumidas cuentas, en contribuir al insomnio general. Y si estamos de acuerdo con ello, me parece que algo hice al respecto. Estoy ayudando a que no abunde el sueño. Quizá por que yo mismo soy un desvelado y no podría ser de otra manera.