Una mujer que valga la pena
"Ese
pobre Swann –dijo aquella noche la princesa a su marido- sigue tan
simpático como siempre, pero tiene un aire tristísimo. (...) En el
fondo me parece ridículo que un hombre de su inteligencia sufra por una
persona de esa clase, y que, además, no tiene ningún interés, porque
dicen que es idiota", añadió, con esa prudencia de las gentes que no
están enamoradas y que se imaginan que un hombre listo no debe sufrir de
amor más que por una mujer que valga la pena; que es lo mismo que si
nos asombráramos de que una persona se digne padecer del cólera por un
ser tan insignificante como el bacilo vírgula.
Marcel Proust, "Por el camino de Swann"