Juan José Arreola – La feria


La entrega de premios a los poetas laureados se hizo casi en familia. Estaba anunciada en  el  Teatro  Velasco,  pero  no  fue  nadie;  sólo  unos desbalagados que nos preguntaron si iba a  haber peleas de gallos.

En vista de lo cual, los miembros del Ateneo Tzaputlatena  nos  trasladamos  a casa de don  Alfonso, como si se tratara de una sesión rutinaria. Ni siquiera estaban todos los socios.
Cada quien leyó su poema, y los galardones fueron puestos en manos de los triunfadores por  nuestras fieles Virginia y Rosalía. Los dos poetas de fuera se portaron muy gentiles y no  echaron de menos el boato con que han sido recibidos en otras partes. El de aquí, que obtuvo  el tercer premio, estaba realmente deprimido; éste es su primer triunfo y la musa inspiradora,  esto es, su novia, brilló por su ausencia. Todos nos esforzamos por aplaudirlo y reanimarlo.
Después de todo, no podemos decir que los Juegos Florales hayan sido un fracaso, dada la  calidad de las obras premiadas. Al margen del regocijo populachero y de las pompas litúrgicas,  nosotros  mantuvimos  vivo  el  culto  a  la  belleza,  durante  este  holocausto  melancólico  a  las  musas...
Porque  yo  os  digo  en  verdad  que  dondequiera  que  se  reúnan  dos  o  tres  espíritus  en  nombre  de  la Santa Poesía, allí reverdecerá el Jardín de Academo, y se abrirán otra vez las  rosas provenzales de Clemencia Isaura...

 Juan José Arreola – La feria (fragmento)

Primera edición: México D.F., Editorial Joaquín Mortiz S.A, 1963