Mientras el movimiento romántico triunfaba decisivamente en Francia en las primeras décadas del siglo XIX con Víctor Hugo, Lamartine, Vigny y Musset, en Colombia llegaba a su perfección con Rafael Pombo, responsable de que en aquella época por fin se llegase a este movimiento poético, que se prolongó en vertientes decadentes hasta la muerte de Julio Florez en 1923. Rafael Pombo, más conocido por sus “Fábulas y verdades”, “Cuentos pintados” y “Cuentos morales para niños formales”, es autor de poemas perfectos como “Noche de diciembre”, “Preludio de primavera” y “Hora de tinieblas”.
Como caso excepcional, este poeta bogotano nacido el 7 de noviembre de 1883, comenzó a escribir versos desde su niñez y los últimos, los compuso con pleno goce de sus facultades mentales, en vísperas de su muerte ocurrida en Bogotá el 5 de mayo de 1912. Por boca de sus contemporáneos a Pombo se le atribuyó en grado ejemplar las características perfectas de un poeta: inspiración elevada, hondo sentimiento, entusiasmo no apagado ni por el frío de los años, imaginación viva y juicio estético bien formado.
Cronológicamente son más de setenta años de poesía romántica en Colombia, expresada en distintas modalidades, pero en realidad se reconoce sólo una gran voz: la de Pombo, que no sólo es el mejor poeta del romanticismo hispanoamericano, sino el mejor del romanticismo en lengua española. Al lado suyo aparecen
como poetas menores, no sólo los latinoamericanos sino españoles como Espronceda, el duque de Rivas, Carolina Coronado, Núñez de Arce, incluso Gustavo Adolfo Bécquer.
Como "Uno de los poetas líricos de más originalidad y fuerza", lo describió en su época el literato Miguel Antonio Caro, y no es para menos, porque además de su vasta producción poética, periodística y epistolar, Rafael Pombo también fue muy dado a escribir páginas autobiográficas en forma de diario y apuntaciones esporádicas.
El poema perfecto...
Sin duda, el mejor poema de Rafael Pombo es “Noche de diciembre”, porque se le puede clasificar como perfecto, que denota haber sido inspirado por un profundo amor y a la vez, por sus oscuras tristezas.
Noche como ésta, y contemplada a solas,
no la puede sufrir mi corazón:
da un dolor de hermosura irresistible,
un miedo profundísimo de Dios...
Mira ese cielo...Es demasiado cielo
para el ojo de insecto de un mortal:
refléjame en tus ojos un fragmento
que yo alcance a medir y a sondear...
En su soneto “De noche”, Pombo refleja claramente su mística personalidad, así como en “Preludio de primavera”, su amor sin límites, pero también su espíritu se siente penetrado por las más sombrías dudas y es entonces cuando aparece un poeta rebelde, que lanza desgarradas blasfemias contra la vida y contra Dios, como ocurre en su gran poema titulado “Hora
de tinieblas”, algunos de cuyos fragmentos resultan realmente conmovedores. Así mismo, son décimas en las que convergen una serie de preguntas y dudas inquietantes, ya que son precisamente las que el hombre se ha planteado desde siempre, muchas sin respuesta posible:
¡Oh qué misterio espantoso
es éste de la existencia!
¡Revélame algo, conciencia!
¡Háblame, Dios poderoso!
¿Por qué vine yo a nacer?
¿Quién a padecer me obliga?
¡Quién dio esta ley enemiga
de ser para padecer?...
Oh Adán, ¿cuándo estuve en ti?
¿Quién te dio mi alma y mi pecho?
¿Quién te concedió el derecho
de que pecaras por mí?...
El altísimo poeta...
Rafael Pombo rindió primero culto a la escuela romántica, entonces con mucho auge, pero después supo llevar a algunas de sus obras a la serenidad clásica y así el 20 de agosto de 1905 fue coronado con solemnidad en el Teatro Colón, de Bogotá, como altísimo poeta. Así mismo, amó el arte en todas sus manifestaciones y en sus estrofas palpita íntegra el alma de Colombia, ya que cantó nuestras costumbres, fiestas populares, leyendas y tradiciones; fue un poeta creyente a pesar de su “Hora de tinieblas”, brote de desilusión y pesimismo
Rafael Pombo decía que era caucano y bogotano porque vino de Popayán, ya existente a nacer en Bogotá y no se equivocó al anunciarlo, ya que tenía la seriedad y el entusiasmo romántico del carácter
La casa en Bogotá donde vivió el poeta
payanés, en contraste con la discreción y mesura clásica de su hermano Manuel.
De las primeras letras de su casa pasó a la escuela del maestro Damián Cuenca, próxima al puente de Lesmes; de aquí al Seminario Conciliar por dos años, del Seminario al Colegio del Rosario por otros dos años de humanidades, y del Rosario al Colegio Militar.
Las matemáticas fueron los estudios que su padre le hizo cursar; en 1851 se graduó con honores de ingeniero civil y aún en 1853 enseñó ésta materia en el Colegio de San Buenaventura de Bogotá; pero él advertía que aunque siempre presentó exámenes lucidos, jamás fue buen estudiante, porque jamás tuvo las facultades de estudiar y de aprender, por exceso de distracción, y por un incorregible hábito de discurrir por su propia cuenta, y no por libro. Decía que los libros generalmente no le servían sino para sostener polémicas. Desde entonces, no se volvió a ocupar en aquella profesión, que sin duda lo privó de dar vuelo a su inteligencia en otro horizonte más propicio para su pensamiento.
Aunque Rafael Pombo no fue pintor, dio en Colombia eficaz impulso a la pintura proponiendo una ley creada por el Instituto General de Bellas Artes de ese entonces, que se llamó "Academia Vásquez"; trayendo al país a un profesor de la afamada escuela española de Roma, el mejicano Felipe S. Gutiérrez, cuyos discípulos honraron a Bogotá en aquella época; además de
estimular con acertados juicios críticos a artistas y aficionados; Pombo vivió rodeado de una galería de cuadros de elección suya, en la cual se distinguían algunos antiguos originales de valor, españoles e italianos.
Después de la guerra civil de 1854 viajó a Washington en donde prestó servicios al Gobierno colombiano. Durante su larga permanencia en los Estados Unidos fue contratado por la editorial Aplpleton, de Nueva York, para llevar al castellano algunas de las nursery rhymes de la tradición oral anglosajona, entre los que sobresalen: “Simón el bobito”, “Rin-Rin-Renacuajo”, “Doña Pánfaga”, “Pastorcita”, ”La pobre viejecita”, Fábulas (más de 200), Cuentos pintados y cuentos morales para niños. De regreso a Bogotá colaboró con los periódicos La Siesta, El Cartucho, El Centro. Fue secretario perpetuo de la Academia Colombiana de la Lengua.
A Rafael Pombo se le ha admirado generalmente por lo que menos debería ser: por las fábulas y cuentos pintados que, en su mayor parte, son traducciones o adaptaciones del inglés. A pesar de la extensión de su obra, perduran sólo unos seis u ocho de sus conmovedores poemas, maravillosos por su sinceridad, autenticidad, gran emotividad y por los problemas trascendentales que, con frecuencia, llama a través de inolvidables estrofas que escribió en momentos de inspiración, experiencias tan profundas que con igual fuerza llegan hoy al lector.