Político y pensador peruano, uno de los ideólogos marxistas latinoamericanos más influyentes del siglo XX. Nacido en Moquegua, desde 1909 comenzó a participar en la vida política peruana, lo cual combinó con su labor como periodista, culminada a través de las páginas de Amauta, revista fundada por él en 1926, que se convirtió en uno de los grandes órganos de difusión del pensamiento, la crítica y la creación en América. Esa labor es todavía más notable si se considera que la cumplió confinado en una silla de ruedas durante los años decisivos de su vida, debido a que, en 1924, sufrió un grave accidente. Su primera etapa de formación intelectual (lo que él llamará “mi edad de piedra”) llega hasta 1919, y se distingue por su actividad periodística. Escribió artículos y crónicas sobre los más variados temas, con un cierto tono frívolo y mundano, y con elegantes rasgos posmodernistas; más tarde, realizó un claro giro hacia el socialismo y el activismo político. Fundó la revista Nuestra Época y el diario La Razón; frecuentó la lectura de la publicación España, dirigida por Manuel Azaña, y de los textos de Luis Araquistáin y Miguel de Unamuno; siguió muy de cerca la reforma universitaria iniciada en la Universidad de Córdoba, en Argentina, en 1918. Fue elegido vicepresidente del Círculo de Periodistas y apoyó las reivindicaciones obreras y al Comité de Propaganda Socialista. Para alejar del país a tan incómodo crítico, el presidente Augusto Bernardino Leguía lo envió a Italia, donde pasó cerca de tres años (1920-1923) que fueron cruciales en su maduración intelectual. Visitó París, Berlín, Viena y Budapest, conoció al pensador y político italiano Antonio Gramsci, siguió de cerca el proceso de renovación de la izquierda europea y, muy influido por el filósofo alemán Oswald Spengler, llegó a pensar en la inevitable decadencia de Occidente.
Cuando regresó a Perú, Mariátegui llegó transformado en un hombre distinto: un marxista convencido, un crítico bien informado sobre la situación mundial y los grandes cambios que se producían en la literatura y las artes, y un revolucionario dispuesto a servir la causa de los movimientos obreros y agrarios en toda América. En 1926, fundó Amauta (el nombre en quechua significa "maestro, filósofo", y fue aplicado después a él mismo), que se publicó hasta 1930; colaboró con distintas revistas literarias como Mundial y Variedades; organizó el Partido Socialista (1928), que luego se convirtió en el Partido Comunista Peruano, y la Confederación General de Trabajadores (1929). Tras un encuentro con el fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), el también peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, dirigió una cátedra en la Universidad Popular Manuel González Prada y se hizo cargo de la revista Claridad. Su primer libro, La escena contemporánea (1925), es una compilación de crónicas y artículos. Su ruptura con Haya de la Torre le llevó a la fundación de un partido marxista-leninista, del que fue elegido secretario general. Pero sus posiciones heterodoxas respecto del comunismo internacional provocaron el distanciamiento y la crítica de los dirigentes de la Internacional Comunista. Entregado a todas estas tareas, Mariátegui publicó pocos libros en vida, pero su obra, recopilada póstumamente, llena numerosos volúmenes. Del conjunto, nada supera en importancia y difusión a sus célebres Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928), que han sido reeditados incontables veces. Es el primer examen integral de la problemática política, social, económica y cultural del país desde un punto de vista marxista, dotado de un innegable oportunismo histórico, de una gran precisión para detectar la raíz de los grandes males nacionales y, sobre todo, de una notable capacidad para aplicar un enfoque marxista con flexibilidad y lucidez, evitando las estrecheces ideológicas que abundan en los estudios de ese tipo. Su lenguaje apasionado, comunicativo y convincente confirma sus dotes de gran periodista. Entre sus ensayos póstumos se encuentran: El artista y la época, Defensa del marxismo y Signos y obras, todos publicados en 1959 como parte de sus Obras completas. Su muerte, ocurrida en Lima a la edad de 35 años, interrumpió una trayectoria político-intelectual fecunda y cargada de enorme proyección latinoamericana y mundial. Se considera que Defensa del marxismo, obra que preparaba con gran interés, es el mejor exponente de sus ideas y un excelente punto de referencia para conocer su evolución ideológica, frente al dogmatismo de la época.