Representaciones por todo el mundo para celebrar los 150 años del nacimiento de Antón Chéjov


Hoy, viernes 29 de enero se cumplen 150 años del nacimiento de Antón Chéjov, certero analista de la sociedad rusa de finales del XIX y el mayor representante de la escuela realista, autor de relatos breves y obras de teatro (El Tío Vania, El Jardín de los Cerezos, Las Tres Hermanas...). Para celebrar su genialidad, en muchos lugares del planeta se han convocado diversos actos, que van desde los homenajes a la representación de sus obras, pasando por la celebración del Festival Chéjov de Moscú. Pese a que secuencialmente no tocaba, puesto que durante los últimos años ha venido celebrándose bienalmente y el pasado año hubo edición.





El 26 de enero, comenzó en Moscú la celebración de los Días Chéjov, integrados en el Festival Internacional de Teatro Chéjov, que hasta el próximo día 31 acogerá en sus sedes de Moscú y Yalta una docena de espectáculos. Allí se podrán ver ‘El casamiento’ con dirección de Vladimir Pankov, dos montajes de ‘Tío Vania’ a cargo de Andron Konchalovsky y Rimas Tuminas, ‘La tristeza’ dirigido por Mikhail Levitin, ‘El jardín de los cerezos’ de Mark Zakharov, ‘Ivanov’ en montaje de Yuri Butusov, ‘Ta-ra-ra Boom-de-Boom – una Procesión’, dirigido por Dmitry Krymov, ‘Donka-Una carta a Chéjov’, dirigido por Daniele Finzi, ‘Los tres años’, por Sergei Zhenovatch, ‘Las tres hermanas’ del director Yuri Pogrebnichko y ‘Yo soy la gaviota’, una adaptación realizada por Akop Kazanchyan. Paralelamente, en Yalta, se podrá ver los días 29 y 30 de enero el montaje dirigido por Declan Donellan.













Los Días Chéjov forman parte del programa de la novena edición del Festival Internacional de Teatro Chéjov, cuyo eje tendrá lugar entre los días 25 de mayo y 30 de julio, entre los que está prevista la presencia de Frank Castorf (Nach Moskau, Nach Moskau), Daniel Veronese (Espía a una mujer que se mata), Guillermo Calderón (Neva), Centro Dramático Nacional de España (Platonov), Mats Ek (El Jardín de los Cerezos), Wajdi Mouawad (La tres hermanas) o la Compañía Nacional de Danza de España de Nacho Duato (Multiplicidad, Formas de Silencio y Vacío).













Más actos













Por otra parte, en diferentes lugares del mundo tendrán lugar diversos actos para celebrar la efeméride. El Cuba, dentro de los actos de la XIX Feria del Libro de La Habana, a celebrarse del 11 al 21 de febrero en La Habana, y hasta el 7 de marzo en las 15 capitales de provincia de Cuba, el invitado de honor este año es Rusia, y está previsto que Chéjov ocupe una buena parcela de protagonismo.













En la localidad vizcaína de Barakaldo, la agrupación amateur Clan Konstantin representará el mismo día 29 la obra ‘Chéjov, Chéjov’ en el que de la mano de su mujer, Olga Kniper, se recorren los últimos años de vida del escritor, incluyendo la representación de dos de sus relatos, ‘El duelo’ y ‘Una propuesta de matrimonio’.













Asimismo, el Teatro Liceo de Salamanca ofrecerá el día 30 de enero una representación de ‘El Jardín de los Cerezos’ de Rayuela Producciones, en la que la compañía propone la colisión entre el texto de Chéjov, de más de cien años de antigüedad, y la realidad cotidiana en los albores del siglo XXI.

URSULA KROEBER LE GUIN



Ursula K. Le Guin, nació en Berkeley (California), el 21 de octubre de 1929, en el seno de una familia sin problemas económicos. Las respectivas profesiones de sus padres tendrían un efecto considerable en la joven Ursula: su madre era escritora de cuentos infantiles, y su padre antropólogo. Su educación, eminentemente académica, la llevó a interesarse por la lectura y la escritura, y a los 11 años envió un manuscrito a la conocida revista Astounding Science Fiction, que fue rechazado, pero el hecho nos da una idea del empuje creativo que ya se gestaba en la mente de Ursula. Ingresó en la Escuela Radcliffe de la Universidad de Harvard, en la que se graduó en el año 1951; posteriormente asistió un año a las clases de la Universidad de Columbia, en la que hizo un postgrado de lenguas romances. Tras finalizar este curso, consiguió la beca Fulbright, gracias a la cual pudo viajar y estudiar en Francia, donde conoció al que sería su marido hasta ahora, Charles Le Guin, con quien se casó en 1953 y con quien tendría tres hijos. Más tarde volvió a los EE.UU. y comenzó la que sería una larga carrera literaria.




Esta “gran dama” de la fantasía y la ciencia ficción completa una de las carreras más variadas de estos géneros: desde la poesía hasta los libros infantiles y los ensayos, nada se resiste a Ursula K. Le Guin. A lo largo de su actividad como escritora, ha ganado varios premios Hugo y Nebula, y fue galardonada Gran Maestra por la Asociación de escritores Estadounidenses de ciencia ficción y fantasía (SFWA), la primera mujer en conseguirlo. Ha publicado seis libros de poesía, veinte novelas, más de cien relatos, cuatro colecciones de ensayos, once libros para niños y algunas traducciones poéticas y políticas. Ursula K. Le Guin se confiesa feminista, pacifista y taoísta, y sus obras se tiñen de sus convicciones sutil pero eficazmente. Actualmente vive en Portland (Oregón, EE.UU).



Tras publicar varias historias, su primera novela, El mundo de Rocannon (1966), una obra de ciencia ficción que se convertiría en una serie, continuada por Planeta de exilio (1966), La ciudad de las ilusiones (1967) y la obra que le dio el reconocimiento internacional, La mano izquierda de la oscuridad (1969), con la que ganó un Hugo y un Nebula.



En 1968 inició su saga más conocida, y por la que entraría en la puerta grande en el género fantástico, tras sorprender en el ámbito de la ciencia ficción. Con la primera novela de la saga, Un mago de Terramar, continuada en 1971 por Las tumbas de Atuan y La costa más lejana, la escritora estadounidense se convirtió en un referente para los amantes del género que J.R.R. Tolkien “reinventó” en 1954 con la publicación de El Señor de los Anillos. La saga continuaría en 1990 con Tehanu, y en 2001 con En el otro viento. Todos los libros de Terramar podéis encontrarlos en la antología Historias de Terramar, Edición Completa, que Minotauro publicó en noviembre de 2006 en una magnífica edición y que tuvo a bien enviarnos.



Tras finalizar su primera etapa con Terramar, Ursula K. Le Guin volvió a resurgir con El nombre del mundo es Bosque (1972), con la que el año siguiente conseguiría el premio Hugo, y Los desposeídos: una utopía ambigua (1974), sin dejar de lado la ciencia ficción, con "La rueda celeste" (1971), "El ojo de la Garza" (1983) y "El eterno regreso a casa" (1985).



El año pasado publicó en España, también de la mano de Minotauro, Los Dones (Gifts), que obtuvo un PEN Center USA de Literatura Infantil en el 2005, y que significa el inicio de la saga de La Costa Oeste (Western Shore), que continúa con Voices (Voces), aún no publicado en castellano, y culminará con Powers (poderes), aún no editado en inglés.



Fantasymundo ha intentado acercarse a la vida y obra de Ursula K. Le Guin a través de diferentes artículos, como el reportaje sobre su saga Terramar, o la crítica de Cuentos de Terramar, pero necesitábamos hablar con la autora para conocer mejor sus motivaciones. He aquí nuestro diálogo con ella en castellano e inglés:













Alejandro Serrano: La imagen típica de un escritor, sobre todo si tiene cierta reputación y una prolífica carrera internacional, es de una persona habitualmente sentada en su sillón favorito, dando vida a diferentes personajes, alejada del mundo. Sin embargo, sus libros muestran que su vida es mucho más intensa que todo eso, su imaginación tiene fuertes tintes sociales y un profundo conocimiento de la naturaleza humana… ¿cómo pasa sus días Ursula K. Le Guin? ¿Qué experiencias en su vida o qué libros han marcado su concepto de la fantasía?



Ursula K. Le Guin: me temo que, como la mayoría de escritores, Ursula pasa casi todos los días sentada enfrente de un escritorio, con un cuaderno de notas o un ordenador sobre él. Mi vida no es muy emocionante –para nadie-, pero para mí está llena de pasión, ansiedad, alegría, tristeza,... tanto que me asombra pensar en ello.



Ya escribía historias fantásticas cuando tenía ocho años de edad, así que no creo que mis experiencias vitales sean la base de mi forma de escribir fantasía. Simplemente, mi mente funciona así. La “razón pura” es inaccesible para mí; mi razón trabaja a través de la imaginación.



Alejandro Serrano: La primera vez que alguien me habló de Terramar, hace mucho tiempo, la describió como “una muy buena saga de fantasía pero demasiado feminista”. Siempre sospeché de las etiquetas, así que ese comentario reforzó mi intención de leerla. Y no sé cual fue su intención al iniciar la saga, pero creo que intentó reclamar la imagen de la mujer en la fantasía pero sin olvidar al hombre, especialmente a aquel que respeta a la mujer y su papel en la vida. ¿Estoy equivocado? ¿Cree que la fantasía actual ignora bastante más el género de los personajes para centrarse en su psicología? Hoy en día hay muy pocas Éowyns por ahí, la mayoría de los personajes femeninos en los libros actuales toman roles protagonistas por derecho propio, no sólo como complemento del varón. No esperan a sus hombres cosiendo y suspirando, afortunadamente.



Ursula K. Le Guin: No estás equivocado, pero debes recordar que comencé a escribir Terramar en 1968, cuando no había mujeres en la fantasía heroica, tan sólo Éowyns. De hecho, había pocas mujeres en la literatura, tan sólo Emma Bovarys. Los libros trataban sobre los hombres, que hacían cosas propias de su género; las presencia de las mujeres era marginal, y tan sólo eran concebidas en su relación con los hombres. “Un mago de Terramar” no pone en cuestión eso en absoluto. El siguiente libro, “Las tumbas de Atuan”, sitúa a la mujer como centro, acompañada de un hombre: ninguno de los dos puede lograr su libertad sin el otro. “La costa más lejana” vuelve al mundo de los hombres. Los últimos tres libros de la saga miran al mundo de los hombres pero poniendo sus fundamentos morales bajo una lupa, a pesar de su realidad.



Sin embargo, la palabra “feminista” ha sido malinterpretada y denigrada, y al feminismo hemos de dar las gracias de la inclusión en la literatura de todo el género humano, no solamente de su mitad masculina.



Lo cierto es que las mujeres aún tienen más posibilidades de terminar al cuidado de la casa que los hombres –quizá cosiendo, quizá suspirando, quizá estudiando matemáticas o tocando la viola, pero casi siempre al cuidado de los niños, poniendo la comida en la mesa o limpiando el suelo. ¿Hay que avergonzarse de ello? ¿En qué hace a la mujer inferior al hombre dedicarse a esas tareas? Las mujeres no tienen porque imitar al hombre para ser consideradas seres humanos.



Durante mucho tiempo, la ficción falló precisamente en eso, en preguntarse que ocurre en el hogar, entre las mujeres. Si está cosiendo, ¿por qué lo hace? ¿Quiere hacer esto o no? ¿Por qué deshace el tapiz cada noche? ¿Suspira por su amante ausente, o por el estado de la economía del país, o el problema del origen de la maldad? ¿Cómo es la vida, la actual vida interna de la mitad de la raza humana?



Si a un hombre no le interesan las respuestas a estas preguntas, dejemos que lea libros para chicos sobre batallas, etc. Hay muchos de este tipo.



Alejandro Serrano: Su trabajo en Terramar y otras novelas se centra habitualmente en la maduración de sus personajes, y en sus esfuerzos por encontrar su lugar en un mundo cruel lleno de peligros, cuyo equilibrio tiende a ser volátil… Esto es únicamente un reflejo de la vida real, transplantado a un mundo lleno de criaturas sobrenaturales, y que realza aún más la universalidad de los temas sociales de sus libros. La mayoría de la fantasía suele centrarse en héroes sin escrúpulos o en escenas donde la espectacularidad eclipsa toda reflexión. Algunas veces parecen intentos por esconder la falta de argumentos del escritor, pero sus libros se centran por completo en estas reflexiones… ¿La fantasía debería hacernos pensar sobre el mundo real, sobre nuestra relación con el resto del mundo?



Ursula K. Le Guin: Dudo mucho a la hora de afirmar que cualquier tipo de literatura “debería” hacer algo; esto reduce al arte a la practicidad –enseñando, inculcando moral-, como si fuese su única función posible. Así que diría sólo que la fantasía que no explore de alguna forma metafórica nuestra propia existencia en el mundo, probablemente resulte trivial. No obstante, también puede ser divertida.



Alejandro Serrano: El papel de la mujer y el hombre en la sociedad occidental ha cambiado mucho en las últimas décadas, y ambos espacios vitales se han aproximado mucho, pero… algunas veces parece que si no estamos casados, no tenemos niños o relaciones estables no podamos realizarnos como personas; y si tenemos niños, tanto la mujer como el hombre han de trabajar fuera, sin tiempo para educarlos. ¿No cree que en muchas ocasiones se nos pide, a hombres y a mujeres, cumplir con su papel en el seno de la familia y en nuestro trabajo como si fuéramos superhéroes?



Ursula K. Le Guin: Sí. Veo lo duro que ha sido para la generación de mis hijos (ahora en los cuarenta) trabajar, cumplir con sus deberes, con muy poco tiempo para tomarse las cosas con tranquilidad; siento profundamente que algo está muy mal. Es el trabajo, y su naturaleza, los que están equivocados. Creo que los hombres y las mujeres están atrapados en una gran máquina que ha convertido al mundo, la máquina del capitalismo, en la que la productividad, la actividad y el crecimiento no pueden parar ni un momento. Esta gran máquina cubre la tierra de residuos y devora a sus hijos.



Alejandro Serrano: Todos los libros de la saga de La Costa Oeste (‘Gifts’, ‘Voices’ y ‘Powers’), serán publicadas en España, según el editor de Minotauro. Por el momento, tan sólo han traducido el primero, “Los Dones”, una novela que explora la naturaleza de los poderes, el crecimiento personal y como éstos pueden entrar en conflicto con el resto del mundo. Nuestro conocimiento puede ser útil, pero también el origen de nuestra ruina. Esta lección está bastante lejos del trato que usualmente se le da en la literatura, como regalos sin condiciones: pero hemos de ser cuidadosos al usarlo, son peligrosos. No creo que estos libros estén dirigidos sólo a la audiencia juvenil, los adultos pueden aprender mucho de estas historias y aplicar sus lecciones en su vida real, en su relación con los demás. ¿Cuántos conflictos podrían haberse evitado si fuésemos más cuidadosos con nuestras diferencias?





Ursula K. Le Guin: Los editores adoran la categoría de “joven adulto”, que les proporciona ventas seguras entre los adolescentes. Desafortunadamente, si publicas un libro en esa categoría puedes estar seguro de que los críticos (incluso dentro de la ciencia ficción y la fantasía) lo ignoren, y que muchos adultos lo eviten, creyendo que tan sólo es para críos. El hecho es que, muchos libros para “jóvenes adultos”, particularmente en la fantasía, difieren únicamente del resto en que sus protagonistas suelen tener menos de veinte años. Me gusta escribir sobre personas de esta edad porque son abiertos, vulnerables, su encuentro con el mundo es fresco y apasionado; pero ciertamente, no creo que mis libros con protagonistas jóvenes estén tan sólo escritos para adolescentes (después de todo, tan sólo hay que fijarse en “Romeo y Julieta”)…



Alejandro Serrano: Mientras esperamos por ‘Voices’ (“Voces”) y ‘Powers’ (“Poderes”) en España, Minotauro publicará a últimos de febrero de este año un libro con algunas historias suyas de ciencia ficción: “Los Mundos de Ursula K. Le Guin”, con ‘The Left Hand of Darkness’ (“La mano izquierda de la Oscuridad”), ‘The Word for the World is forest’ (“El nombre del Mundo es Bosque”), and ‘The Dispossesed’ (“Los Desposeídos”). ¿Siente que hay diferencias sustanciales entre escribir ciencia ficción o fantasía? ¿Puede contarnos algo sobre estas historias?



Ursula K. Le Guin: Estas tres novelas son todas de ciencia ficción, no de fantasía; esto es así, se sitúan en un universo en el que se obvian las leyes de la física que conocemos, pero no violan abiertamente los principios científicos, tal y como hace la fantasía con sus magos, gatos alados o los Alephs.



Creo que la fantasía es la más antigua clase de literatura que todavía se practica, y la ciencia ficción la más reciente. La ciencia ficción es un derivado del realismo. Al igual que el realismo, usa el mundo actual como base, a menudo el contemporáneo. Difiere del realismo únicamente en la extrapolación de un futuro al que se puede llegar a través de la actualidad presente, o en imaginar algún plausible avance científico o cambio social, todo ello desarrollado de la forma más realista y preciosista posible. Es una forma de ficción altamente ingeniosa y divertida, que he disfrutado leyendo y escribiendo.



Creo que la ciencia ficción está cambiando de forma, perdiendo su esquema intelectual, mezclándose bajo otras formas, y tal y como el mundo cambia rápidamente a nuestro alrededor, la ficción no puede, literalmente, mantener este crecimiento de la ciencia y la tecnología, y sólo lo intenta.



Alejandro Serrano: Hay sectores en nuestra sociedad (y en EE.UU.), que intentan forzar a la población a abrazar ideas políticas que creíamos superadas, como el fundamentalismo religioso, los tabúes sexuales o su visión de la violencia justificada. Persiguen a todo el que no opina de la misma forma, y aseguran que el país sufre bajo la falta de moralidad… ¿Cree que existe una moral distinta del fundamentalismo político o religioso, más tolerante en términos sociales, con mayor libertad de pensamiento? ¿Qué papel tiene la fantasía en ella?



Ursula K. Le Guin: Diré únicamente que tanto la ciencia ficción como la fantasía son formas de literatura que permiten imaginar ALTERNATIVAS. Sociedades, políticas, culturas, reglas de género, ideas religiosas,… todas ellas alternativas. Y precisamente por ello tienen un gran papel a la hora de cultivar el uso racional de la imaginación, en liberar a las mentes de la mano muerta de las ideologías rígidas e irracionales.





Alejandro Serrano: No sé que ocurre con las adaptaciones de Terramar. Francamente, no es tan difícil comprender al menos el espíritu de la saga (aunque haya muchas cosas interpretables), pero cada vez que alguien intenta adaptarla a otros formatos, el resultado no tiene nada que ver con lo que usted ha escrito. No sólo le ocurre a usted, obviamente, por ejemplo, hace poco Hollywood ha destrozado por completo “Soy Leyenda”, de Richard Matheson. Creo que no deberían adaptar un libro si no quieren preservar su espíritu. Las tres películas de “El Señor de los Anillos”, de Peter Jackson, son una excepción… hay muchos cambios en ellas, pero el espíritu de J.R.R. Tolkien está en ella. Incluso con el exceso de la violencia y la falta de las profundas reflexiones que sí están presentes en los libros, uno puede apreciar la belleza de la vida y lo que Sauron pretende destruir: miles de pequeñas historias personales, todo lo bueno que existe en el mundo, algo que está por encima de la supervivencia de cualquier reino. ¿Cree usted que en el futuro podremos ver una buena adaptación de Terramar, tras los intentos de Goro Miyazaki y Lieberman? ¿Nadie está interesado en su propio guión, que escribió junto a Michael Powell? ¿Qué piensa de las dos adaptaciones de Terramar y sobre la de El Señor de los Anillos?





Ursula K. Le Guin: ¡Ay, ay, caramba! ¡Por favor, no me preguntes sobre eso!





Alejandro Serrano: Parece que todo está dicho en Terramar, y en ocasiones ha expresado su rechazo a continuar la saga, algo muy entendible, por otra parte, tras años de dedicación a ella. Y francamente, aunque podría continuar, argumentalmente hablando, parece bien cerrada. ¿Ha pensado alguna vevz volver a escribir sobre Ged y Tenar, o algún spin-off sobre algún personaje?



Ursula K. Le Guin: Bien, como se suele decir, “Nunca digas nunca jamás”. Amo a la gente que habita Terramar, y hay muchas islas que nunca tuve la oportunidad de visitar… pero creo que la historia finalizó por sí misma por completo al final del sexto libro.





Alejandro Serrano: El trabajo de un escritor nunca parece finalizar, al menos si la inspiración acude… ¿qué proyectos tiene en mente?





Ursula K. Le Guin: Mi próximo libro, que se publicará esta primavera, se titula ‘Lavinia’. Es la chica italiana con la que Aeneas está condenado a casarse, y para poder fundar la ciudad y el imperio de Roma. Los últimos libros de la Eneida están llenos de batallas: Virgilio tenía bastante que contar sobre la guerra, su locura y tragedia, porque (creo), él quería mostrar a su nuevo emperador Augusto el coste real del Imperio y preguntarle: “¿merece la pena?”. Pero no tuvo tiempo de contarnos mucho sobre Lavinia, o al menos de dejarla hablar. Así que, leyendo el poema, comencé a preguntarme sobre ella, le dije: “¿Lavinia, quién eres?” Y ella me respondió. Y aquí está la novela. Es diferente a todo lo que he escrito hasta ahora. Estoy muy contenta con ella.



Y tras Lavinia no sé lo que haré, nunca lo sé.





Alejandro Serrano: Finalmente, ha sido un placer conocerla… ¿Qué diría a sus fans de Fantasymundo y a aquellos que aún no han leído sus libros?



Ursula K. Le Guin: Un escritor sin lectores es una criatura miserable. Si sois felices leyendo mis libros, creedme, ¡soy feliz porque los leéis! Y estoy feliz de haberos encontrado, en una forma misteriosa –la única magia auténtica que conozco-, en el espacio de la literatura, donde las mentes y la imaginación se encuentran, se unen y juegan juntas, y aunque seamos siempre extraños, aún más por hablar en distintas lenguas, nos comprendemos.





EL MEJOR DE AMERICA




Sandro según Javier Martínez







Estoy anonadado y todo esto es una gran pena porque era un gran amigo. Nos conocimos en La Cueva, cuando él se transformó en el alma mater del lugar, que dejó de ser un club de jazz llamado La Cueva de Pasarotus y pasó a ser La Cueva de Sandro. Era su época rockera, con Sandro y Los de Fuego. El contacto inicial lo tuvo Pajarito Zaguri, que lo conocía de las salas de ensayo en Callao 11, y en La Cueva estábamos Miguelito Abuelo, Pipo Lernoud y Moris. Nosotros éramos apenas profesionales y él ya actuaba en televisión y se vestía con ropa de cuero y bailaba. De toda la barra, Sandro era el único que estaba en la fama, pero no le teníamos envidia, sino que lo admirábamos, y nos enseñó los secretos de la profesión. Estar al lado de él fue toda una escuela, porque nunca se le subió el estrellato a la cabeza. Era un rockero de primera y aprendimos mucho con él, no sólo del rock and roll sino de la vida, con máximas como “Que hablen, mal o bien, pero que hablen”, o “Cuando subo al escenario soy Sandro y cuando bajo soy Roberto Sánchez”.






Yo conocí la humildad del tipo, su simpleza y falta de ego. Con el tiempo nos hicimos muy amigos, de verdad, y compartimos años de bohemia en los bares del Bajo, en los centros nocturnos de la calle 25 de Mayo casi Reconquista, ahí por la parte baja de la City. Sandro aparecía en La Cueva con un auto sport descapotable y a veces me decía: “¡Vamos a los boliches!”. Yo era cero cholulo y muy discreto.






Sandro iba a La Cueva todas las noches. Caía bien tarde y se ponía a cantar algún tema de Little Richard, Elvis o Jerry Lee Lewis con la banda que estaba ahí o con su propio grupo, con Adalberto Cevasco, Hebert Orland, Bernardo Baraj y Fernando Bermúdez, de quien me hice amigo y a veces me pedía que lo cubriera si tenía una salida. Entonces Sandro me reconoció como baterista, un día nos pusimos a hacer “All Shook Up” y le gustó tanto que me llevó a la CBS para grabar. ¡Y para mí fue toda una aventura porque ni había entrado en El Grupo de Gastón y ni soñaba con hacer Manal! Conocí el estudio de la calle Paraguay, con Héctor Techeiro como productor. ¡Así que en realidad mi debut discográfico fue haciendo coros con Sandro!


Me gusta hablar de la parte humana, porque la parte artística ya se conoce. A lo sumo, hubo seudo críticos e historiadores que en un momento se olvidaron del lugar de pionero que tuvo en el rock nuestro. Sandro fue el primero de todos. Después vinieron los demás: Los Pick Ups y Los Tamis, todos con el repertorio de Elvis en castellano, pero él lo hizo primero y recontra bien. Tenía toda esa data muy clara y armó unas bandas que sonaban fenómeno. Y en su casa, con amigos, tocaba el piano como Little Richard, perfecto. Y era un muy buen guitarrista rítmico.






Recuerdo que una vez tuvimos un show en el Rowing Club de Tigre, fuimos a pedirle una guitarra, nos prestó todos los equipos y Moris tocó con esa viola. También nos dio la data precisa para comprar la primera Telecaster de Manal, cuando Pipo cobró los derechos de autor de “Ayer nomás”, que era el lado B de “La balsa”. Siempre nos ayudó a todos y nos aconsejó a todos.

Conversación con Gonzalo Rojas



SALAMANCA, 30 de octubre de 2002. Víspera del acto en el que la Reina Sofía entregara el Premio de Poesía Iberoamericana que lleva su nombre al poeta José Antonio Muñoz Rojas. Con motivo de la Capitalidad Europea de la Cultura, el Paraninfo de la Universidad de Salamanca acogerá el más alto galardón poético de nuestras letras. Entre los invitados de honor, Gonzalo Rojas, el primero que recibió ese extraordinario reconocimiento internacional. La entrevista tiene lugar en el Colegio Mayor Arzobispo Fonseca. En el salón de su suite, Gonzalo Rojas recibe cordial y generoso. Pone la tarde entera a disposición de los entrevistadores. Sobre la mesa, dos textos importantes para la conversación: la antología Del ocio sagrado, que Rojas acaba de publicar en DeBolsillo, y las páginas mecanografiadas de un discurso que todavía no ha pronunciado: el de su ingreso en la Academia Chilena de la Lengua, que se producirá tan pronto vuelva a su país. Acompaña a Gonzalo Rojas la poeta chilena Violeta Medina, que ha hecho posible la entrevista con su entusiasmo invisible y que intervendrá en algunos momentos de la conversación.




Poemas de Gonzalo Rojas





M.A.P.L.Esta antología –verdaderamente de bolsillo– tiene cinco poemas inéditos. Un acontecimiento, en un poeta como usted del que Pablo Neruda dijo que “escribe poquito".



Y de repente cuando uno escribe “demasiadito” quedan apenas cinco poemas, por muy frondosa que sea la producción. Siempre quedan cuatro o cinco poemas, verdaderamente inmortales, cuando uno pasa una raya encima. Es muy curioso. A mí me gustan esas antologías de poesía griega o de los pueblos orientales, de las que quedan unas líneas desmochadas, de una vivacidad..., con una vibración verdaderamente fundamental. No hay que hacerse ilusiones con que lo concluso o lo concluyente sea tanto. Por eso yo cuento el cuento siempre: Yo he estado una vez en el sur del país chileno, en una región hermosa que se llama Chiloé. Es un archipiélago, muchas islas, hermosura, y había unos veinte niños, estaba lloviendo afuera, y era una escuela humilde, muy humilde, los chicos estaban en el suelo porque la profesora les había dicho que yo estaba de paso allí. Y me pidieron que leyera un poema. Leí el poema “Carbón” que está más cerca de la comprensión que les envuelve a los chicos. Yo les dije háganme alguna pregunta, la que quieran. Algo que entiendan o no entiendan, lo que quieran, y, bien desinhibidos ellos, uno me dijo: Oiga poeta, y cuando usted escribe una de esas poesías, ¿no le parece que no le funciona, como que le quedó inconclusa? Reparen hasta en el término funciona. ¿No le funciona, como que le quedó inconclusa? Me pareció tan pertinente la pregunta, tan preciosa... ¿no? Ni un letrado ni el más ilustre académico es capaz de atisbar, de decir eso: cómo en la poesía no queda cerrado el juego, cómo de suyo el ejercicio poético implica entonces una apertura, o por lo menos algo que “no alcanza a”, esto no se puede explicar nunca. Eso es lo que te hace perdurar o te hace grande, lo que hace la poesía. Yo personalmente soy un inconcluso. Por ahí empiezo. Y de ahí que cultive la inconclusividad, la inconclusión. Se me da eso. Se me da porque, apoyándome en un genial autor, en este caso Wittgenstein, casi todo es otra cosa. Ahí entra de inmediato el juego del azar. Lo del azar ya sabemos que funciona, funciona no sólo en la tarea poética sino en la vida misma. ¿Cómo no va a ser azar para mí estar aquí ahora de repente con ustedes?

J.A.G.I.: Entre esos inéditos hay poemas de amor. En su discurso de ingreso en la Academia Chilena afirma que no se escriben sólo a los veinte años. De hecho hay poemas de amor recientes.



Yo creo indudablemente en eso, porque entre las utopías la que sin duda no ha perecido ni perece y tal vez no perezca jamás, la del fundamento, es el amor (el amor que mueve el sol y las estrellas del Dante). Ese amor en mí perdura. Ahora, claro, el eros en su diversidad, en sus matices... Pero no es raro que un animal poético como es mi caso haya nacido fascinado por ese encantamiento que es el amor. No hay que ser un poeta: la chica mirando al chico, el ojo...



J.A.G.I.: El olfato...



El olfato, mira eso me interesa. Por qué no lo miramos juntos, mirémoslo Juan Antonio, no a escala de letrados, mirémoslo como lo leería alguien que tuviera cuidado con la palabra y nada más. Olfato podría llevarnos a algo aparentemente muy exterior... No más que algo muy exterior, vamos a ver el poema:



OLFATO



Hombre es baile, mujer



es igualmente baile, duran



60, tiran



diez mil



noches,



echan 10



hijos y en cuanto al semen ella



se lava el corazón



con semen, huele a los hijos,



a su hombre remoto lo



huele con nariz caliente, ya difunto.



Con nariz de loca lo huele.



[Con el libro en la mano, empieza a comentar el poema] Hombre es baile, mujer / es igualmente baile. Eso no se puede negar. No en el orden de lo olfatorio prodigioso, y digo prodigioso, porque de todos los sentidos según me ha contado mi hijo mayor, es el más atrasado de los sentidos, pero a la vez el más precioso, ¿no?, hhh [aspira Gonzalo Rojas, olfatea]. Cómo olfatean los perros, cuánto prodigio hay en ese olfato, cuánto registro en ello, cuando olfateamos la realidad. Hombre es baile, mujer / es igualmente

baile, diversidad de movimientos: duran 60, esos 60 se supone que tienen que ver con el plazo que dura la criatura humana en pareja. Tiran diez mil /noches. Es fea esa expresión, mis queridos amigos y amigas, y sobre todo el verbo tirar parece cruelmente procaz, con un grado de procacidad..., pero es que así habla el mundo, y así hablo yo y además en mí funciona, Juan Antonio, la oralidad junto con la luz clásica, se me dan a la misma, en un mismo juego. Tal vez eso es lo que haga distinta la poesía mía de la de quién, de la de Nicanor, de la Cardenal, por ejemplo, que insisten en una coloquialidad demasiado coloquial. Duran 60, tiran y reparando en que hay un blanco, el blanco es decisivo en eso, es lo que no entenderá nunca un editor pavoroso. Los editores no entienden nada de lo que es el silencio, el prodigio del silencio, lo que dice el silencio. Tiran / diez mil. Luego echan 10 / hijos y en cuanto al semen... Otra vez aparece la procacidad ya máxima. Sin embargo por qué. No hay que olvidarse de que en el sistema poético de Gonzalo Rojas semen-semilla es el fundamento. Hay un poema de los veinte años que se llama “El sol es la única semilla”. En la poesía mía por lo menos me atrevo a hablar de que juega un juego largo, largo, inabarcable incluso para mí: no se cierra. Otra vez la inconclusión. No se cierra, cuando aquí se dice semen se dice semilla y cuando se dice semilla se dice sol. Hay un campo de resonancias enorme. Ella se lava el corazón con semen. A mí se me da incluso diciéndolo yo con una ternura esto... Porque la madre está oliendo al hijo, sintiendo adentro de los adentros, de lo genital, de lo terrestre como diría Neruda por su lado. Ella se lava el corazón con semen. Huele a los hijos... Mira como una bestia, como una animala preciosa la madre huele a los hijos. A su hombre remoto. Lo huele con nariz caliente –otra vez un terminacho de aspecto efusivo–. Ya difunto... Hay un juego de contradicciones incesantes. Ahora, la eficacia está en el epifonema. Ustedes que saben bien lo que es la poesía: Con nariz de loca lo huele. Ahí está la clave del olfato.



M.A.P.L.: Los anillos de Gonzalo Rojas parecieran como los anillos del árbol que se va engrosando y uno siente que el árbol crece, como si este poema nos hiciera pensar en el poema “La salvación”, donde el hombre dice: Por qué no la preñé como varón / Por qué no la libré de aquello turbio y perverso que exhalan los difuntos.



La vida da y por eso yo te digo: no he progresado nada. Las visiones y el lenguaje de las visiones desde primera edad son los mismos o tan próximos... Y de hecho yo no tengo porqué aceptar la linealidad de la poesía. Un poema tras otro, tras otro. O un libro tras otro, como una construcción de ladrillos. ¡No! Ellos retornan, los poemas. Vuelven a uno, anémicamente, memorísticamente. Eso sí es raro. Ahora, no es raro que por ejemplo el otro poema se llame “Hombre es baile mujer es igualmente baile”. No sé. Hay una persistencia... Tal vez yo creo más que nada en el rhythmus, en el númerus se puede decir, porque creo en la vida y creo en el respire, esta diástole-sístole [inspira]. Yo era tartamudo de pequeñito. Me costaba un mundo sacar los vocablos, los fonemas duros, la pe, la te, la ka, qué horror, me costaba un mundo, no me salía la palabra. Entonces, como estaba en un colegio bien severo, estaba en un internado, donde me puso mi madre, no teníamos dinero y fui a dar al internado. Nos hacían leer, no había ni radios ni televisión, mientras comían los muchachos, costumbre muy española. Nos hacían leer los profesores para que yo me curara solo. Pero yo descubrí la cosa, en lugar de leer esos vocablos, los fonemas duros, ¡relevaba el vocablo! Me inventaba otra palabra suave y hacía jugar mi imaginación. Es el taller interno de un poeta, el intrataller. Y todo eso tiene que ver con las pequeñas neurosis, que a lo mejor no son tan pequeñas en los niños. Los niños son tan pequeños como los grandes. Hasta un asma tenía.



J.A.G.I.: Asma es amor, según su propia poesía.



Asma es amor. Ahora, las aes, ahí funciona la a, con la ansiedad, con esa palabra que en alemán se llama Angst.



J.A.G.I.: Que es la misma que ángulo. Lo que se estrecha.



Esa unión es la que me interesa. Hay que elegir. Y, Juan Antonio, miremos desde todo el tejido real, la imbricación de los vocablos, de los sonidos. La idea no es mía, puede ser de Quevedo, por ejemplo, ¿cómo es? El largo parentesco de las cosas. Y hay que descubrir eso. Se da solo.



M.A.P.L.: Aparece como una posibilidad de lo secreto.



Qué linda. Lo secreto. Claro que sí. D’accord.



J.A.G.I.: D’accord, Valéry, como dice en su discurso. La locura, nariz de loca...



Estoy llegando, viniendo de la casa de esta loca, de Santa Teresa, y uno ya hacía escala de psiquiatría, escala histérica...



J.A.G.I.: Escala platónica...



Escala platónica. Y es la imaginación prodigiosa de esa criatura, qué hermosura. Bueno, hay qué ver lo que es Teresa, no tenemos un genio así en mujer. De repente Mistrala algo hace, pero...



J.A.G.I.: Está milimétricamente cerca.



Sí, sí, sí, sí, sí. Pero ¿era iletrada o letrada o semiletrada? ¿Cómo era?



J.A.G.I.: Después la han hecho doctora de la Iglesia y de esta Universidad.



Doctora de la Iglesia. Luce [López-Baralt] ha trabajado mucho con la mística española. Y estos místicos la llevan a los sufíes.



J.A.G.I.: Hay una defensa de esa genealogía.



M.A.P.L.: Una raíz, sí. San Juan también.



Sí, sí, sí, San Juan también. Y ese sufismo a mí me apasiona.



M.A.P.L.: Le parece que ese concepto de lo inefable sería...



Fíjate que yo digo inhablable, y lo digo intencionalmente, o sea que inhablable me resulta más decidor que el inefable, que está demasiado categorizado, jerarquizado. Alcanzamos a decir. Piensa que ahora les puede ocurrir a los otros poetas, que pasado un tiempo, aquello que parecía semiindescifrado en uno mismo, se esclarece en unos preciosos poemas.



J.A.G.I.: La equivalencia, por volver a la santa, entre santa, loca y puta.



M.A.P.L.: Para mí son sinónimos, pero son residuos de algo que está fuera, fuera de las pautas: es un extravío precioso en el que anda también ese concepto mayor que se llama locura, porque ellos saben más que nosotros. Puta es una palabra cruel, putidoncella tiene más gracia.



J.A.G.I.: Pon cortesana si quieres.



Ese putare en latín significa pensar, he aquí que la t se dulcifica, algo sé del tema, en cambio el que poda, ése sabe la cosa. Los niños nuestros debieran volver a estudiar su latín, su griego, o cuando menos leer con cuidado a sus clásicos.



M.A.P.L.: Sus poemas suelen ser poemas largos, y hay como una especie de tensión por contener.



Mi hijita linda, usted está diciendo una verdad como un grito. Dijiste contención, sí. Yo estoy por la contención, no por el derramamiento. De ahí me viene mi clasicidad. Creo que la gané leyendo con respeto, con cuidado la cosa. Es decir. No con apuro, no por arriba. La contención, no la contención azoriniana de la brevedad. Decir, como decía Pound, lo máximo con lo mínimo. Me maravilla. ¿Conociste ese poema mío: “Ochenta veces nadie”? Esa elipsis es todo, ¿no?, ¿qué, qué pasó, qué fue, cómo fue la cosa? Te apareciste por aquí. Y, ahora no, claro, tampoco se trata de congelar la cosa ni de vivir elípticamente.



J.A.G.I.: Ha salido Pound en la conversación, y aparece mucho en su escritura, “no copien al copión maravilloso”.



Sí, me encanta, porque yo no creo en la originalidad, sino en el coro. A mí se me da así la poesía, en el coro. ¿Quién era el que decía de los poetas ingleses que el verdadero poeta era Homero, por hablar de la occidentalidad, de lo occidental? Yo he vivido en Chile, y desde allá la cosa se ve distinto. Cinco mil años de vida con los dos mil o tres mil de aquí.



M.A.P.L.: Y de la poesía española contemporánea, ¿le interesa algún nombre?



Son buenos poetas. No es cierto que esté decaída la poesía totalmente acá, que ustedes sean farragosos, perdónenme, no es cierto.



M.A.P.L. y J.A.G.I.: No nos haga sufrir.



Yo te lo digo, a nosotros en América se nos ofrecen farragosos. Recuerdo haber hablado con Octavio tantas veces de cosas así, con Octavio Paz y sí sabía la cosa. No era un gran poeta, así de fundamento máximo, porque era letrado, hiperlúcido, se lo comía la lucidez. No le funcionaba del todo ese otro juego más animal de un Vallejo, por ejemplo, que te lo dice sin decir, ¿no?, que es de un arrebatado... Y llama la atención: nunca habló Paz de Vallejo. Tampoco otro genio, lúcido y crítico, que se llama para nosotros Borges. No habló de Vallejo ¿qué pasa de eso? En cambio aquí en España se respeta a Vallejo y se le quiere a Vallejo.



M.A.P.L.: En clase, yo siempre cito sus versos “Ya todo estaba escrito / cuando Vallejo dijo todavía”, por esa humanidad profundísima... Les digo: no olviden los versos de Gonzalo Rojas, un nuevo lenguaje para la poesía.



Ese nuevo lenguaje es la ruptura, magia, ruptura de todas las sintaxis. Y eso fue lo que hicieron algunos poetas norteamericanos, pero sobre todo Pound, porque ése era más loco que nadie.



J.A.G.I.: El gran clásico apaleado, dice en el discurso.



Lo apalearon y no sólo por su actitud política. Yo soy hombre de las izquierdas, lo fui siempre, pero no me molesta nada que Pound haya sido mussoliniano. Era un juego por la televisión o por la radio que él hacía, exaltado, imagínate, por el odio y la reserva que le tenía al dinero, al asqueroso dinero.



J.A.G.I.: En el discurso en la Academia Chilena afirma: Vengo de nuestra España...



Vengo de nuestra España. Claro, porque yo voy a llegar en unas horas, todavía con el zumbido de los motores.



M.A.P.L.: Discurso vivo, que recoge las preocupaciones de Gonzalo Rojas.



Si estoy vivo, ése es el juego, estar vivo o no vivo.



J.A.G.I.: La actualidad. La palabra arroba, aparece en un poema. ¿Le gusta la palabra como tal?



Como tal, y además es arrobamiento. A mí me encanta arroba. Y si estoy extasiado con una criatura, bonita, fea, a veces me gustan pavorosamente. La arroba, arrullo virtual.



V.M.: También hace pensar en los medios. Internet, la televisión...



El bullicio, la mezcolanza. Yo veo muchachitas, aparecen cantando, bailando ni se sabe. Hay una denuncia de falsedad, de mundo. Es la liviandad por la liviandad barata, ni siquiera con gracia mayor, a veces con gracia también.



J.A.G.I.: El poeta es una voz moral, es una voz satírica, que da la alerta a la comunidad.



Así es. En mí funciona el poeta moral. Se ha hablado en la revista Ínsula de la moral del canto de Gonzalo Rojas.



J.A.G.I.: Siente desconfianza hacia el siglo XXI. Después referido a Pound, sostiene que se leerá más allá del siglo XXIV. ¿Es la perduración única de la literatura?



Yo creo que el valor no se cancela. No. Fuera de la poesía, está eliminado, qué se yo, cancelado. Ahora lo que hay que hacer es dar con la palabra digna y cómo se hace. Hay un físico, yo lo leí, es impresionante lo que dice, Niels Bohr, que dice: “vivimos colgados del lenguaje”. ¿Cómo vamos a cancelar o terminar con el lenguaje, cómo se hace? También lo de la imprecisión. Es la vieja cosa de Heisenberg. Aquello que se le atribuye a Heráclito: ambigüedad, aproximación, nada más. Cuando nos acusan a nosotros los poetas de imprecisos, de que no llegamos a... no sé qué, ¡claro! Pero es porque nosotros buscamos la exactitud. Hay un pequeño geómetra en el poeta, lo cual no se niega, pero funciona la ambigüedad...



V.M.: Hay tres asuntos en ese campo que preocupan a Gonzalo: la manipulación genética, las computadoras, la ciencia ficción.



J.A.G.I.: ¿El poeta tiene que conseguir que los científicos le escuchen?



Sí. Claro que sí. El físico tiene conciencia del límite, por eso es un matemático. El científico. Pero el poeta también tiene conciencia del límite. El rigor funciona en la poesía. El númerus, el rigor.



J.A.G.I.: Libre de academias y de vanguardias, se autodefine ante la Academia Chilena. Sería bonito que le hicieran vanguardista de número como le hacen académico de número. Pero concretemos la función del poeta, ¿mantenemos que es el guardián del mito?



Eso sí, bella pregunta. ¿Cómo te explicas el mito tú? ¿Por qué ese hombre que se llama (retengo muy pocos nuevos nombres de la actualidad todavía), el muchacho que dirige Cuba...?



J.A.G.I.: Admirable perífrasis.



V.M.: Fidel Castro.



Con toda la luz que tiene, el haber situado a su país en la historia, a su pequeña isla, en la historia contemporánea, con todo, él no es mito ¿Y por qué Guevara es mito? Guevara es, y nació, mito.



J.A.G.I.:¿Se nace mito?



Él nació mito por lo menos. Ese muchacho. Hijo de familia con prosapia, de una familia elegante allí. En una motocicleta atraviesa el sur y sigue en una motoneta, hasta el norte. En Guatemala hay una injusticia muy grande social, y entonces fue a Argentina. Un muchacho con diecinueve... Eso es conciencia del límite. Entonces él se instala allí. Ofrece su vida. La da en buena medida. Cuando el estalinismo reinaba en la Tierra, él no fue nunca un estalinista, un estalinero, como decía... nada. Él es un tipo distinto, él es otra cosa. Ya está. Se escapa y cruza y va a parar al mundo más difícil, Bolivia, alta, preciosa qué sé yo, Bolivia. Pero este joven entró en la historia. Más que en la historia entró en el mito. Ahora, hablando del mito hay que meterse con Platón, matizar. Hay tantas escalas de mitos...



V.M.: ¿Cuál es el mito más moderno? ¿Los mitos mediáticos? ¿Qué mito hay ahora?



Mito es incluso la especie de cancelación del sentido, es poner en tela de juicio también el mito.



J.A.G.I.: Pero ya no son mitos personales con cuerpo.



V. M.: Para usted es un mito que no haya mito.



Exactamente, que no es posible y sin embargo existe. Son mitos antropomorfizados que los hemos tenido a la vista, al alcance...



J.A.G.I.: Tengo un joven amigo que está haciendo un estudio sobre el mito de Greta Garbo en la literatura.



¿Y él que dice de ella?



J.A.G.I.: Que el mito tiene que encarnarse después, definitivamente, en la literatura.



Sí. Pero fíjate que uno nace mito. Eso me consta. Yo estoy seguro, no lo quiero decir, me siento mito. [Ríe]. ¿Sabes por qué soy mito, estoy seguro? Por esa dimensión de hacer y contemplar al mismo tiempo. Es decir, en mí funciona el contemplativo y el activo. A mí me gusta hacer. Yo soy de la raza fundacional, por eso adoro a los españoles, que se atrevieron con el mundo. Sabemos lo que eso quería decir, encima de esos caballos, hombre, andar meses y jugar al desamparo, no importa que fuera en nombre de no sé qué rey o reina o de no sé quién dio órdenes, que ¿quién lo hacía?, pero qué coraje, qué imaginación, maravilla, atravesar los mares, meterse por las sierras, por las cordilleras feroces. Y al que quiero de todos mío es a aquel muchacho inteligente, simpático y temerario...Ése lema suyo es muy lindo “La muerte menos temida da más vida“. Pero no, eso se queda corto para mí. En cambio, Almagro, a ése lo quiero porque perdió, ése es el que se arriesgó, apostó y perdió. El perdedor, qué diablo. Qué bonitas figuras, Dios, los españoles. Y por eso está viva España, no sólo porque tiene buenos negocios, empresas...



J.A.G.I.: No, porque además eso es accidente.



Accidental, sí.



J.A.G.I.: Usted es muy crítico con la poesía concebida como mercadería, como una actividad puramente comercial, ése es un aviso para los poetas más jóvenes o los lectores más jóvenes. Sería conveniente darles ese aviso claramente con la autoridad del maestro.



Yo lo digo claro. El título Del ocio sagrado es porque ocio implica eso, es visión. Y trans-vé el que ve más lejos, es trans-visionario un poco o algo así, entonces el ocio no es el negotium, la negación. El ocio ese sosiego que implica, adentro del desasosiego, se alcanza cuando se llega, cuando uno es capaz de abstenerse de la trampa de la alabanza, del negocio, del éxito. Los abusos ésos son una falsificación pavorosa, pues. A mí me da una gran vergüenza. Me acuerdo cuando de mi primer volumen llegaron quinientos ejemplares a casa, a la segunda planta donde vivía. Yo lo cojo, lo recojo. ¿Y sabes lo qué hice? Puse de canto los volúmenes en mi estantería, porque me dio una vergüenza, me sentí tan desolado y estúpido, que me lo entregaran así. No era egoísmo… Es muy pesado escribir, si uno se pone a pensarlo.



J.A.G.I.: Pero también hay que cumplirlo.



Y hay que cumplirlo. Y si te dan el don, ¿cómo lo haces?



Poemas de Gonzalo Rojas





La Errata

SEÑORES del jurado, ahí les mando de vuelta en



automóvil nupcial a esa mujer



que no me es, escasa



de encantamiento, puro pelo



ronco abajo, ahí van



las dos ubres testigas ya usadas



por múltiple palpación



de otras neutras de su especie



que no dan para calipigias, la errata



fue el chorro kármico, la vileza



de esas dos noches en mis sábanas, ahí también



van las dos sábanas coloradas de vergüenza, incluyo



por último 3 ó 4 rosas blancas,



pónganlas



en el florero de vidrio por mera distinción



a la fragancia mortuoria. Avísenme



si fue Zeus el que hiló la torcedura



de ese hilo o no más la Parca. Firmado:



Calímaco.



Enigma de la deseosa

MUCHACHA imperfecta busca hombre imperfecto



de 32, exige lectura



de Ovidio, ofrece: a) dos pechos de paloma,



b) toda su piel liviana



para los besos, c) mirada



verde para desafiar el infortunio



de las tormentas;



no va a las casas



ni tiene teléfono, acepta



imantación por pensamiento. No es Venus;



tiene la voracidad de Venus.

Aquiles Nazoa



Escritor, periodista, poeta y humorista, cuya obra proyecta los valores de la cultura popular venezolana. Nació en la barriada caraqueña de El Guarataro (ubicada en el sector de El Cementerio), en el seno de una familia de escasos recursos económicos. Fueron sus padres Rafael Nazoa, jardinero y Micaela González. A los 12 años empieza a trabajar para ayudar a su familia, completando su formación a través del estudio autodidacta. Entre 1932-1934 se desempeñó en múltiples oficios tales como aprendiz de carpintería, telefonista y botones del hotel Majestic de Caracas y empleado de una bodega, hasta que entra a trabajar en el diario caraqueño El Universal hacia 1935; donde trabaja como empaquetador, luego pasa al archivo de clisés y finalmente aprende tipografía y corrección de pruebas. Por este tiempo aprendió a leer el francés y el inglés, lo que le permitió en 1938, obtener un puesto como guía turística en el Museo de Bellas Artes. Durante este período fue enviado como corresponsal de El Universala Puerto Cabello, donde colabora en el diario El Verbo Democrático. Un artículo suyo en el que critica la indolencia de las autoridades locales en la erradicación de la malaria, le acarrea una demanda del Concejo Municipal de Puerto Cabello y su posterior encarcelamiento en 1940.



















































Luego de ser liberado regresa a Caracas, donde ingresa a trabajar en la emisora Radio Tropical y mantiene en El Universal una columna titulada «Por la misma calle». Durante este tiempo es incorporado al diario Últimas Noticias, comenzando a publicar sus poemas humorísticos en la sección «A punta de lanza», firmada con el seudónimo «Lancero». También en este período se incorpora al semanario satírico El Morrocoy Azul donde desarrolla sus dotes como humorista, publicando con el seudónimo de «Jacinto Ven a Veinte», sus poemas Teatro para leer. A partir de agosto de 1943, empieza a colaborar en el diario El Nacional. En 1945, aparece en Caracas su libro El transeúnte sonreído. Durante estos años, colabora igualmente en las revistas Élite y Fantoches, la segunda de las cuales dirige por cierto tiempo. En 1948 obtiene el Premio Nacional de Periodismo en la especialidad de escritores humorísticos y costumbristas. 2 años después aparecen sus libros El Ruiseñor de Catuchey Marcos Manaure, idea para una película venezolana, con prólogo de Juan Liscano. En 1953, el Morrocoy Azul pasa al control del gobierno, lo que ocasiona que Aquiles Nazoa y otras periodistas colaboren con la revista humorística El Tocador de las señoras.Sin embargo, al hacerse más difícil la situación política, Nazoa decide marchar al exilio (1955-1958).










































De regreso a Caracas, colabora en la revista Dominguito, fundada en febrero de 1958 por Gabriel Bracho Montiel y en marzo de 1959, crea junto a su hermano Aníbal la publicación humorística, Una señora en apuros; de la que sin embargo no llegaron a salir sino unos pocos números. Una situación similar aconteció con El fósforo, aparecido en noviembre de 1960, en el cual su nombre encabezaba la lista de los editores; en definitiva tanto ésta última revista como Dominguito fueron clausuradas por las autoridades gubernamentales a fines de 1960. Ese mismo año, aparece en Caracas su libro de poemas Caballo de manteca y, a partir de ese momento, sus obras dentro del género poético (ediciones, reediciones, antologías) se hacen más abundantes y son recogidas en la compilación Humor y amor de Aquiles Nazoa, publicada en 1970. Además de sus obras relacionadas con la poesía, Nazoa produjo trabajos en prosa que incluyen especialmente su ensayo de 1961, Cuba, de Martí a Fidel Castro; Caracas, física y espiritual (Caracas, 1967), que ganó ese mismo año el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal y trabajos de crítica de arte (Mirar un cuadro, Humorismo gráfico en Venezuela); así como numerosas conferencias de divulgación cultural. También en 1966 publicó una compilación titulada Los humoristas de Caracas. Durante la década de los 70, además de preparar libros como La vida privada de las muñecas de trapo, Raúl Santana con un pueblo en el bolsillo y Leoncio Martínez, genial e ingenioso(publicado después de su muerte), dicta charlas y conferencias, mantiene un programa de televisión titulado Las cosas más sencillas y proyecta la formación de un grupo actoral que pusiera en práctica el «Teatro para leer». Muere en un accidente de tránsito en la autopista Caracas-Valencia. En su memoria se creó por proposición de Pedro León Zapata, la cátedra libre de humorismo «Aquiles Nazoa», inaugurada el 11 de marzo de 1980.

Mario Vargas Llosa



Concha García Campoy: He leído Los cuadernos de don Rigoberto y le puedo asegurar que me he divertido mucho. No sé si sus lectores esperaban un libro de estas características, con un gran erotismo, un gran sentido del humor y también, un gran sentido crítico.







Mario Vargas Llosa: El punto de arranque de esta novela fue Elogio de la madrastra, en la que se trata de combinar una historia erótica con el humor, y con una elaboración que vincula el erotismo con todas las otras experiencias humanas sin que lo aísle, algo que, por desgracia, no suele ser muy frecuente en el erotismo contemporáneo. El erotismo es un elemento fundamental de la vida, un elemento enriquecedor, pero si se aísla de los otros aspectos de la vida, resulta algo muy monótono y, generalmente, muy vulgar. Yo traté de escribir esta historia en la que el erotismo fuera un protagonista de la historia, pero en el que no hubiera vulgaridad y en el que estuviera también presente todo el otro espectro de la vida humana, no erótico.






C.G.C: En esta novela tiene cabida el mundo de la pintura, de la literatura, de los viajes, de la filosofía, incluso algunas obsesiones que no sé si son particulares. ¿Por qué esas obsesiones?






M.V.Ll: Toda la novela tiene siempre una dimensión un poco secreta porque se alimenta de una parte muy íntima de la propia personalidad. Con esto no quiero decir que don Rigoberto sea un alter ego mío, ni mucho menos, pero sí que he utilizado en el personaje de don Rigoberto muchas obsesiones personales, muchas fantasías. En cambio, otras se las he inventado enteramente, pero en los sueños, en las fantasías, en las fobias, en las obsesiones de don Rigoberto, sí hay una cierta proyección de mis fantasmas secretos.






C.G.C: Usted dice que el hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando piensa, citando a Hölderlin, y establece un mundo de fantasías, de ficciones que son necesarias para combatir la banalidad, las miserias de la vida cotidiana.






M.V.Ll: Quizá ése sea el tema más profundo de la novela. Los seres humanos tenemos un arma maravillosa para defendernos de las frustraciones, de los reveses continuos que nos infringe la vida, que es la imaginación. Es ese recurso que nos permite trascender nuestra circunstancia pequeñita y convertirnos en reyes, en dioses, habitar un dominio que se pliegue enteramente a nuestros caprichos, para construir una realidad mejor de la que vivimos todos los días. Es el tema profundo de una novela que tiene un contexto mucho más serio que su apariencia ligera.






C.G.C: A través de una serie de cartas del protagonista, se describen algunas de las que pueden ser sus fobias, con críticas muy divertidas. Por ejemplo, hablando de erotismo, realiza una crítica feroz contra los estereotipos de PlayBoy, de Penthouse... contra este tipo de mujeres perfectas de sexualidad programada.






M.V.Ll: Exactamente. El erotismo es perfectamente definible, es un enriquecimiento del amor físico con ayuda de la imaginación, ésa podría ser una de las definiciones del erotismo. El amor puramente físico es el aspecto más animal del amor y del placer, pero se enriquece en gran medida cuando se rodea de rituales, de ceremonias, de una cierta teatralidad, con ayuda de la imaginación y, por supuesto, de los deseos secretos. Ese erotismo no sólo es una fuente de placer, también ha sido la fuente de una literatura riquísima, de la pintura, del cine, de la música. Ha aumentado enormemente la creatividad del ser humano. También hay un erotismo banalizado, que se ha convertido en un producto industrial e impuesto a la sociedad a través de la publicidad. Para mí es la banalización total del erotismo porque ya no permite que se ejerza esa creatividad de los propios individuos de acuerdo con sus propios fantasmas, y eso lo veo simbolizado en una revista como PlayBoy o como Penthouse, que reflejan un erotismo programado, banal, superficial y, muchas veces, de un pésimo gusto.






C.G.C: En la historia hay una parte deliciosa, una propuesta de un viaje, un viaje fantástico, quizá con un punto hortera [cursi], pero que podría corresponder a un deseo común: París, Venecia, Estados Unidos... con lo mejor y más exquisito de los tópicos de cada lugar.






M.V.Ll: La cursilería es también muy humana, forma parte de la humanidad misma. Hay un aspecto un poco tierno en toda cursilería que es muy aprovechable también en el arte, siempre que uno tenga sentido de los límites.






C.G.C: En ese viaje hay mucha trasgresión, es una trasgresión del propio protagonista, quien lanza al adulterio a su propia compañera ¿Por qué lo hace, por qué utiliza ese sistema?






M.V.Ll: Lo que trata don Rigoberto es de enriquecer constantemente una relación, que es una relación conyugal, porque, realmente, el protagonista de todos sus sueños eróticos y de sus fantasías es su mujer en la vida real. No es un hombre que busque el placer fuera del matrimonio. Para él el matrimonio es un mundo potencialmente riquísimo que puede perfectamente alojar todos los excesos, las fantasías más audaces y descabelladas, siempre y cuando la imaginación sea la reina, que la imaginación determine unos rituales, unas conductas que se plieguen a sus caprichos. Ésa es la historia de la novela. Cómo este hombre anodino, con una vida que parece formalísima, tiene una vida secreta, la que cultiva cada tarde y cada noche en su estudio, con la ayuda de la pintura, lo que realmente le gusta, lo que catapulta su imaginación y lo que alimenta sus deseos . Una vida complementaria, de placer, compensatoria de su mediocre y rutinaria vida. En esta doble vida que lleva don Rigoberto aparecen todas sus excentricidades. Él ha construido ese mundo de sueños con sus libros, con sus grabados, con sus reproducciones. Creo que todos, o por lo menos una gran parte de los seres humanos, hacemos cosas parecidas para defendernos de la mediocridad de la existencia.






C.G.C: En algún momento llega a decir que se hace mejor el amor en los países católicos que en los protestantes ¿Qué importancia tienen los tabúes para el erotismo? ¿Qué importancia tiene la religión?






M.V.Ll: Don Rigoberto es un hombre que, en el secreto de su estudio, se siente un ser enteramente libre. Desde allí, lanza teorías constantemente, se divierte, lanza filípicas, exorcismos, condenas, y también filosofía sobre el amor. Él tiene una teoría: que el amor se enriquece con los tabúes y las prohibiciones. Es una teoría que yo comparto en buena parte, aunque quizá no de la manera tan dogmática como la expresa don Rigoberto en la novela. George Bataille también defendió esa idea en Francia cuando decía que la sociedad permisiva iba a matar el erotismo, que en el momento que no hubiera trabas, frenos, prejuicios contra los excesos amorosos, ya no iba a haber excesos y, por lo tanto, el amor se iba a banalizar enteramente y existía el riesgo de que el amor se convirtiera en una especie de deporte que aburriera a los jóvenes, quienes entonces buscarían la excitación en otros campos, en la violencia, por ejemplo, en lugar de en el amor. Creo que, en parte, eso ya ha sucedido. Es la misma tesis de don Rigoberto. Para el, en los países de una tradición católica muy fuerte, donde los tabúes, los frenos, los prejuicios, las prohibiciones en torno al amor han sido tan firmes, es donde el amor, por reacción, ha desarrollado unas formas extraordinariamente sutiles, sublimes, y que el verdadero erotismo ha nacido en países con una cultura represiva en materia amorosa, no en los países más bien de tradición abierta y tolerante. Creo que en eso don Rigoberto no está fuera de la verdad.






C.G.C: Y como don Rigoberto, ¿usted tiene tanto terror al gregarismo que supone el asociacionismo, a la pertenencia a un colectivo, a la pérdida de la individualidad.






M.V.Ll: Él considera que la defensa del individuo, de la soberanía individual, debe ser una defensa sin concesiones. La historia de la civilización humana es una historia hacia la creación del individuo, hacia la creación de una mujer o un hombre que cada vez pueda eleglr más su propia vida sin estar condicionado por el lugar donde nació, por su lengua o por sus creencias, porque la vida se ha ido internacionalizando y hay más posibilidades de elección de formas de vida diferentes. Al mismo tiempo, frente a eso, se oponen obstáculos enormes que tienen que ver con las ideologías, con las religiones o simplemente con el desarrollo de una técnica, de una ciencia, de una industria, que tienden a volver al ser humano a la masa, a ser simplemente un producto indiferenciado entre otros. Ése es uno de los terrores y uno de los combates de don Rigoberto, que también yo comparto.






C.G.C: En esa idea antigregaria, hay una crítica a ciertos deportes y, sobre todo, al fútbol. Ridiculiza las figuras de esos 22 personajes corriendo: "payasos desindividualizados por uniformes y colorines sirven de pretexto para el exhibicionismo de la irracionalidad colectiva".






M.V.Ll: Él ridiculiza no tanto el deporte como el culto de los deportes. Ve en ese culto, que se ha convertido en una religión contemporánea, una manifestación de la imbecilidad colectivista. Él piensa que el ser humano, cuando es gregario, cuando es masa, se vuelve idiota. No le falta razón en buena parte. Es lo que ha ocurrido en los deportes. Si del cultivo del cuerpo magnífico, del deporte como una actividad enriquecedora del organismo, ha derivado a lo que es el fútbol en la época contemporánea, eso es algo ya aterrador, porque realmente es una cultura que está suplantando a otras formas de cultura que, en lugar de enriquecer intelectualmente a las personas, las disminuye considerablemente.


En eso también comparto algunas de las fobias de don Rigoberto.






M.V.Ll: Sí, totalmente. Soy un hombre de ciudad, nací en la ciudad, he vivido en la ciudad, me gusta la ciudad, y el campo, aunque parezca una herejía porque es uno de los mitos contemporáneos, me gusta más en cine o en televisión que en la realidad, salvo de paso. No creo que pudiera vivir en el campo, lejos de las bibliotecas, de las librerías, de los cines, de los cabos, de ese contacto con el mundo que ha creado la ciudad, para mí el más estimulante, el más placentero. O sea que, en eso, también estoy más cerca de don Rigoberto.






C.G.C: A usted le gusta mucho el cine, ¿qué tipo de cine?






M.V.Ll: Sí, me gusta mucho el cine, desde luego, pero con el cine me ocurre una cosa que no me ocurre con los libros o con los cuadros. Yo puedo ver malas películas y divertirme, en cambio no puedo leer malas novelas, las tengo que dejar, y los cuadros que son malos me irritan, pero, en cambio, las malas películas, si no son pretenciosas, las puedo ver perfectamente. Ahora, hay un cine, el más difícil de hacer, que es el cine de autor, el cine en el que el director es capaz de proyectar, como hace un poeta o como hace un novelista, como hace un gran pintor, su mundo personal, sus fantasmas, su propia visión... En el cine, eso es muchísimo más difícil que en cualquier otro género porque hay que pasar por toda una tecnología, por toda una maquinaria de producción en la que los fantasmas se diluyen. Pero cineastas como Buñuel o como Berlanga sí han conseguido esa cosa extraordinaria que es utilizar el cine como lo hace un creador. Son las excepciones y no las reglas.






C.G.C: Y en ese mundo, ¿cuál es el mundo de ficción donde Mario Vargas Llosa se encuentra más cómodo, cuál es su mundo más confortable?






M.V.Ll: Si tengo que elegir algo, que nunca debemos hacer de una manera excluyente, por supuesto, me quedo con la literatura. Para mí, los libros han sido realmente mi felicidad, creo que no he gozado tanto en ninguna parte como dentro de las grandes ficciones. Todavía, encontrarme con una buena novela es para mí un placer supremo. Como a don Rigoberto los cuadros, a mí los libros me han ayudado a vivir, ha sido una manera de refugiarme en un mundo rico, más íntimo, más coherente, más próximo en muchas ocasiones que el mundo real. Así que, sí, sin ninguna duda, para mí, la literatura ha sido una forma de felicidad y, por supuesto, me gustaría que mi literatura les dijera a los lectores lo que a mí me han dicho los libros. Eso es a lo que aspira todo escritor cuando escribe, conseguir con sus libros lo que los libros que él admira han conseguido con uno a la hora de la lectura.






C.G.C: Usted sigue siendo muy polemista, le podemos leer en periódicos, mojándose en cuestiones muy concretas...






M.V.Ll: Pero es un poco a pesar de mí mismo, la verdad es que no busco las polémicas. Defiendo las cosas que creo con mucha convicción y eso me ha llevado muchas veces a polemlzar, pero no soy un polemista profesional, además no tengo mucha simpatía por los polemistas profesionales. A lo que no he rehusado nunca es a defender mis convicciones en el campo intelectual. Eso puede ser hasta enriquecedor, confrontar, cotejar las ideas propias con las ajenas.






C.G.C: Estamos prácticamente a un cuarto de hora del tercer milenio: ¿qué perspectiva, qué visión tiene usted de lo que puede traernos?






M.V.Ll: Por una parte, hay que abordarlo con optimismo. Probablemente nunca la humanidad ha tenido tantos recursos científicos, tecnológicos, pero también políticos con la caída de los grandes totalitarismos, para crear una humanidad mejor, para combatir mejor a los enemigos de la prosperidad, de la libertad, de la legalidad. Al mismo tiempo, hay que mantener la guardia y ser conscientes de que hay enemigos tremendos para esa cultura democrática tolerante, que son, por ejemplo, los integrismos religiosos, los nacionalismos, todas esas ideologías o actitudes intolerantes, exclusivistas, que tratan de levantar fronteras, de crear divisiones, exclusiones, anatemas... Son enemigos muy poderosos que, en el siglo que va a comenzar muy pronto, van a ser, seguramente, los mayores peligros contra el establecimiento a escala planetaria de una cultura de la libertad y de la democracia.






C.G.C: ¿Cuántas novelas tendrá ya escritas para cuando llegue el tercer milenio? Porque ya está en otro proyecto...






M.V.Ll: Siempre tengo muchos proyectos en carpeta, lo que me temo es que no voy a tener tantos años para poder materializarlos, pero proyectos no me van a faltar, eso es seguro.