La puta de Babilonia, de Fernando Vallejo



Reseña ensayística




No trata el manuscrito de una furcia común. No. No es de aquellas damas de la noche o del día, que llenas de dignidad- aunque esto a ciertos pacatos incomode- se venden- aunque algunas beatillas por esto se descosan las vestiduras- se dejan la piel y los aromas en cualquier catre, por una suma que les permita llevar el sustento a casa. No es de aquellas que les conceden ratos de ternura, minutos de humanidad y gestos de amor a los solitarios, a los bohemios, a los vagabundos, a los fracasados, a los perseguidos, a los a los excluidos de todo ambiente, a los presos, a los viejos, que ya en la percha, con alguno de los sentidos hábiles, solo quieren despertar a la memoria: tocando, mirando, oliendo, formas y carnes de hembra, para minar por momentos el olor a muerte que los circunda.



No. La cortesana que da título al berraco libro que hoy os traemos siempre fue arribista. Buscona de poderes. Desde que fue inventada, parida para satanizar el sexo y constreñir libertades al hombre en nombre de la Fe. Creada para amedrentar con un Dios castigador, cruel y vengativo. No se detuvo en imponer su ley a sangre y fuego. Esta damisela tiene por ello, tufillo propio: a carne quemada. Olor a humano derretido en sus fuegos inquisidores. Torquemada y otros de su laya “trasladaron al cielo”, a miles y miles de personas cremadas vivas en nombre de su Dios. Lo vivieron, los Incas, los Aztecas, los Judíos y los Albigenses, entre otras víctimas directas en indirectas de las acciones y omisiones de una Iglesia llena de sadismo y de conjuras tenebrosas.

Lo dicho, consta escrito en 2006 años mal contados y que se dicen fácil. La historia recogida con sabiduría, en investigación rigurosa y detallista de Fernando Vallejo, se lee en un Tomo que de seguro le traerá excomunión, descréditos y desafectos del sistema y de sus servidores. Odio del Opus y de otras sectas.



Vallejo sin inmutarse, no deja títere con cabeza. Apunta certero y fuerte contra los 263 papas y sus trajines “en beneficio de la humanidad”. Hace un inventario celoso, necesario, clarificador, certero de un tema que estaba pendiente en los actuales tiempos. Ya era hora, en pleno Siglo XXI, no cabían más silencios. Por causalidades el libro ha aparecido justo, cuando Benedicto XVI en su reciente visita al Brasil no ha reconocido la matanza cometida en contra de los pueblos indígenas de América. Fernando Sánchez Drago, el celebre escritor español, también se hizo acreedor a los infiernos, por su “Carta de Jesús al Papa” ¿Recuerdan?, tiempo atrás. Tal epístola sigue convulsionando los intestinos de los fanáticos.



“Los inquisidores se enriquecían como obispos: recibían sobornos, se apoderaban de las riquezas de los que condenaban, y los ricos les pagaban contribuciones anuales para que no los acusaran. Juzgaban y condenaban hasta los muertos; los desenterraban como al papa Formoso y trituraban y quemaban sus huesos”.



Un ensayo el de Vallejo, lleno de condumio, de garra. Una apuesta en la que se expone el tipo, ante los intransigentes.





Fernando Vallejo Rendón (Medellín, 24 de octubre de 1942) es un escritor, biólogo y cineasta nacido en Colombia y nacionalizado en México. Aficionado a la música, llegó a ser un pianista excelente. Vallejo ha sido destacado mundialmente como novelista tiene nueve novelas entre otras conocida y llevada al cine La virgen de los sicarios (1994 En abril del año 2007, obtuvo la nacionalidad mexicana y el 8 de mayo del mismo año renunció en los siguientes términos: señaló que "esa mala patria de Colombia" ya no es la suya.






"(...) y no quiero volver a saber de ella. Lo que me reste de vida lo quiero vivir en México y aquí me pienso morir", señaló el escritor.






(...)Cuando reeligieron a Uribe, "descubrí que (Colombia) era un país imbécil" y ahí "solicité mi nacionalización en México, que me dieron la semana pasada", precisó Vallejo en el escrito, firmado en México y fechado el 6 de mayo de 2007.