JOSÉ SARAMAGO


"Las tres enfermedades del hombre actual son la incomunicación, la revolución tecnológica y su vida centrada en su triunfo personal.
El poder lo contamina todo, es tóxico. Es posible mantener la pureza de los principios mientras estás alejado del poder. Pero necesitamos llegar al poder para poner en práctica nuestras convicciones. Y ahí la cosa se derrumba, cuando nuestras convicciones se enturbian con la suciedad del poder"


José Saramago

Otoño juntos - Tomás Segovia




Otoño vuelve a colocarlo todoMucho más en su sitioDespués de barrer bien
Aprovecha el frescorPara hacer con el aire cuenta nuevaAntes que el año acabe
Otra vez sus caminos son de estrenoOtra vez sonreímos de acordarnosQue antes que a todo lo demásvenimos
A abrir las puertas y salir al frescoDejar sin aprensión nuestro envoltijoenvueltoY surcar ágilmenteEstas límpidas pozas cegadoras
Donde toda jugada está siempreempezando
Pues remover la luz y el alborozoEn este libre golfo zambullidosEs la animosa empresa másrectamente nuestraY correr al azar sin reticenciaPor un jardín azul florido dellamadosFue siempre la mejor manerade estar juntos.

Alejandra Pizarnik - Piedra Fundamental


No puedo hablar con mi voz sino con mis voces. 

Sus ojos eran la entrada del templo, para mí, que soy errante, que amo y muero. Y hubiese cantado hasta hacerme una con la noche, hasta deshacerme desnuda en la entrada del tiempo. 

Un canto que atravieso como un túnel. 

Presencias inquietantes, gestos de figuras que se aparecen vivientes por obra de un lenguaje activo que las alude, signos que insinúan terrores insolubles. 

Una vibración de los cimientos, un trepidar de los fundamentos, drenan y barrenan, y he sabido dónde se aposenta aquello tan otro que es yo, que espera que me calle para tomar posesión de mí y drenar y barrenar los cimientos, los fundamentos, aquello que me es adverso desde mí, conspira, toma posesión de mi terreno baldío, no, he de hacer algo, no, no he de hacer nada, algo en mí no se abandona a la cascada de cenizas que me arrasa dentro de mí con ella que es yo, conmigo que soy ella y que soy yo, indeciblemente distinta de ella. 

En el silencio mismo (no en el mismo silencio) tragar noche, una noche inmensa inmersa en el sigilo de los pasos perdidos. 

No puedo hablar para nada decir. Por eso nos perdemos, yo y el poema, en la tentativa inútil de transcribir relaciones ardientes. 

¿A dónde la conduce esta escritura? A lo negro, a lo estéril, a lo fragmentado. 

Las muñecas desventradas por mis antiguas manos de muñeca, la desilusión al encontrar pura estopa (pura estepa tu memoria): el padre, que tuvo que ser Tiresias, flota en el río. Pero tú, ¿por qué te dejaste asesinar escuchando cuentos de álamos nevados? 

Yo quería que mis dedos de muñeca penetraran en las teclas. Yo no quería rozar, como una araña, el teclado. Yo quería hundirme, clavarme, fijarme, petrificarme. Yo quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una patria. Pero la música se movía, se apresuraba. Sólo cuando un refrán reincidía, alentaba en mí la esperanza de que se estableciera algo parecido a una estación de trenes, quiero decir: un punto de partida firme y seguro; un lugar desde el cual partir, desde el lugar, hacia el lugar, en unión y fusión con el lugar. Pero el refrán era demasiado breve, de modo que yo no podía fundar una estación pues no contaba más que con un tren algo salido de los rieles que se contorsionaba y se distorsionaba. Entonces abandoné la música y sus traiciones porque la música estaba más arriba o más abajo, pero no en el centro, en el lugar de la fusión y del encuentro. (Tú que fuiste mi única patria ¿en dónde buscarte? Tal vez en este poema que voy escribiendo.) 

Una noche en el circo recobré un lenguaje perdido en el momento que los jinetes con antorchas en la mano galopaban en ronda feroz sobre corceles negros. Ni en mis sueños de dicha existirá un coro de ángeles que suministre algo semejante a los sonidos calientes para mi corazón de los cascos contra las arenas. (Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.) 

(Es un hombre o una piedra o un árbol el que va a comenzar el canto...) 

Y era un estremecimiento suavemente trepidante (lo digo para aleccionar a la que extravió en mí su musicalidad y trepida con más disonancia que un caballo azuzado por una antorcha en las arenas de un país extranjero). 

Estaba abrazada al suelo, diciendo un nombre. Creí que me había muerto y que la muerte era decir un nombre sin cesar. 

No es esto, tal vez, lo que quiero decir. Este decir y decirse no es grato. No puedo hablar con mi voz sino con mis voces. También este poema es posible que sea una trampa, un escenario más. 

Cuando el barco alternó su ritmo y vaciló en el agua violenta, me erguí como la amazona que domina solamente con sus ojos azules al caballo que se encabrita (¿o fue con sus ojos azules?). El agua verde en mi cara, he de beber de ti hasta que la noche se abra. Nadie puede salvarme pues soy invisible aun para mí que me llamo con tu voz. ¿En dónde estoy? Estoy en un jardín. 

Hay un jardín.

La mujer sin miedo - Eduardo Galeano

".... porque, al fin y al cabo, el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo”

 Eduardo Galeano


Paul Auster




Diario de invierno (fragmento)
"Tienes diez años, es pleno verano y hace un calor sofocante, tan húmedo y molesto que, incluso sentado a la sombra de los árboles del jardín, se te llena de sudor la frente.Que ya no eres joven es un hecho indiscutible. Dentro de un mes cumplirás sesenta y cuatro años, y aunque eso no es ser demasiado viejo, no lo que todo el mundo consideraría una edad provecta, no puedes dejar de pensar en todos los que no han logrado llegar tan lejos como tú. Ése es un ejemplo de las diversas cosas que podrían no pasar nunca pero que, en realidad, han ocurrido. El viento en tu rostro durante la tormenta de nieve de la semana pasada. El espantoso aguijón del frío, y tú ahí fuera, en las calles desiertas, preguntándote qué te habría llevado a salir de casa con aquella rugiente tempestad, y sin embargo, aun cuando luchabas por mantener el equilibrio, estaba el júbilo de aquel viento, la euforia de ver las familiares calles empañadas de blanco, convertidas en un remolino de nieve.Placeres físicos y dolores físicos. Placeres sexuales antes que nada, pero también el placer de la comida y la bebida, el de reposar desnudo en un baño caliente, de rascarse un picor, de estornudar y peerse, de quedarse una hora más en la cama, de volver la cara hacia el sol en una templada tarde a finales de primavera o principios de verano y sentir el calor que se difunde por la piel. Innumerables ocasiones, no pasa un día sin algún instante o instantes de placer físico, y sin embargo los dolores son sin duda más persistentes y obstinados, y en uno u otro momento han asaltado casi todas las partes de tu cuerpo. Ojos y oídos, cabeza y cuello, hombros y espalda, brazos y piernas, garganta y estómago, tobillos y pies, por no mencionar el enorme forúnculo que una vez te brotó en el carrillo izquierdo del culo, llamado lobanillo por el médico, lo que a tus oídos sonaba a dolencia medieval, y que durante una semana te impidió sentarte en una silla.La proximidad que tu menudo cuerpo guardaba con el suelo, el cuerpo que te correspondía cuando tenías tres y cuatro años, es decir, la brevedad de la distancia."

MARCHA DEL SILENCIO

JUSTICIA POR EL FISCAL ALBERTO NISMAN

SAL CON UNA CHICA QUE LEE - Rosemary Urquico

Sal con una chica que lea. Sal con una chica que se gaste el dinero en libros en vez de en ropa. Que tenga problemas de espacio en el armario porque tiene demasiados libros. Sal con una chica que tenga una lista de libros que quiere leer y carné de la biblioteca desde los doce años.

Encuentra una chica que lea. Sabrás que lo hace porque siempre llevará un libro a medias de leer en el bolso. Será la que mire con amor las estanterías de la librería, la que llora silenciosamente cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves la chica rara que huele las páginas de los libros viejos en una librería de segunda mano? Esa es la lectora. Nunca se pueden resistir a oler las páginas, especialmente si están amarillentas.
Es la chica que lee mientras está esperando en la cafetería del final de la calle. Si echas un vistazo a su taza, verás que la crema del café está flotando en la superficie porque ya está absorta. Perdida en un mundo que el autor ha creado. Siéntate. Probablemente te mire fugazmente, como la mayoría de las chicas que leen no le gusta ser interrumpida. Pregúntale si le gusta el libro.

Invítala a otra taza de café.

Hazle saber que lo que piensas de Murakami. Comprueba si ha pasado del primer capítulo deLa Comunidad del Anillo. Entiende que si te dice que entendió el Ulysses de James Joyce sólo te lo dice para sonar inteligente. Pregúntale si le gusta Alice o si le gustaría ser Alice.

Es sencillo salir con una chica que lea. Regálale libros por su cumpleaños, por Navidad y por los aniversarios. Dale el regalo de las palabras, en poesía, en canciones. Regálale a Neruda, Pound, Sexton, Cummings. Hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Entiende que ella conoce la diferencia entre los libros y la realidad, pero por dios que va a intentar hacer su vida un poco como su libro favorito. Nunca será tu culpa si lo hace.
De alguna manera tiene que intentarlo.

Miéntele. Si entiende la sintaxis, entenderá que necesitas mentir. Tras las palabras hay otras cosas: motivaciones, valores, matices, diálogos. No va a ser el fin del mundo.

Fállale. Porque una chica que lee libros sabe que el fracaso siempre lleva hasta el clímax. Porque ellas entienden que todas esas cosas tendrán un final. Y que siempre puedes escribir una secuela. Y que puedes empezar otra vez, y otra y seguir siendo el héroe. Que la vida está destinada a tener un villano o dos.

¿Por qué estar asustado de todo lo que no eres? Las chicas que leen entienden que esa gente, como los personajes, evolucionan. Excepto en la saga Crepúsculo.

Si encuentras una chica que lea, mantenla cerca. Cuando la encuentres a las 2 de la mañana sosteniendo un libro contra su pecho y llorando, hazle una taza de té y abrázala. Puedes perderla por unas cuantas horas, pero siempre volverá a ti. Hablará como si los personajes del libro fuesen reales, porque durante un rato, siempre lo son.

Te declararás en un globo aerostático. O durante un concierto de rock. O casualmente la próxima vez que esté enferma. Por Skype.

Sonreirás con tantas ganas que te preguntarás por qué tu corazón no ha explotado y la sangre no está corriendo ya por tu pecho . Escribirás la historia de vuestra vidas, tendréis hijos con nombres extraños y gustos aún más extraños. Les presentará a vuestros niños al Gato Garabato y a Aslan, quizá el mismo día. Pasaréis los inviernos de vuestra vejez juntos y ella recitará a Keats en voz baja mientras te sacudes la nieve de las botas.
Sal con una chica que lea porque te lo mereces. Te mereces una chica que pueda darte la vida más colorida imaginable. Si sólo puedes darle monotonía y horas aburridas y compromisos a medias, entonces estás mejor solo. Si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, sal con una chica que lea.

O mejor aún, sal con una chica que escriba.


CANCIÓN DE LA AMETRALLADORA por MIGUEL HERNÁNDEZ


De mis hombros desciende,
codorniz de metal,
y a su nido de arena
va la muerte a incubar.

Acaricio su lomo,
de humeante crueldad.
Su mirada de cráter,
su pasión de volcán
atraviesa los cielos
cuando se echa a mirar,
con mis ojos de guerra
desplegados detrás.

Entre todas las armas,
es la mano y será
siempre el arma más pura
y la más inmortal.
Pero hay tiempos que exigen
malherir, disparar
y la mano precisa
esgrimir, además
de los puños de hierro,
hierro más eficaz.

Frente a mí varias líneas
de asesinos están,
acechando mi vida,
campeadora y audaz,
que acobarda al acecho
y al cañón más fatal.

Con el alba en el pico,
delirante y voraz,
con rocío, mi arma
se dedica a cantar.

Donde empieza su canto
el relámpago va:
donde acaba el disparo
de su trino mortal,
no es posible la vida,
no es posible jamás.

¡Ay, cigüeña que picas
en el viento del mal,
fieramente, anhelando
su exterminio total!
Canta, tórtola en celo,
que en mis manos estás
encendida hasta el ascua,
disparada hasta el mar.

Malas ansias se acercan,
pero no pasarán.
Escuchadla en el centro
del combate, escuchad.

Hambre loca, insaciada
con la carne y el pan;
sed que aumenta la fuente
de mi sed fraternal;
fuego bien orientado,
que ni el agua es capaz,
ni la nieve más larga,
de rendir, de aplacar.

Sobre cada colina
de la tierra que hay,
sobre todas las cumbres,
en un rapto animal,
abalánzate, ciérnete,
canta y vuelve a cantar,
máquinas de mi alma
y de mi libertad.

Sed, ametralladoras,
desde aquí y desde allá,
contra aquellos que vienen
a coger sin sembrar.


Vedme a mí desvelado,
sepultando maldad
con semilla de plomo
que jamás verdeará,
sobre España mi sombra,
sobre el sol mi verdad.

Sed la máquina pura
que hago arder y girar;
la muralla de máquinas
de la frágil ciudad
del sudor, del trabajo,
defensor de la paz.
Y al que intente invadirla
de vejez, enturbiad
sus paredes con sangre,
¡disparad!

ADRIENNE RICH


Qué clase de tiempos son éstos

Hay un lugar entre dos grupos de árboles donde el pasto crece cuesta arriba
y el viejo camino de la revolución se interrumpe entre sombras
cerca de un templo abandonado por los perseguidos
que desaparecieron en esas mismas sombras.

Por allí caminé juntando setas al filo del espanto, pero no te equivoques
éste no es un poema ruso, éste no es otro lugar sino aquí,
nuestro país que se acerca a su propia verdad y espanto,
a su propia manera de hacer a la gente desaparecer.

No voy a decirte dónde está ese lugar, la trama oscura del bosque
que se encuentra con la franja inmaculada de la luz –
cruces fantasmas, paraíso de mantillo:
ya sé quién quiere comprarlo, venderlo, hacerlo desaparecer.

Y no voy a decirte dónde es ¿Para qué te digo ésto, entonces? 
Porque todavía escuchas, porque en tiempos como éstos
para tenerte siquiera escuchando es necesario
hablar sobre los árboles.

Tus ojos - OCTAVIO PAZ


Tus ojos son la patria
del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento,
mar sin olas, pájaros presos,
doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
otoño en un claro del bosque
en donde la luz canta en el hombro
de un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana
encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo,
puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea, páramo.

Adolfo Bioy Casares

Reportaje a Adolfo Bioy Casares


Noticias: ¿Cómo está el alma?

Bioy: Muy bien. Estoy escribiendo cuentos breves, que tienen el inconveniente que uno los termina pronto, entonces hay que ver si viene otro.

¿Le duele ser el último Bioy de la estirpe?

Creo que no. Más bien que me gustaría que hublera algún otro que continuara el apellido en la Argentina. Es un apellido bastante raro, parece japonés ¿no?

¿Le hubiera gustado tener un hijo varón?

¡Qué sé yo!... Si me hubiera llevado bien con él, me hubiera gustado. Con mi hija Marta me llevaba blen, compartíamos muchas cosas.

En realidad usted siempre se llevó mejor con las mujeres que con los hombres.

Será porqué me gustan bastante y ellas se sentirán halagadas por eso. Tampoco soy el campeón mundial de los mujeriegos. He tenido las necesarias, lo que es mucho.

Si Silvina estuviera viva, seguramente no pensaría lo mismo...

Ella siempre me decía: "Vos siempre volvés a mis brazos porque me amás". Y era verdad. Pero no se ama de una sola manera, a pesar de que las mujeres dicen que sí.

¿Hoy existe el amor para usted?

No, existe la amistad. Sería un amor peligroso, el de un viejo enamorado. Puede suceder, pero generalmente el viejo enamorado es un viejo burlado, y eso ya no es un amor perfecto.

¿Esto quiere decir que renuncló al sexo?

Estoy haclendo otras cosas, estoy escribiendo. Quiero mucho a algunas mujeres, pero me cuido mucho de enamorarme.

¿Cómo viviría, si fuera joven, el amor en los tiempos del Sida?

Tal vez porque como no corro ese riesgo, no siento miedo. Si este mal hubiera aparecido en mi época, la vida hubiera sido bastante distinta para mí. Tuve mucha suerte; es como si hubieran dicho: "Para éste no le vamos a dar ninguna molestia, no hay enfermedades venéreas incurables, no hay Sida, no hay límites".

A casi un año de la muerte de Silvina, ¿cómo la siente hoy?

La extraño muchísimo. Me siento culpable de no haber estado más tiempo con ella, qulzá porque ahora no puedo estar nada. Si por un milagro ella apareciera, modificaría mi conducta, estaría más atento a ella. Creo que siempre se mereció más.

Ahora que no está Borges para compartir la pasión por la literatura, ni Silvina, ni su hija Marta, ¿cuál es su mejor momento del día?

Es muy difícil contestar eso. Quizás al despertar, porque uno comprueba que va a vivir un día más.

¿Sigue teniendo miedo?

Sigo teniendo horror a la muerte. Arrastro esa falencia desde chiquito. No me parece nada simpática.

¿Alguna vez se sintió vencido?

Por ahora no. Ojalá no me dé cuenta el día en que lo esté. Espero morirme creyendo que voy a seguir escribiendo, que venga la muerte de un momento a otro. Me gustaría decir, segundos antes de la muerte, lo mismo que un personaje de un libro que estoy leyendo: "Rápido cochero, a todo galope, al cielo".

¿Alguna vez pensó en suicidarse?

En algún tiempo me gustó la idea. Era una elegante forma de terminar con la vida. Además, tuve tres tíos que lo hicieron.

¿No lo asusta la idea de morir sin haber escrito algo sobre Borges?

Sí. Lo que pasa es que no sé si sabré hacerlo. Yo fui una de las personas que mejor lo conoció y me gustaría tratar de comunicar eso a mis lectores.

¿La literatura sigue siendo lo más importante de su vida?

Sí, porque creo que refleja la inteligencia y la sinceridad de las mejores personas que vivieron sobre la tierra.

¿Por qué esa frialdad en el trato con Ernesto Sábato?

Quizá porque no se puede congeniar con todo el mundo.

¿Qué le hubiera gustado hacer en la vida y no pudo?

Bueno, no corrí los cien metros llanos en ocho segundos como hubiera querido.

Qué raro, usted siempre se jactó de ser un buen deportista.

Fui un buen centroforward, en el fútbol; un buen tres cuartos, en el rugby; y un buen singlista en el tenis.

Eso marca toda una tendencia a la individualidad.

No se crea, en el amor siempre me gustaron los mixtos.

Los Sueños de Kafka


Los Sueños de Kafka
Diarios, 6 de mayo de 1912.

"Soñé hace poco:Viajaba con mi padre por Berlín, en el tranvía. La característica de gran ciudad consistía en innumerables barreras de tránsito, a intervalos regulares, erectas, rayadas y bicolores, de punta roma. Fuera de eso, casi todo estaba vacío; pero había una multitud considerable de dichas barreras. Llegamos frente a un portón, descendimos del tranvía sin advertirlo, entramos por el portón. Detrás de éste se alzaba una pared muy empinada, que mi padre escaló casi bailando; se le volaban las piernas, tan fácil le resultaba el ascenso. Evidentemente, implicaba cierta falta de consideración el hecho de que no me ayudara en lo más mínimo, ya que llegué a la cima con infinito esfuerzo, a cuatro patas, retrocediendo muchas veces como si la pared se hubiera vuelto más empinada para mí. También era desagradable que estuviera cubierta de excrementos humanos, que se me pegaban en copos colgantes por todo el cuerpo, especialmente en el pecho.Yo los miraba con la cara inclinada, y les pasaba la mano por encima. Cuando por fin llegué arriba, mi padre, que ya salía del interior de un edificio, se me echó al cuello, me besó y me abrazó. Llevaba mi levitón anticuado, corto, acolchonado interiormente como un sofá, que yo recordaba muy bien. "¡Este doctor von Leyden! Es un hombre extraordinario", exclamaba repetidamente. Pero no había ido a visitarlo en su condición de médico, sino como a una persona digna de conocer. Sentí cierto temor de que me obligara a entrar también a mí, pero esto no ocurrió. Detrás de mí, a la izquierda, vi a un hombre que me daba la espalda, sentado en una habitación prácticamente construida de vidrio. Resultó que este hombre era el secretario del Profesor; que mi padre en realidad sólo había hablado con él, y no con el Profesor en persona, pero que de algún modo había llegado a comprender perfectamente, a través del secretario, los méritos del Profesor, de modo que en todo sentido tenía tanto derecho de juzgar al Profesor como si le hubiera hablado personalmente"

Ursula K. Le Guin en los National Book Awards

El pasado 19 de noviembre la Fundación Nacional del Libro estadounidense entregó sus premios anuales durante una ceremonia celebrada en Nueva York. Nada demasiado interesante (desde el punto de la fantasía y la ciencia ficción) entre los premiados ni en su ceremonia… hasta que Ursula K. Le Guin subió al escenario para recoger la Medalla por la Contibución a las Letras Americanas, que la Fundación concede también cada año.
Si alguien pensaba que Le Guin pronunciaría unos agradecimientos al uso, dejaría títere con cabeza y perdería la ocasión de decir lo que pensaba a los mayores peces gordos literarios de Estados Unidos, es que no la conocía. Aquí tenéis el vídeo subtitulado de su discurso (pulsad en «CC» si no salen los subtítulos) y, después, su transcripción. No tiene desperdicio.
Gracias, Neil, y también a la organización que entrega esta hermosa recompensa; gracias de corazón. Mi familia, mi agente y mis editores ya saben que el hecho de que esté aquí es tan mérito suyo como mío, y que esta hermosa recompensa les pertenece tanto como a mí. Y me complace mucho aceptarla en su nombre y compartirla con todos los escritores que tanto tiempo llevan excluidos de la literatura: mis colegas autores de fantasía y ciencia ficción, los escritores de la imaginación que llevan cincuenta años viendo cómo estas hermosas recompensas eran para los llamados realistas.
Creo que llegan tiempos difíciles en los que buscaremos las voces de escritores que sepan ver alternativas a nuestro modo de vida actual, y que sepan ver, más allá de nuestra sociedad temerosa y sus obsesivas tecnologías, hacia otras formas de ser, e incluso imaginen bases sólidas para la esperanza. Necesitaremos escritores que sepan recordar la libertad. Poetas, visionarios, los realistas de una realidad más amplia.
Ahora mismo, creo que necesitamos escritores que entiendan la diferencia entre producir un bien de mercado y practicar un arte. Desarrollar material escrito que encaje en estrategias comerciales para maximizar los beneficios corporativos e ingresos publicitarios no es del todo lo mismo que publicar libros con responsabilidad o ser un autor.
Sin embargo,

La insoportable levedad del ser - Milan Kundera




"Sintió en su boca el suave olor de la fiebre y lo aspiro como si quisiera llenarse de las intimidades de su cuerpo. Y en ese momento se imaginó que ya llevaba muchos años en su casa y que se estaba muriendo. De pronto tuvo la clara sensación que no podría sobrevivir a la muerte de ella. Se acostaría a su lado y querría morir con ella. Conmovido por esa imagen hundió en ese momento la cara en la almohada junto a la cabeza de ella y permaneció así durante mucho tiempo.....Y le dio pena que en una situación como aquella, en la que un hombre de verdad sería capaz de tomar inmediatamente una decisión, él dudase, privando así de su significado al momento mas hermoso que había vivido jamás (estaba arrodillado junto a su cama y pensaba que no podría sobrevivir a su muerte). Se enfadó consigo mismo, pero luego se le ocurrió que en realidad era bastante natural que no supiera que quería: El hombre nunca puede saber que debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores. No existe posibilidad alguna de comprobar cual de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero que valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni un boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro.
(...)
Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ese es el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada. Pero si el eterno retorno es la carga más pesada, entonces nuestras vidas pueden aparecer, sobre ese telón de fondo, en toda su maravillosa levedad.
(...)
La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será. Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes"
(fragmento)

Mi mundo es pirámide - DYLAN THOMAS


Mitad del padre camarada
cuando imita al Adán que el mar sorbiera
en su casco vacío,
Mitad de la madre camarada
cuando salpica con su leche lasciva
la zambullida del mañana,
las sombras bifurcadas por el hueso del trueno
saltan hacia la sal que no ha nacido.

La mitad camarada era de hielo
cuando una primavera corrosiva
brotaba en la cosecha del glaciar.
la sombra y la simiente camarada
murmuraban el vaivén de la leche
encrespado en el pecho,
pues la mitad del amor era sembrada en el fantasma
estéril y perdido.

Las mitades dispersas se han vuelto camaradas
en un ente lisiado
la muleta que la médula golpea sobre el sueño
renguea en la calle del mar, entre la turba
de cabezas con lengua de marea y vejigas al fondo
y empala a los durmientes en la tumba salvaje
donde ríe el vampiro.

Las mitades zurcidas se partían huyendo
por el bosque de los cerdos salvajes y la baba en los árboles,
sorbiendo las tinieblas sobre el cianuro se abrazaban
y desataban víboras prendidas en su pelo;
las mitades que giran perforan como cuernos
al ángel arterial.

¿De qué color es la gloria? ¿La pluma de la muerte?
tiemblan esas mitades que taladran el ojo de la aguja en el aire
y a través del dedal horadan el espacio, manchado de pulgares.
El fantasma es un mudo que farfullaba entre la paja,
el fantasma que tramaba el saqueo en su vuelo
enceguece sus ojos rastreadores de nubes.


II
Mi mundo es pirámide. La sigilosa máscara
llora sobre el ocre desierto y el verano
agresivo de sal.
Con mi armadura egipcia fundiéndose en su sábana
araño la resina hasta un hueso estrellado
y un falso sol de sangre.

Mi mundo es un ciprés y un valle de Inglaterra
yo remiendo mi carne que retumbó en los patios
roja por la salva de Austria.
Oigo a través del tambor de los muertos, que mutilados jóvenes
mientras siembran sus vísceras desde un cerro de huesos
gritan Eloi a los cañones.

El cruce del Jordán arrasa mi sepulcro.
El casquete del Ártico y la hoya del sur
invaden mi jardín de casa muerta.
El que me busca lejos señalando en mi boca
las pajas de Asia me pierde cuando doblo
por el maíz atlántico.

Las mitades amigas, partidas mientras giran
en redes de mareas, se enredan a las valvas
y hacen crecer la barba del diablo no nacido,
sangran desde mi horquilla ardiente y huelen mis talones
las lenguas celestiales murmuran mientras yo me deslizo
atando la capucha de mi ángel.

¿Quién sopla la pluma de la muerte? ¿De qué gloria es el color?
en la vena yo soplo esta pluma lanuda
es el lomo la gloria en una laboriosa palidez.
Mi arcilla ignora el pecho y mi sal no ha nacido,
niño secreto, yo vago por el mar
en seco, sobre el muslo a medias derrotado.

Jaime Sabines

Sólo en sueños,
sólo en el otro mundo del sueño te consigo,
a ciertas horas, cuando cierro puertas
detrás de mí.
¡Con qué desprecio he visto a los que sueñan,
y ahora estoy preso en su sortilegio,
atrapado en su red!
¡Con qué morboso deleite te introduzco
en la casa abandonada, y te amo mil veces
de la misma manera distinta!
Esos sitios que tú y yo conocemos
nos esperan todas las noches
como una vieja cama
y hay cosas en lo oscuro que nos sonríen.
Me gusta decirte lo de siempre
y mis manos adoran tu pelo
y te estrecho, poco a poco, hasta mi sangre.
Pequeña y dulce, te abrazas a mi abrazo,
y con mi mano en tu boca, te busco y te busco.
A veces lo recuerdo. A veces
sólo el cuerpo cansado me lo dice.
Al duro amanecer estás desvaneciéndote
y entre mis brazos sólo queda tu sombra.

Jaime Sabines

Pablo Neruda

Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee, quien no escucha música,

quien no halla encanto en si mismo.

Muere lentamente quien destruye su amor propio,

quien no se deja ayudar.

Muere lentamente quien se transforma en esclavo del habito, repitiendo todos los días los mismos senderos,
quien no cambia de rutina,
no se arriesga a vestir un nuevo color
o no conversa con desconocidos.

Muere lentamente quien evita una pasión
Y su remolino de emociones,
Aquellas que rescatan el brillo en los ojos
y los corazones decaidos.

Muere lentamente quien no cambia de vida cuando está insatisfecho con su trabajo o su amor,
Quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite al menos una vez en la vida huir de los consejos sensatos…
¡Vive hoy! - ¡Haz hoy!
¡Ariesga hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡No te olvides de ser feliz!

Antonio Machado


Cante hondo

Yo meditaba absorto, devanando
los hilos del hastío y la tristeza,
cuando llegó a mi oído,
por la ventana de mi estancia, abierta

a una caliente noche de verano,
el plañir de una copla soñolienta,
quebrada por los trémolos sombríos
de las músicas magas de mi tierra.

...Y era el Amor, como una roja llama...
-Nerviosa mano en la vibrante cuerda
ponía un largo suspirar de oro,
que se trocaba en surtidor de estrellas-.

...Y era la Muerte, al hombro la cuchilla,
el paso largo, torva y esquelética.
-Tal cuando yo era niño la soñaba-.

Y en la guitarra, resonante y trémula,
la brusca mano, al golpear, fingía
el reposar de un ataúd en tierra.

Y era un plañido solitario el soplo
que el polvo barre y la ceniza avienta.

LOS OJOS DE LOS POBRES - CHARLES BAUDELAIRE



¡Ah!, queréis saber por qué hoy os aborrezco. 
Más fácil os será comprenderlo, sin 
duda, que a mí explicároslo; porque sois, creo yo, el mejor ejemplo de impermeabilidad
femenina que pueda encontrarse.
Juntos pasamos un largo día, que me pareció corto. Nos habíamos hecho la promesa
de que todos los pensamientos serían comunes para los dos, y nuestras almas ya no serían
en adelante más que una; ensueño que nada tiene de original, después de todo, a no ser
que, soñándolo todos los hombres, nunca lo realizó ninguno.
Al anochecer, un poco fatigada, quisisteis sentaros delante de un café nuevo que hacía
esquina a un bulevar, nuevo, lleno todavía de cascotes y ostentando ya gloriosamente sus
esplendores, sin concluir. Centelleaba el café. El gas mismo desplegaba todo el ardor de
un estreno, e iluminaba con todas sus fuerzas los muros cegadores de blancura, los
lienzos deslumbradores de los espejos, los oros de las medias cañas y de las cornisas, los
pajes de mejillas infladas arrastrados por los perros en traílla, las damas risueñas con el
halcón posado en el puño, las ninfas y las diosas que llevaban sobre la cabeza frutas,
pasteles y caza; las Hebes y las Ganimedes ofreciendo a brazo tendido el anforilla de
jarabe o el obelisco bicolor de los helados con copete: la historia entera de la mitología
puesta al servicio de la gula.
Enfrente mismo de nosotros, en el arroyo, estaba plantado un pobre hombre de unos
cuarenta años, de faz cansada y barba canosa; llevaba de la mano a un niño, y con el otro
brazo sostenía a una criatura débil para andar todavía. Hacía de niñera, y sacaba a sus
hijos a tomar el aire del anochecer. Todos harapientos. Las tres caras tenían extraordinaria
seriedad, y los seis ojos contemplaban fijamente el café nuevo, con una admiración igual,
que los años matizaban de modo diverso.
Los ojos del padre decían: «¡Qué hermoso! ¡Qué hermoso! ¡Parece como si todo el oro
del mísero mundo se hubiera colocado en esas paredes!» Los ojos del niño: «¡Qué
hermoso!, ¡qué hermoso!; ¡pero es una casa donde sólo puede entrar la gente que no es
como nosotros!» Los ojos del más chico estaban fascinados de sobra para expresar cosa
distinta de un gozo estúpido y profundo.
Los cancioneros suelen decir que el placer vuelve al alma buena y ablanda los
corazones. Por lo que a mí toca, la canción dijo bien aquella tarde. No sólo me había
enternecido aquella familia de ojos, sino que me avergonzaba un tanto de nuestros vasos
y de nuestras botellas, mayores que nuestra sed. Volvía yo los ojos hacia los vuestros,
querido amor mío, para leer en ellos mi pensamiento; me sumergía en vuestros ojos tan
bellos y tan extrañamente dulces, en vuestros ojos verdes, habitados por el capricho e
inspirados por la Luna, cuando me dijisteis: «¡Esa gente me está siendo insoportable con
sus ojos tan abiertos como puertas cocheras! ¿Por qué no pedís al dueño del café que los
haga alejarse?»
¡Tan difícil es entenderse, ángel querido, y tan incomunicable el pensamiento, aun
entre seres que se aman!

Antonin Artaud


Oeuvres complètes (tome I)


Los mostradores del cinc pasan por las cloacas,
la lluvia vuelve a ascender hasta la luna;
en la avenida una ventana
nos revela una mujer desnuda.

En los odres de las sábanas hinchadas
en los que respira la noche entera
el poeta siente que sus cabellos
crecen y se multiplican.

El rostro obtuso de los techos
contempla los cuerpos extendidos.
Entre el suelo y los pavimentos
la vida es una pitanza profunda.

Poeta, lo que te preocupa
nada tiene que ver con la luna;
la lluvia es fresca,
el vientre está bien.

Mira como se llenan los vasos
en los mostradores de la tierra
la vida está vacía,
la cabeza está lejos.

En alguna parte un poeta piensa.
No tenemos necesidad de la luna,
la cabeza es grande,
el mundo está atestado.

En cada aposento
el mundo tiembla,
la vida engendra algo
que asciende hacia los techos.

Un mazo de cartas flota en el aire
alrededor de los vasos;
humo de vinos, humo de vasos
y de las pipas de la tarde.

En el ángulo oblicuo de los techos
de todos los aposentos que tiemblan
se acumulan los humos marinos
de los sueños mal construidos.

Porque aquí se cuestiona la Vida
y el vientre del pensamiento;
las botellas chocan los cráneos
de la asamblea áerea.

El Verbo brota del sueño
como una flor o como un vaso
lleno de formas y de humos.

El vaso y el vientre chocan:
la vida es clara
en los cráneos vitrificados.

El areópago ardiente de los poetas
se congrega alrededor del tapete verde,
el vacío gira.

La vida pasa por el pensamiento
del poeta melenudo.

HIJA DEL VIENTO



Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencias,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.

Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.

Tú lloras debajo del llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.

Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.

Alejandra Pizarnik