Maya Angelou
Toda mujer debe tener:
Un viejo amor al que regrese en sus sueños...y otro que le permita darse cuenta de lo lejos que ha llegado.
El valor necesario para alejarse cuando no le aman.
Libertad económica suficiente para irse...y rentar un lugar propio...incluso si nunca lo desea o lo necesita.
Una etapa de juventud que dejar atrás con gusto
Un pasado suficientemente rico en experiencias, como para ser contado al llegar a una edad avanzada.
La certeza de que seguramente llegará a una edad avanzada y dinero guardado, suficiente para no depender de nadie.
Un equipo completo de destornilladores, taladro... y al menos un brassier negro de encaje.
La amistad de alguien que siempre le hace reir... y de alguien que le permite llorar.
Un hermoso mueble en casa, que no perteneció a nadie de la familia.
Un e-mail, en donde recibir y enviar frases de aliento.
Un juego de vajilla para ocho personas, copas y la receta para una cena que haga sentir espléndidamente a sus invitados.
Una rutina de cuidado de la piel, un plan de ejercicios y un proyecto para enfrentar aquellas facetas de la vida que no mejoran después de los 30.
Un inicio sólido en una carrera que le encanta, una relación satisfactoria y todas aquellas facetas de la vida... que sí mejoran después de los 30.
Maya Angelou
Poema de los dones - Jorge Luis Borges
Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.
De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.
Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.
Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.
Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.
¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?
Groussac o Borges, miro este querido
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.
De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.
Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.
Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.
Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.
¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?
Groussac o Borges, miro este querido
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.
Todos los veranos - HAROLDO CONTI
Todos los veranos
A veces pienso en mi viejo.
O es un barco que parte o esa gente vagabunda que trae el verano o simplemente una luz en el río. Entonces me siento en la costa y pienso en mi viejo.
Para todos, para mí mismo, la historia comienza el día que hizo volar en pedazos al Raquelita, en el 28. Era una chata de once metros con un motor Regal. El viejo tenía la maldita costumbre de mojar un papel retorcido en el carburador, luego quitaba el cable de una de las bujías, lo arrimaba al block y con la chispa encendía el papel y con el papel uno de esos cigarros que llevaba desparramados por los bolsillos. Recuerdo aquel olor pestilente y las grandes manchas marrones con dos y hasta tres aureolas en tonos más débiles donde tenía un bolsillo que había sido alcanzado por el agua. Esto sucedía bastante a me-nudo, de manera que en los viajes largos era común ver algunos cigarros secándose sobre el block. Echaban un humo más pa-recido al de una estopa empapada en gasoil que al de un auténtico cigarro.
Algunas veces el ruego se había contagiado al carburador pero mi padre no perdía la cabeza por eso. Sin dejar de encender el cigarro depositaba la otra mano sobre el carburador y ahoga-ba el fuego. Pero un día aquella mano llegó demasiado tarde. Poco a poco se había formado en la sentina un charquito de nafta que con el tiempo se extendió a todo lo largo del Raquelita. Eso, naturalmente, fue el fin. Con aquellos cigarros el viejo casi había perdido el olfato. Dos o tres veces, al inclinarse para buscar cualquier cosa, había entrevisto aquel brillo movedizo que se extendía cada vez más, pero como no estaba en condicio-nes de reparar en el olor de nada debió pensar o prefirió pensar, si es que pensó en algo, que el barco hacía un poco de agua.
Un día, pues, encendió el cigarro de acuerdo con sus procedimientos y fue como si encendiera el mundo entero de una punta a otra. Instintivamente, el viejo alargó una mano hacia el carburador pero ni el carburador, ni él estaban más allí dónde debían estar. Sin saber cómo, se encontró en medio del agua con el cigarro todavía en la boca. El Raquelita, por su parte, o lo que quedaba de él, aparecía a unos diez metros. Después de todo, nunca había lucido tan bien, ni tan espléndido aquel barco de por sí oscuro. Cada tabla brillaba como una barra de oro. Cuando voló el tanque suplementario, el viejo tuvo más bien un estremecimiento de júbilo, como si se tratara del día del juicio para un justo o algo por el estilo. Fue todo muy breve y muy solemne, según dijo.
Eso ocurrió cuando mi padre tenía cuarenta y cinco años, apenas uno después que apareció en las islas. El recuerdo de los de la costa y mi propio recuerdo arrancan de ahí. Nadie tuvo noticias del viejo hasta el 28 y la verdad es que con lo que hizo o deshizo desde entonces hasta su muerte, en el 37, hubo de sobra. (Y con todo, también a él, tan denso y macizo, tan único, se lo llevó el tiempo. ¿Quién recuerda ahora a mi padre?)
Antes del 28, según parece, estuvo transportando pólvora desde Pernambuco hasta Río Grande do Sul a bordo del Isla Madre de Dens, que voló también en su tiempo entre el faro Mostardas y Solidao, sin faro por aquel entonces. Pero éstas son meras conjeturas a través de brumosas y no expresas referencias porque el viejo hablaba poco y en un estilo complicado.
Nocturnos de la ventana - FEDERICO GARCIA LORCA
1
Alta va la luna.
Bajo corre el viento.
(Mis largas miradas,
exploran el cielo.)
Luna sobre el agua.
Luna bajo el viento.
(Mis cortas miradas,
exploran el suelo.)
Las voces de dos niñas
venían. Sin esfuerzo,
de la luna del agua,
me fui a la del cielo.
2
Un brazo de la noche
entra por mi ventana.
Un gran brazo moreno
con pulseras de agua.
Sobre un cristal azul
jugaba al río mi alma.
Los instantes heridos
por el reloj... pasaban.
3
Asomo la cabeza
por mi ventana, y veo
cómo quiere cortarla
la cuchilla del viento.
En esta guillotina
invisible, yo he puesto
la cabeza sin ojos
de todos mis deseos.
Y un olor de limón
llenó el instante inmenso,
mientras se convertía
en flor de gasa el viento.
4
Al estanque se le ha muerto
hoy una niña de agua.
Está fuera del estanque,
sobre el suelo amortajada.
De la cabeza a sus muslos
un pez la cruza, llamándola.
El viento le dice "niña",
mas no puede despertarla.
El estanque tiene suelta
su cabellera de algas
y al aire sus grises tetas
estremecidas de ranas.
Dios te salve. Rezaremos
a Nuestra Señora de Agua
por la niña del estanque
muerta bajo las manzanas.
Yo luego pondré a su lado
dos pequeñas calabazas
para que se tenga a flote,
¡ay!, sobre la mar salada.
Y Dios me Hizo Mujer - GIOCONDA BELLI
Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.
Mario Benedetti
EPIGRAMA
Como esplende un sesentón cuando logra vencer por dos
pulgadas al bisoño que intentó conseguir el único
asiento libre
como bienquiere el contribuyente silvestre a la cajera número
cuatro en el momento de enfrentarla tras dos
horas de cola
como acoge el deudor la noticia de que ha fallecido su
acreedor más implacable
como suele compungirse la buena gente si el locutor no
advierte a tiempo la traicionera errata que lo acecha
en el cable llagdo a última hora.
como el prójimo que permanece enjabonado bajo la ducha
a causa de un corte imprevisto y al cabo de tres
minutos se solaza al advertir que el agua vuelve a
manar sin usura
como el chofer que se reconcilia con la vida tras esquivar
limpiamente un desbocado camión con tres containers
como el adolescente que ama los decibeles más que a sí
mismo
así trifena mía aproximadamente así suelo quererte
JULIO CORTÁZAR
"Me desperté y vi la luz del amanecer en las mirillas de la persiana. Salía de tan adentro de la noche que tuve como un vómito de mí mismo, el espanto de asomar a un nuevo día con su misma presentación, su indiferencia mecánica de cada vez: conciencia, sensación de luz, abrir los ojos, persiana, el alba. En ese segundo, con la omnisciencia del semisueño, medí el horror de lo que tanto maravilla y encanta a las religiones: la perfección eterna del cosmos, la revolución inacabable del globo sobre su eje. Náusea, sensación insoportable de coacción. Estoy obligado a tolerar que el sol salga todos los días. Es monstruoso. Es inhumano. Antes de volver a dormirme imaginé (vi) un universo plástico, cambiante, lleno de maravilloso azar, un cielo elástico, un sol que de pronto falta o se queda fijo o cambia de forma."
Julio Cortázar
(Fragmento de "Rayuela")
GIOCONDA BELLI
Si eres una mujer fuerte
protégete de las alimañas que querrán
almorzar tu corazón.
Ellas usan todos los disfraces de los carnavales de la tierra:
se visten como culpas, como oportunidades, como precios que hay que pagar.
Te hurgan el alma; meten el barreno de sus miradas o sus llantos
hasta lo más profundo del magma de tu esencia
no para alumbrarse con tu fuego
sino para apagar la pasión
la erudición de tus fantasías.
Si eres una mujer fuerte
tienes que saber que el aire que te nutre
acarrea también parásitos, moscardones,
menudos insectos que buscarán alojarse en tu sangre
y nutrirse de cuanto es sólido y grande en ti.
No pierdas la compasión, pero témele a cuanto conduzca
a negarte la palabra, a esconder quién eres,
lo que te obligue a ablandarte
y te prometa un reino terrestre a cambio
de la sonrisa complaciente.
Si eres una mujer fuerte
prepárate para la batalla:
aprende a estar sola
a dormir en la más absoluta oscuridad sin miedo
a que nadie te tire sogas cuando ruja la tormenta
a nadar contra corriente.
Entrénate en los oficios de la reflexión y el intelecto
Lee, hazte el amor a ti misma, construye tu castillo
rodealo de fosos profundos
pero hazle anchas puertas y ventanas.
Es menester que cultives enormes amistades
que quienes te rodean y quieran sepan lo que eres
que te hagas un círculo de hogueras y enciendas en el centro de tu habitación
una estufa siempre ardiente donde se mantenga el hervor de tus sueños.
Si eres una mujer fuerte
protégete con palabras y árboles
e invoca la memoria de mujeres antiguas.
Haz de saber que eres un campo magnético
hacia el que viajarán aullando los clavos herrumbados
y el óxido mortal de todos los naufragios.
Ampara, pero ampárate primero
Guarda las distancias
Constrúyete. Cuidate
Atesora tu poder
Defiéndelo
Hazlo por ti
Te lo pido en nombre de todas nosotras.
Gioconda Belli
Cien años de soledad
“La casa se llenó de amor. Aureliano lo expresó en versos que no tenían principio ni fin. Los escribía en los ásperos pergaminos que le regalaba Melquíades, en las paredes del baño, en la piel de sus brazos, y en todos aparecía Remedios transfigurada: Remedios en el aire soporífero de las dos de la tarde, Remedios en la callada respiración de las rosas, Remedios en la clepsidra secreta de las polillas, Remedios en el vapor del pan al amanecer, Remedios en todas partes y Remedios para siempre. Rebeca esperaba el amor a las cuatro de la tarde bordando junto a la ventana. Sabía que la mula del correo no llegaba sino cada quince días, pero ella la esperaba siempre, convencida de que iba a llegar un día cualquiera por equivocación”.
Fragmento de " Cien años de soledad"
Gabriel García Márquez
SI, MI AMIGA - Juan L. Ortiz
Sí, mi amiga, estamos bien, pero tiemblo
a pesar de esas llamas dulces contra junio…
Estamos bien… sí…
Miro una danzarina en su martirio, es cierto,
con los locos brazos, ay, negando la ceniza
y el crepúsculo íntimo…
Estamos bien… Cummings que se va, muy pálido,
al país que nunca ha recorrido,
mientras Debussy enciende el suyo, submarino…
Estamos bien… Pero tiemblo, mi amiga, de la lluvia
que trae más agudamente aún la noche
para las preguntas que se han tendido como ramas
a lo largo de la pesadilla de la luz,
con la vara que sabes y la arpillera que sabes,
en las puertas mismas, quizás, de la poesía y de la música…
Estamos bien, sí mi amiga, pero tiemblo de un crimen…
Cuándo, cuándo, mi amiga, junto a las mismas bailarinas del fuego,
cuándo, cuándo, el amor no tendrá frío?
MUERE EL ESCRITOR COLOMBIANO GABRIEL GARCIA MARQUEZ A LOS 87 AÑOS
El escritor colombiano Gabriel García Márquez, premio Nobel de literatura en 1982, falleció hoy a los 87 años en México DF, confirmaron medios internacionales.
El fallecimiento de García Márquez, nacido en Aracataca (Colombia) el 6 de marzo de 1927 y autor de libros célebres como Cien años de soledad y El amor en los tiempos del cólera, entre muchos otros, fue confirmado por la cadena venezolana Telesur y el diario español El País, entre otros medios informativos.
ELEGIA DE TODOS LOS TIEMPOS por PABLO DE ROKHA
Camino, ruta, sendero, callejón de soledad, con esbirros, embanderado de
mujeres y de ciudades, por océanos, o árbol trágico y matemático. a
aquella gran ribera desesperada, vía de luto, calle de dolores, senda de
llanto,
gran vereda asoleada y florea! como trigo, como montaña, como pecho de
serpiente, lago de oro. dios enloquecido.
todos van hacia la misma orilla .
Allí donde están tendidos los muertos y los recuerdos de los muertos, y la desgracia humana se reúne y se azota y se precipita y se abruma contra
el oleaje irremediable, como una gran vaca idiota, porque, de un gran amor, de un gran amor, sólo quedan los sexos vacíos.
Azotado o poderoso, humillado o altanero, alegre como el vino o la mujer
desnuda,
triste y grande, como la caída del sol, profundo
como la unidad y sus misterios, como la voz que emerge, desde la especie.
por debajo del hombre enorme.
Lenin o Jesús. las grandes banderas,
el hambriento, el rico, el enfermo, el que tenia una sola flor, y se la robaron, y el amo de la propiedad atrabiliaria,
éstos, aquéllos, ésos, a la muerte desesperados, irán cayendo, irán cayendo.
irán cayendo, despavoridos, aunque se agarren a la humanidad, que se derrumba y se desploma con ellos,
o con nosotros, con todos nosotros,
como un carro de cosechas, en la quebrada cordillerana.
Sí, el ser perece, pero, por adentro de la historia, naciendo y muriendo,
heroicamente.
todo y sólo lo humano, enarbolado de trabajadores, sobrevive y resplandece,
encima de la gran tiniebla,
la sociedad, coronada de obreros.
Eternamente, las masas humanas son lo eterno, individuo-uníverso-infinito, en multitud orgánica y dramática.
condensados. estructurados, sumados, soviéticamente, en enormes soviets
de voces.
Muere el hombre no tronchando nunca la cadena.
la cadena encadenada, de fuego y hierro del suceder económico,
porque tiempo y mundo son lo mismo;
astro de angustia, manzanas de sueños, naranjas de miedo, vientre de flor
celeste.
y en los cementerios culmina la vida.
Apretándose y destrozándose, hacia la muralla enlutada.
agachado el proletario, bajo los látigos del explotador, que restalla la huasca
ensangrentada y difícil, como una inmensa copa de salud, empuña la dialéctica.
gran vereda asoleada y florea! como trigo, como montaña, como pecho de
serpiente, lago de oro. dios enloquecido.
todos van hacia la misma orilla .
Allí donde están tendidos los muertos y los recuerdos de los muertos, y la desgracia humana se reúne y se azota y se precipita y se abruma contra
el oleaje irremediable, como una gran vaca idiota, porque, de un gran amor, de un gran amor, sólo quedan los sexos vacíos.
Azotado o poderoso, humillado o altanero, alegre como el vino o la mujer
desnuda,
triste y grande, como la caída del sol, profundo
como la unidad y sus misterios, como la voz que emerge, desde la especie.
por debajo del hombre enorme.
Lenin o Jesús. las grandes banderas,
el hambriento, el rico, el enfermo, el que tenia una sola flor, y se la robaron, y el amo de la propiedad atrabiliaria,
éstos, aquéllos, ésos, a la muerte desesperados, irán cayendo, irán cayendo.
irán cayendo, despavoridos, aunque se agarren a la humanidad, que se derrumba y se desploma con ellos,
o con nosotros, con todos nosotros,
como un carro de cosechas, en la quebrada cordillerana.
Sí, el ser perece, pero, por adentro de la historia, naciendo y muriendo,
heroicamente.
todo y sólo lo humano, enarbolado de trabajadores, sobrevive y resplandece,
encima de la gran tiniebla,
la sociedad, coronada de obreros.
Eternamente, las masas humanas son lo eterno, individuo-uníverso-infinito, en multitud orgánica y dramática.
condensados. estructurados, sumados, soviéticamente, en enormes soviets
de voces.
Muere el hombre no tronchando nunca la cadena.
la cadena encadenada, de fuego y hierro del suceder económico,
porque tiempo y mundo son lo mismo;
astro de angustia, manzanas de sueños, naranjas de miedo, vientre de flor
celeste.
y en los cementerios culmina la vida.
Apretándose y destrozándose, hacia la muralla enlutada.
agachado el proletario, bajo los látigos del explotador, que restalla la huasca
ensangrentada y difícil, como una inmensa copa de salud, empuña la dialéctica.
Victoria Ocampo - La mujer y su expresión
"Creo que, desde hace siglos, toda conversación entre el hombre y la mujer. empieza por un "no me interrumpas" de parte del hombre. Hasta ahora el monólogo parece haber sido la manera predilecta de expresión adoptada por él. Durante siglos, habiéndose dado cuenta cabal de que la razón del más fuerte es siempre la mejor (por más que no debiera serlo), la mujer se ha resignado a repetir, por lo común, migajas del monólogo masculino disimulando a veces entre ellas algo de su cosecha. Pero a pesar de sus cualidades de perro fiel que busca refugio a los pies del amo que la castiga, ha acabado por encontrar cansadora e inútil la faena. Luchando contra esas cualidades que el hombre ha interpretado a menudo como signos de una naturaleza inferior a la suya, o que ha respetado porque ayudaban a hacer de la mujer una estatua que se coloca en un nicho para que se quede ahí "sage comme une image"; luchando, digo, contra esa inclinación que la lleva a ofrecerse en holocausto, se ha atrevido a decirse con firmeza desconocida hasta ahora: "El monólogo del hombre no me alivia ni de mis sufrimientos, ni de mis pensamientos. ¿Por qué he de resignarme a repetirlo? Tengo otra cosa que expresar. Otros sentimientos, otros dolores han destrozado mi vida, otras alegrías la han iluminado desde hace siglos"Victoria Ocampo La mujer y su expresión (fragmento) |
Otro mayo - Juan Gelman
cuando pasabas con tu otoño a cuestas
mayo por mi ventana
y hacías señales con la luz
de las hojas finales
¿qué me querías decir mayo?
¿porqué eras triste o dulce en tu tristeza?
nunca lo supe pero siempre
había un hombre solo entre los oros de la calle
pero yo era ese niño
detrás de la ventana
cuando pasabas mayo
como abrigándome los ojos
y el hombre sería yo
ahora que recuerdo
SILENCIO - Octavio Paz
Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio.
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio.
¿Y dónde está escondido tu tesoro, Hainuwele?
«¿Y donde está escondido tu tesoro, Hainuwele?»
me pregunta, burlona,
la más anciana del poblado.
Se refiere, lo sé, a lo que siempre buscan
los hombres cuando vuelven del combate.
Mi tesoro, contesto, es suave como el musgo, dulce
como leche de almendras,
tiene el frescor de los helechos
y sangra sin dolor hasta teñir de púrpura el crepúsculo
o para alimentar los cachorros de un tigre.
Mi tesoro no está escondido:
resplandece en el bosque como el oro,
mas sólo un hombre ciego
pudo hallar el camino que a él conduce.
CHANTAL MAILLARD
TEORÍA SENTIMENTAL - MIRTA ROSENBERG
insignificante si el olvido lo demora. Lo siento
porque es ahora estallido de la rosa
presurosa del instante,
extraviada en el jardín
y devuelta por el sinfín
de las horas transcurridas: una... dos... tres...
Si te toco, ¿cómo es? Hay lo mucho de lo poco, digo
el beso, el exceso del miraje y... ¿puede ser, ahora sigo,
el encaje de tu aliento
en el reloj del oleaje? Atravieso
los celajes, el fervor, las profecías (¿el amor?
¿no será la porfía de la "máquina del dolor"?)
y llego acá: "El arte sería tocarte". Silencio. No
confundo confetti con maná
pero igual estoy perdida
entre viejas cartografías de la ruta de la seda
y la pasión como centro. ¡Ah corazón, me decía,
explícate como yo, que estoy adentro de un cuerpo
y sin embargo con vida!
No sabía
que el diamante fuera pájaro
ni tampoco que muriera
de una muerte que no fuera
natural:
un diamante
tiene la suerte del brillo
de la centella, aunque alguna estrella
se enfríe y la sal de la vida sea
lo que se lea
como novela
por el rabillo del ojo
de un gran lector
cenital. Adivinó que era amor
y se
ríe:
se pudiera, escribiría en potencial,
y si no, sería contante. Me enojo,
hago mal y digo para
adelante:
ese
pájaro se ha muerto y no es augurio
de Lázaro ni de santa ni sabbath. Lo cierto
es que yo te extraño y que es Maureen la que canta
pelirroja
con esplín,
la verdad de lo ocurrido "You'll never know
how much I miss you" You es tu, sos vos,
SOS, como un pedido de auxilio,
miss,
cualquier
daño fue anterior. Estoy a un tris
de entender (¿un diamante es doble amante,
o dos veces sin objeto o sólo un reto
a la
repetición?)
que por ejemplo otra vez, algo
me está esperando –corazón-mata-callando—
y se va, como en inglés, "sobre su ala",
vale decir,
se nos vuela.
La textura del tiempo, Vladimir, es rala,
una usura del instante y de sufrir cuando apela
a no sé qué: nunca volver es lo mismo
que
irse
para adelante. Me tocaste, ¿te toqué?
¿Compartimos un abismo? Dame, diste,
dí, diré: las facetas del diamante
son,
no sé,
mejor hablame y te creo. Así como quien reza
sin un deseo de asceta: todo poema es de amor,
toda guerra es interior, toda palabra
está presa.
EN EL OJO DEL HURACÁN
Esperaré por ti en el ojo del huracán
el Diablo, dios del Trueno y de la Lluvia,
dejará caer su odio.
Muere en la ausencia el ciervo
y su mirada queda vagando
carcomida por los dientes de la página
La selva, atrapada en el ojo del tigre,
resplandece en la perfecta simetría del poema
—en el tigre de mis ojos
en el labio de la página
adonde llego demasiado tarde.
De Guarida de un animal que no existe
Leopoldo María Panero
Retrato de mujer - Wislawa Szymborska
Debe ser a elección.
Cambiar para que no cambie nada.
Es fácil, imposible, difícil, vale un intento.
Sus ojos son, si cabe, una vez azules, otra vez grises,
negros, alegres, sin causa llenos de lágrimas.
Duerme con él como una cualquiera, única en el mundo.
Le parirá cuatro hijos, ningún hijo, uno.
Ingenua, mas la que mejor aconseja.
Débil, mas podrá con el peso.
No tiene cabeza, pues la tendrá.
Lee a Jaspers, y revistas de mujeres.
No sabe el porqué de este tornillo y construirá un puente.
Joven, como siempre joven, todavía joven.
Sostiene en sus manos un gorrión alirroto,
su propio dinero para un viaje largo y ajeno,
un mazo, una compresa y una copa de vodka.
¿A dónde corre? ¿no está cansada?
Que no, un poco, mucho, no pasa nada.
O le quiere o se empeña.
Por lo bueno, por lo malo y por el amor de Dios.
CARLOS PÁEZ VILARÓ
“Veo el prestigio en un gris azulado, la aristocracia en un violeta, la pobreza en un ocre pálido, la estridencia en un colorado fuego, la nostalgia en un azul colonial. Veo en el blanco la ansiedad de ser color, y en el negro la oscuridad. En el amarillo el alarido, en el rosado el amanecer del amor, en el verde la vida”
Gotán
Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.
Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.
Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.
Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.
Juan Gelman
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.
Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.
Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.
Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.
Juan Gelman
Audre Lorde: LA TRANSFORMACIÓN DEL SILENCIO EN LENGUAJE Y EN ACCIÓN
Ponencia leída en el panel sobre Lesbianismo y Literatura, de la Asociación de Lengua Moderna, en Chicago, Illinois, el 28 de diciembre de 1977.
Publicada
por primera vez en 1978, en el volumen 6 de Sabiduría Siniestra
(Sinister Wisdom).
Traducción:
Diana Mines
Muchas
veces pienso que tengo que decir las cosas que me resultan más
importantes, verbalizarlas, compartirlas, aún a riesgo de que sean
rechazadas o malentendidas. Es que el hecho de decirlas me hace bien,
más allá de cualquier otro efecto. Yo estoy acá como poeta Negra
lesbiana, y sobre el significado de todo esto descansa el hecho de
estar aún viva, cosa que pudo no haber sido. Hace menos de dos
meses, dos médicos -un hombre y una mujer- me dijeron que debía
hacerme una operación de mama y que había entre un 60 y un 80 por
ciento de posibilidad de que el tumor fuera maligno. Entre esas
palabras y la operación, hubo tres semanas de agonía en las que
tuve que reorganizar involuntariamente toda mi vida. La operación ya
pasó y el tumor era benigno.
Pero
durante esas tres semanas, tuve que volver sobre mí misma y sobre mi
vida con una severa y urgente lucidez que me ha dejado aún
temblando, pero mucho más fuerte. Es una situación a la que se ven
enfrentadas muchas mujeres, tal vez algunas de ustedes hoy. Las cosas
que experimenté en ese período me han ayudado a comprender mucho de
lo que siento sobre la transformación del silencio en lenguaje y en
acción.
Gustavo Adolfo Becquer - Volverán las oscuras golondrinas
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar;
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
ésas …, ¡no volverán!
tu hermosura y mi dicha al contemplar;
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
ésas …, ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
sus flores se abrirán.
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día…
ésas …, ¡no volverán!
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día…
ésas …, ¡no volverán!
Augusto Roa Bastos
No cayeron tumbadas por las balas,
se inclinaron tan sólo hasta la tierra.
Madres adolescentes, centenarias abuelas,
toscas mujeres, madres suaves,
piedra humana doliente,
leve corteza
germinal.
Madres de estibadores,
rugosas campesinas,
chamuscadas obreras,
demacrada legión con el rayo en los hombros
y la noche en las trenzas;
madres de embarcadizos
con ojos desgastados por los puertos
distantes,
chiperas estrujadas como el maíz,
lavanderas como agua de arroyo,
tejedoras que tejen con el hilo nocturno
de su entraña,
burreras matinales,
pastorales mujeres,
esposas, hijas, novias populares,
y también hijas sin padres,
madres sin hijos…
En todas, pero en todas,
la patria amanecía con profundas ojeras.
se inclinaron tan sólo hasta la tierra.
Madres adolescentes, centenarias abuelas,
toscas mujeres, madres suaves,
piedra humana doliente,
leve corteza
germinal.
Madres de estibadores,
rugosas campesinas,
chamuscadas obreras,
demacrada legión con el rayo en los hombros
y la noche en las trenzas;
madres de embarcadizos
con ojos desgastados por los puertos
distantes,
chiperas estrujadas como el maíz,
lavanderas como agua de arroyo,
tejedoras que tejen con el hilo nocturno
de su entraña,
burreras matinales,
pastorales mujeres,
esposas, hijas, novias populares,
y también hijas sin padres,
madres sin hijos…
En todas, pero en todas,
la patria amanecía con profundas ojeras.
Romance de los vanos encuentros - JULIO CORTÁZAR
No preguntes quién pone en este canto
un alma destinada al sufrimiento
y un pobre corazón que te ama tanto.
I
Bronces de las ocho y media
nos llaman cada mañana
-entre tu casa y mi casa-
de dos cornisas y un breve saludos de camaradas.
¡Estás tan bella, vestida
de crujiente espuma blanca
baje ese sol de las ocho
que te ciñe y que te alaba!
Sus amarillas saetas
bordan en tu pelo el aura
que me recuerda las leves
imágenes de las santas.
(Pienso que rezarte a ti
tal vez me salvará el alma...)
II
Las campanas matinales
ponen música en la senda
por donde a tu escuela vas,
por donde voy a mi escuela.
Tontamente, tontamente
me vuelve la vieja idea
cada vez que nos cruzamos
en nuestras rutas opuestas:
pienso en el ayer que ataba
con una risa dos sendas,
cuando jamás nos cruzábamos
tú y yo en camino a la escuela.
Con una misma campana,
con una misma existencia,
y por una misma calle
con sol de las ocho y media...
Para nosotros, entonces,
había una sola escuela.
III
La señorita maestra
pasa vestida de blanco ;
en su oscuro pelo duerme
la noche aún, perfumado,
y en lo hondo de sus pupilas
yacen dormidos los astros.
Buenos días señorita
del caminar apurado;
cuando su voz me sonríe
olvido todos los pájaros,
cuando sus ojos me cantan
se torna el día más claro,
y subo la escalinata
un poco como volando,
y a veces digo lecciones.
Muere doña Dedé, la única sobreviviente de las heroicas hermanas Mirabal
Lluvia de sol - JOSÉ EMILIO PACHECO
La muchacha desnuda toma el sol
apenas cubierta
por la presencia de las frondas.
Abre su cuerpo al sol
que en lluvia de fuego
la llena de luz.
Entre sus
ojos cerrados
la eternidad se vuelve instante de oro.
La luz nació para que el resplandor de este cuerpo
le diera vida.
Un día más
sobrevive la tierra gracias a ella
la eternidad se vuelve instante de oro.
La luz nació para que el resplandor de este cuerpo
le diera vida.
Un día más
sobrevive la tierra gracias a ella
que sin
saberlo
es el sol
entre el rumor de las frondas.
es el sol
entre el rumor de las frondas.
Simone de Beauvoir
Simone de Beauvoir
La mujer rota (fragmento)
"Miércoles 2 de diciembre.
Isabelle opina (o por lo menos lo dice) que Maurice no pensaba ni la cuarta parte de lo que dijo. Tuvo aventuras sin confesármelas: es banal. Ella siempre me ha repetido que una fidelidad de veinte años no era posible para un hombre. Evidentemente, Maurice hubiera hecho mejor hablando, pero se sintió atado por sus juramentos. Sus quejas en mi contra, sin duda acaba de inventarlas: si se hubiera casado conmigo a desgana, yo me habría dado cuenta, no habríamos sido tan felices. Ella me aconseja borrar todo esto. Se obstina en pensar que soy yo quien tiene la sartén por el mango. Los hombres eligen lo más fácil: es más fácil quedarse con su mujer que aventurarse en una vida nueva. Me hizo concertar una cita por teléfono con una de sus viejas amigas, que es ginecóloga, que conoce muy bien los problemas de la pareja y que podrá ayudarme, piensa ella, a ver claro en mi historia. Bueno.
Maurice está lleno de atenciones, desde el lunes, como todas las veces en que ha llegado demasiado lejos.
—¿Por qué me has dejado vivir ocho años en la mentira?
—No quería causarte pena.
—Habrías debido decirme que ya no me querías.
—Pero no es verdad: te lo dije por cólera; siempre te he querido. Te quiero.
—No puedes quererme si piensas la mitad de lo que me dijiste. ¿De veras piensas que he sido una madre abusiva?Decididamente, de todas las maldades que me echó en cara, ésa es la que más me ha sublevado.
—Abusiva es algo exagerado.
—¿Pero?
—Siempre te dije que mimabas demasiado a las chicas. Colette reaccionó amoldándose demasiado dócilmente a ti y Lucienne por un antagonismo que con frecuencia te ha sido penoso.
—Pero que finalmente la ayudó a realizarse. ¡Está contenta de su suerte y Colette de la suya! ¿Qué más quieres?
—Si de veras están contentas...
No insistí. Su cabeza está llena de segundas intenciones. Pero hay respuestas que no soportaría escuchar: no hago las preguntas.
Viernes 4 de diciembre.
Recuerdos implacables"
La mujer rota (fragmento)
"Miércoles 2 de diciembre.
Isabelle opina (o por lo menos lo dice) que Maurice no pensaba ni la cuarta parte de lo que dijo. Tuvo aventuras sin confesármelas: es banal. Ella siempre me ha repetido que una fidelidad de veinte años no era posible para un hombre. Evidentemente, Maurice hubiera hecho mejor hablando, pero se sintió atado por sus juramentos. Sus quejas en mi contra, sin duda acaba de inventarlas: si se hubiera casado conmigo a desgana, yo me habría dado cuenta, no habríamos sido tan felices. Ella me aconseja borrar todo esto. Se obstina en pensar que soy yo quien tiene la sartén por el mango. Los hombres eligen lo más fácil: es más fácil quedarse con su mujer que aventurarse en una vida nueva. Me hizo concertar una cita por teléfono con una de sus viejas amigas, que es ginecóloga, que conoce muy bien los problemas de la pareja y que podrá ayudarme, piensa ella, a ver claro en mi historia. Bueno.
Maurice está lleno de atenciones, desde el lunes, como todas las veces en que ha llegado demasiado lejos.
—¿Por qué me has dejado vivir ocho años en la mentira?
—No quería causarte pena.
—Habrías debido decirme que ya no me querías.
—Pero no es verdad: te lo dije por cólera; siempre te he querido. Te quiero.
—No puedes quererme si piensas la mitad de lo que me dijiste. ¿De veras piensas que he sido una madre abusiva?Decididamente, de todas las maldades que me echó en cara, ésa es la que más me ha sublevado.
—Abusiva es algo exagerado.
—¿Pero?
—Siempre te dije que mimabas demasiado a las chicas. Colette reaccionó amoldándose demasiado dócilmente a ti y Lucienne por un antagonismo que con frecuencia te ha sido penoso.
—Pero que finalmente la ayudó a realizarse. ¡Está contenta de su suerte y Colette de la suya! ¿Qué más quieres?
—Si de veras están contentas...
No insistí. Su cabeza está llena de segundas intenciones. Pero hay respuestas que no soportaría escuchar: no hago las preguntas.
Viernes 4 de diciembre.
Recuerdos implacables"
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