Dulce María Loinaz

Nació en La Habana, hija del mayor general del Ejército Libertador de Cuba, Enrique Loinaz del Castillo, el creador del Himno Invasor. Nunca asistió a una escuela hasta pasar a la Universidad de La Habana donde obtuvo, en 1927, el título de Doctor en Leyes. Permaneció en la Isla viviendo en su vieja casona del Vedado hasta el día de su muerte ocurrida el 27 de abril de 1997 a los 93 años de edad. En 1959 fue elegida miembro de la Real Academia Española y presidió en Cuba hasta el momento de su muerte la filial local de esa institución. Durante su vida recibió innumerables premios y honores; entre otros se destacan el Premio Cervantes (1992), la Cruz de Alfonso X, el Sabio y el premio Isabel la Católica de periodismo. En Cuba recibió la orden cultural Félix Varela y el Premio Nacional de Literatura. En 1944 recibió el premio González Lanuza que otorgaba el Colegio Nacional de Abogados de Cuba. Entre las grandes figuras de la literatura universal que pasaron por su casa se cuentan Federico García Lorca y los premios Nobel de literatura, Gabriela Mistral y Juan Ramón Jiménez.
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Isla


Rodeada de mar por todas partes,
soy isla asida al tallo de los vientos...
Nadie escucha mi voz, si rezo o grito:
puedo volar o hundirme... Puedo a veces,
morder mi cola en signo de infinito.
Soy tierra desgajándose... Hay momentos
en que el agua me ciega y me acobarda
en que el agua es la muerte donde floto...
Pero ahora a mareas y ciclones,
hinco en el mar raíz de pecho roto.
Crezco del mar y muero de él... Me alzo,
¡para volverme en nudos desatados!...
¡Me come un mar batido por las olas
de arcángeles sin cielo, naufragados!