Un
cronopio va a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el
bolsillo para sacar la llave lo que saca es una caja de fósforos,
entonces este cronopio se aflige mucho y empieza a pensar que si en vez
de la llave encuentra los fósforos, sería horrible que el mundo se
hubiera desplazado de golpe, y a lo mejor si los fósforos están donde la
llave, puede suceder que encuentre la billetera llena de fósforos, y la
azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía del
teléfono llena de música, y el ropero lleno de abonados, y la cama llena
de trajes, y los floreros llenos de sábanas, y los tranvías llenos de
rosas, y los campos llenos de tranvías. Así es que este cronopio se
aflige horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero como el espejo
esta algo ladeado lo que ve es el paragüero del zaguán, y sus
presunciones se confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta
sus manecitas no sabe para que. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y
también las esperanzas, pero pasan horas antes de que el cronopio salga
de su desesperación y acepte una taza de té, que mira y examina mucho
antes de beber, no vaya a pasar que en vez de una taza de té sea un
hormiguero o un libro de Samuel Smiles.
de "Historias de Cronopios y de Famas", Julio Cortázar