El malestar en la cultura






Notas sobre esta obra de Sigmund Freud







Comienza aludiendo al no-reconocimiento de la grandeza humana frente a la exclusividad del grupo. Introduce su estudio a partir de una carta recibida de una persona a la que se le envía un trabajo que explica la religión como una ilusión. El destinatario contesta con un apoyo fuerte pero lamentando la que Freud no repare en el sentimiento universal de la inmensidad, que provoca el factor religioso.






Freud se desentiende de este sentimiento y alude a que no es más que de contenido ideológico y no fisiológico.






La cuestión queda reducida al planteamiento de este sentimiento es decir si su interpretación es acertada y si debe ser aceptado como fuente origen de toda expresión religiosa.






Continúa examinando al cuestión desde sus propias tesis. El sentimiento a primera vista más fuerte es el de la posesión del yo. La psicoanalítica sin embargo apunta a una relación con el ello. Los límites del segundo con respecto al primero son mucho más confusos. Aquí Freud se traslada a su propio campo, donde los planteamientos pueden anularse con un poco de perspectiva histórica. Para empezar los conceptos de yo-ello son esbozos de lo que son hoy en día, por no hablar de considerar el concepto amor con función fisiológica. El amor es cultural, la secreción de hormonas es controlada en cada cultura según sus normas.






Sin embargo este estado puede ser alterado por una función fisiológica tal como la del amor, de lo que se acaba deduciendo que los límites del yo con el mundo exterior no son inmutables.






Además el paso del tiempo lo moldea. Estas variaciones son producidas por estímulos externos. Esto puede provocar un trastorno importante ya que se establece una lucha entre lo que se desea y lo que se cree que es. Freud establece que el yo primario lo abarca todo y se comunica mejor con el mundo que el yo secundario. Mientras que hay especies extinguidas en al evolución humana en la evolución psíquica permanecen unidos lo primario y lo secundario.






Se conserva lo mnemónico pero no sabemos en que medida comparación con las diferentes construcciones y modificaciones que sufre una ciudad para ver lo absurdo de describirlo. Se puede referir uno a esto como sentimiento oceánico pero se pregunta en virtud de que se puede afirmar como principio de toda religión, cuando la necesidad de amparo paterno parece un origen más probable.






En El porvenir de la ilusión se hace referencia a la forma de concebir la religión más que a sus principios según el propio Freud. El gran dios es concebido como un gran padre, y tal punto es infantil que es insostenible. Freud no parece tener en cuenta en ningún momento otras religiones, ritos etc., donde la divinidad no tiene por que ser un padre, puede ser una madre o otro ser al que se respeta por su poder (el tigre en algunos pueblos indios).






La religión aparece al tiempo ligada y enfrentada a Ciencia y Arte a través de unos versos de Goethe que hace suyos. Ligadas porque pueden ser opción válida para vivir, es decir, debe tenerse al menos una de estas cosas. No se puede prescindir de lenitivos (según Freud) que lo son de tres clases:






- Distracciones: Que pensamos en cosas tan altas que nosotros parecemos miserables.






- Satisfacciones sustitutivas.






- Narcóticos.






Pero dentro de este esquema no es fácil encontrar la religión.






Freud señala que es imposible demostrar que la vida humana tenga un objeto, aunque se responda que entonces perdería su valor porque eso es antropocentrismo.






Los animales tampoco tienen objeto. Y tampoco es demostrable que tengan que servir al hombre. De aquí se concluye que el objeto de una vida humana sólo tiene fin en un sistema religioso.






Freud vuelve a saltar y pregunta que espera ese hombre, aunque sea dentro de un sistema religioso. La aspiración es fácilmente suponible. Pero Freud agrega el matiz de positivo o negativo en cuanto a su capacidad para retraer dolor o incrementar placer. El término expresado como fin último del hombre sólo hace referencia a la capacidad de sentir placer.






Para Freud todo acto humano esta encaminado en una de estas direcciones o las dos, o por prioridades.