Enumeración de la patria - SILVINA OCAMPO

Oh, desmedido territorio nuestro,
violentísimo y párvulo. Te muestro
en un infiel espejo: tus paisanos
esplendores, tus campos y veranos
sonoros de relinchos quebradizos,
tus noches y caminos despoblados
y con rebaños de ojos constelados.
Entre bandadas de árboles mestizos,
entre múltiples sombras y basuras,
te muestro con nostalgias asombradas,
con niñas de trece años y maduras,
en las puestas de sol inmoderadas.

Trémulas nervaduras de una hoja,
los ríos te atraviesan de agua roja
sobre el primer cuaderno de paisajes
pintados por la mano de algún niño.
Tienes plantas y pájaros salvajes,
somnolientas mujeres en corpiño
trenzándose los dedos, quietas balsas
para vadear los ríos, cangrejales
devoradores de hombres y animales,
montones de hijas negras y descalzas
cruzando tus desiertos y estaciones.
Tienes provincias y gobernaciones,
poblaciones vacías y distancias
con nombres melancólicos de estancias,
indomables cansancios y mortales
pavorosos pantanos estivales,
médanos, viento norte y osamentas,
fragancias de altamisas y de mentas,
almacenes en todas las esquinas,
grandes patios con muchas ventolinas.
Tienes plantas perversas y sumisas,
con todos los venenos predilectos
de muertes repentinas y precisas,
como en las grandes cajas con insectos
colecciones de arañas venenosas,
palúdicos mosquitos, mariposas.

¡Patria, he nacido tantas veces muda!
Inmóvil como un árbol he dejado
tu cielo iluminarme de rosado.
He visto la llanura tan desnuda
quedándose sin pastos, y sin riegos
tus plantaciones, tus huertas escasas.
He visto disparar caballos ciegos.
En distintas ventanas de tus casas,
deslumbrada y atenta, he conocido
inclementes tormentas. He oído
el grito del chajá y del teruteru,
el grito de la garza y de la iguana,
y llevando la tropa cotidiana,
alto y nocturno, el grito del resero.
He respirado todos tus olores:
frescura de jazmín en los calores
de febrero, magnolias, malvarrosas,
perfumes de tumbergias pegajosas
y el fervoroso olor de los zorrinos.
En quintas con glorietas, y en las noches
vuelo de pájaros azulmarinos,
tu canto de piedritas y de coches
me ha regalado infancias prolongadas,
dulce de leche y siestas desveladas,
verdes y embalsamados picaflores,
la fuente sostenida por amores,
bombas de carnaval anaranjadas
y hamacas paraguayas olvidadas.

Patria, en una plaza, de memoria
he sabido pasajes de tu historia.
Debajo de la mano indicadora
de San Martín, he sido la impostora
de indios en los límpidos ponientes.
He transformado próceres dolientes
con cuidadoso lápiz colorado,
invasiones inglesas he soñado
en azoteas llenas de improviso
aceite hirviendo y pelo suelto. He visto
a la Santa de Lima desatando
los temporales turbios y adorando,
sobre un papel de encaje, corazones
y tocayas con muchas perfecciones.

Patria vacía y grande, indefinida
como un país lejano, interrumpida
por la llegada lenta de los trenes,
con jubilosa espera en los andenes.
Es en la madrugada incierta, cuando
tus gauchos invisibles van cruzando
potreros alambrados y cañadas,
jagüeles y tranqueras atrofiadas,
que tu alma lenta y de madre se queda
con silencios de urraca en la arboleda.
Tu ancho río tiene mimetismos
secretos con tus dulces, con tus cielos
y tus grajeas lilas de bautismos.
Ecuatorial calor y azules hielos
en tus montañas, derramadas piedras
como bandadas de tortugas, hiedras.
Eres esplendorosa y desvalida:
con un frío y ardor que no descansa
desde el Seno de la Última Esperanza
al Pilcomayo de agua bienvenida,
la indolente violencia de tus tierras
se repite con lunas o entre sierras.





León Ferrari

 Sus provocativas obras en torno a la guerra, la religión, el poder y el sexo dieron que hablar en todo el mundo.

El prestigioso artista León Ferrari murió hoy en la ciudad de Buenos Aires. Tenía 92 años.
Reconocido en todo el mundo por sus provocativas obras en torno a la guerra, la religión, el poder y el sexo, el artista había nacido el 3 de septiembre de 1920 en Buenos Aires.
Estaba casado desde 1946 con Alicia Barros Castro y tenían tres hijos: Marialí, Pablo y Ariel. Ese año había empezado a pintar.
Pinturas, viajes, esculturas de cerámica, primera exhibición individual (en Milán, en 1955), maderas talladas, estructuras de alambres trabajadas. Fueron años de exploración. En 1964 ejecutó Cuadro escrito , la descripción escrita de una obra, considerada hoy como uno de los primeros ejemplos de arte conceptual.
Para la edición de 1965 del Premio Di Tella presentó La civilización occidental y cristiana , un Cristo crucificado sobre la maqueta de un avión bombardero estadounidense, obra que fue rechazada.

Primera ley - Isaac Asimov



 Mike Donovan contempló su vacía jarra de cerveza, se sintió aburrido, y decidió que ya había escuchado lo suficiente. Dijo en voz alta:
-Si tenemos que hablar acerca de robots poco habituales, yo conocí una vez a uno que desobedeció la Primera Ley.
Y, puesto que aquello era algo completamente imposible, todo el mundo dejó de hablar y se volvió para mirar a Donovan.
Donovan maldijo inmediatamente su bocaza y cambió de tema.
-Ayer me contaron uno muy bueno -dijo en tono conversacional- acerca de...
MacFarlane, en la silla contigua a la de Donovan, dijo:
-¿Quieres decir que sabes de un robot que causó daño a un ser humano?
Eso era lo que significaba la desobediencia a la Primera Ley, por supuesto.
-En cierto sentido -dijo Donovan-. Digo que me contaron uno acerca de...
-Cuéntanos eso del robot -ordenó MacFarlane.
Algunos de los otros hicieron resonar sus jarras sobre la mesa. Donovan intentó sacarle el mejor partido al asunto.
-Ocurrió en Titán, hará unos diez años -dijo, pensando rápidamente-. Sí, fue en el veinticinco. Acabábamos de recibir cargamento de tres nuevos modelos de robots, diseñados especialmente para Titán. Eran los primeros de los modelos MA. Los llamados Emma Uno, Dos y Tres -hizo chasquear los dedos pidiendo otra cerveza, y miró intensamente al camarero-. Veamos, ¿qué viene a continuación?
-He estado metido en robótica toda mi vida, Mike -dijo MacFarlane-. Nunca he oído hablar de ninguna serie MA.
-Eso se debe a que retiraron todos los MA de las cadenas de montaje inmediatamente después... inmediatamente después de lo que voy a contarles. ¿No lo recuerdan?
-No.
Apresuradamente, Donovan continuó:

Sara Facio: "El fotógrafo debe tener visión, intuir lo que va a pasar"

Es un choque. Leo, fotógrafo, menos de 30, vestido con bermudas, collar tribal, remera, zapatillas. Ella, Sara Facio, 76, una institución de la fotografía, pantalón impecable, blusa, modales finos, le llama la atención. Lo hace con cariño, pero lo hace. "Aunque se peleen conmigo, los reporteros gráficos tienen que volver a vestirse bien. Cada cosa en su lugar, yo también fui reportera gráfica. A mí no me vas a decir que él va a una fiesta así¿". Leo se defiende: "De acá me mandan a la Casa de Gobierno, para ese lugar a lo mejor no estoy adecuado, pero después tengo que ir a la Villa 31. De última, es un detalle menor". "Es una cuestión de respeto -insiste ella-. Decile a tu jefe que si estás diez horas en un piquete, después no podés ir a un funeral".

Plantarse. Ella lo hizo. Políticamente incorrecta, Facio se jacta de una reivindicación: "Una de mis mayores luchas fue que figure el nombre de los fotógrafos en las notas. Dejé de trabajar en medios por eso. Si vos hacés algo bueno, te gusta que pongan tu nombre". Con estas posturas y la inobjetable calidad de sus obras, Facio fue forjando a través de las décadas un espacio trascendente en la vida cultural. A partir del jueves, neófitos y conocedores tendrán la oportunidad de mensurar por sí mismos su trabajo. Ese día, en Imago Espacio de arte, abre Sara Facio antológica, una muestra en la que se pasa revista a 176 trabajos de la artista entre 1960 y 2005. Se trata del balance de una trayectoria que empezó cuando la jovencita nacida en San Isidro decidió despegarse de sus primeros sueños de ser pintora para dedicarse a la fotografía. "En un viaje a Alemania en el 55 y luego con mi maestra Annemarie Heinrich, me di cuenta de que se podía hacer una cosa creativa con la fotografía. Preferí estar en la calle, ver, contactarme con la vida, a pasar todo el día encerrada en mi estudio".